Por Ruzhi – Minghui.org
(Continúa de Parte 1)
Relato 4 – Honradez: no ir tras las ganancias ilícitas
Xie Ting’en, natural de Fuzhou, en Jiangxi, fue un hombre de negocios de la dinastía Qing. Era venerado por su integridad y conocido por los lugareños como “Maestro Xi” (ya que era de Jiangxi).
Creció en una familia humilde y empezó a hacer negocios en Sichuan, Fujian y Guangdong cuando tenía 16 años.
Mientras hacía negocios en Fujian, un comerciante le compró a Xie unas telas de ramio. Después de que el cliente pagó su compra y se marchó, Xie descubrió que el comerciante le había pagado un 50 por ciento de más. Los que se enteraron le dijeron que se quedara con el dinero, pero Xie se negó.
Se enteró de que el cliente era el dueño de una tienda de seda, así que fue a todas las sederías de la ciudad para encontrarlo. Cuando por fin lo consiguió, le devolvió el dinero pagado de más. Aunque estaba muy sorprendido, el cliente quedó sinceramente impresionado por la honradez de Xie, y ambos se hicieron buenos amigos.
Esta historia se hizo muy conocida en Fujian. El propietario de la tienda de seda no solo se convirtió en uno de los clientes fieles de Xie, sino que también animó a otros empresarios de la ciudad a que compraran a Xie. El negocio de Xie creció, y en menos de 20 años era el empresario más rico de Fuzhou.
Hay una historia similar sobre cómo un taxista, hijo de un practicante de Falun Dafa, fue bendecido como resultado de su honradez.
Un día, encontró una bolsa que habían dejado en su taxi. Contenía un rollo de 100.000 yuanes en billetes y algunos miles de yuanes en monedas. También contenía los deberes de un alumno, en los que figuraba su nombre y el número de clase de la escuela. Con esta información, se puso en contacto con la escuela y encontró a la persona que había perdido el dinero. Le devolvió el dinero y rechazó cualquier recompensa. A partir de entonces, su negocio de taxis fue mejorando, con clientes que se sucedían. Cada día ganaba una buena suma.
La gente en la antigüedad entendió que acumular virtud es mejor que acumular riqueza. Acumular virtudes mediante acciones bondadosas no solo puede cambiar el destino de uno para mejor, sino también traer bendiciones a los hijos y nietos.
Relato 5 – Benevolencia: sé amable y ayuda siempre a los demás
Hu Xueyan fue un importante hombre de negocios de finales de la dinastía Qing. Era conocido no solo por su extraordinario éxito, sino también por su ética.
Un día, mientras hablaba de negocios con los jefes de sus sucursales, entró un hombre de negocios de aspecto preocupado y pidió ver a Hu por un asunto urgente. Resultó que la empresa de este hombre acababa de fracasar y necesitaba una gran cantidad de dinero para arreglar las cosas. Estaba dispuesto a hipotecar todo su patrimonio familiar a Hu a un precio muy bajo.
Hu le dijo al hombre que volviera al día siguiente para conocer su decisión. Tras investigar, Hu descubrió que lo que el hombre le había contado era cierto. A continuación, transfirió grandes cantidades de dinero de las subdivisiones de su negocio e insistió en comprar los activos del empresario a su valor de mercado. Hu también le dijo al empresario que solo le guardaba esos activos temporalmente y que podía rescatarlos cuando quisiera, al mismo precio, más una pequeña cantidad de intereses.
La extraordinaria oferta de Hu tomó por sorpresa al empresario, al igual que sorprendió a los asistentes de Hu.
Hu contó entonces a sus asistentes algo que él había aprendido: “Cuando era un joven aprendiz en una tienda, mi jefe me pedía a menudo que fuera a cobrar deudas. Un día, mientras hacía mi ruta, empezó a llover a cántaros y vi a un desconocido que se estaba empapando. Como yo tenía un paraguas, lo compartí con él. Más tarde, a menudo compartía mi paraguas con cualquier persona que se encontrara bajo la lluvia. Con el tiempo, llegué a conocer a muchas personas que hacían la misma ruta, y nunca tuve que preocuparme si me olvidaba de llevar mi paraguas, porque muchos de los que había ayudado en el pasado compartían su paraguas conmigo”.
Dijo a sus asistentes: “Cuando estás dispuesto a compartir tu paraguas con otros necesitados, ellos también estarán dispuestos a compartir el suyo contigo”. Puede que el patrimonio familiar de ese empresario haya tardado generaciones en acumularse, y yo me habría aprovechado de la situación actual si lo hubiera comprado al precio que él ofrecía. Pero si lo hiciera, él podría no ser capaz de dar un giro a mejor por el resto de su vida. No se trata solo de hacer negocios, sino de poder salvar a una familia. Al hacer lo que hice, no solo me hice amigo de él, sino que también tengo la conciencia tranquila. A veces, todos podemos quedar atrapados en la lluvia, así que debemos echar una mano cuando podamos”.
La conducta ética de Hu llegó al corazón de los campesinos y de la alta burguesía local, lo que hizo crecer aún más su negocio.
Más tarde, el empresario que había vendido sus activos a Hu recuperó su patrimonio y se convirtió en uno de los socios comerciales más leales de Hu.
Relato 6 – Honestidad: nunca faltes a tu palabra
En el libro Shiji (Registros del Gran Historiador), hay una sección sobre la vida de Ji Bu, un conocido estratega y alto funcionario de principios de la dinastía Han. Era un hombre recto, siempre dispuesto a ayudar a los demás y extremadamente digno de confianza. Una vez que hacía una promesa, siempre cumplía su palabra, por muy difícil que fuera. Por ello, gozaba de muy buena reputación. Había un dicho: “Una promesa de Ji Bu vale más que mil taeles de oro”.
Ji Bu fue contratado por primera vez como general por Xiang Yu, rey del final de la dinastía Qin. Después de la derrota de Xiang Yu a manos de Liu Bang, el fundador de la dinastía Han (206 a.C.-8 a.C.), Ji Bu escapó a Puyang (en Henan) porque Liu Bang había puesto precio a su cabeza. Muchas personas hablaron en su favor y finalmente Liu Bang lo perdonó. Más tarde, Ji Bu ocupó varios puestos de alto rango durante la dinastía Han.
Aquí hay otra historia sobre Fan Li, que se mencionó en el relato 1.
Una vez tuvo dificultades en sus negocios, por lo que pidió prestadas 10.000 monedas a un hombre rico para salir del paso. Un año más tarde, el hombre rico fue a saldar sus deudas con Fan, pero el hombre accidentalmente dejó caer su bolsa en un río, y todo su dinero para el viaje, así como los recibos de sus préstamos se fueron con él.
Desesperado, fue a ver a Fan Li, quien inmediatamente le devolvió la deuda más los intereses, aunque el hombre no pudo presentar un recibo del préstamo. Fan Li también le ofreció dinero para cubrir su viaje.
La benevolencia y la honestidad de Fan Li se hicieron ampliamente conocidas, y esa integridad le ayudó a su vez a superar las dificultades financieras y le aseguró el éxito en los negocios.
En la antigüedad, la gente creía que no se podía ganar un lugar en la sociedad sin credibilidad. Hay que ser honesto y digno de confianza, coherente con las palabras y los actos, y no engañarse nunca a sí mismo ni a los demás.
Relato 7 – Sabiduría: no dejes que el dinero comprometa la moralidad
Hay una historia sobre este tema en un antiguo libro de la dinastía Han occidental, titulado Huinanzi-Renjianxun.
El duque Mu de Qin (659-621 a.C.) encargó a Meng Ming que dirigiera a sus soldados para lanzar un ataque secreto contra el estado vasallo de Zheng. En su camino, Meng Ming se encontró con Xian Gao, un hombre de negocios de Zheng, que le dijo a su socio Jian: “Los soldados de Qin han marchado miles de kilómetros a través de los territorios de varios estados vasallos. Deben estar aquí para atacar el estado de Zheng, y están seguros de que Zheng no está preparado para el ataque. Si les decimos que Zheng está bien preparado, no se atreverán a proceder”.
Así que Xian Gao y algunos otros fingieron que habían recibido órdenes de Zheng de recompensar a los soldados de Qin con 12 bueyes. Meng Juan y otros dos generales les creyeron y pensaron que Zheng debía tener ya sus defensas preparadas, así que llevaron a sus tropas de vuelta a Qin.
El duque Mu de Zheng estaba muy satisfecho con lo que hizo Xian Gao y le ofreció una extravagante recompensa. Pero Xian Gao declinó la oferta, diciendo: “Las tropas de Qin se retiraron porque les engañé con una mentira. Si acepto una recompensa por ese engaño, arruinaría la credibilidad de Zheng. Gobernar un estado sin credibilidad corrompería las normas sociales. No servirá recompensar a una persona a costa de arruinar la moralidad del estado. Cualquiera que respete la rectitud y la moralidad tampoco aceptaría una recompensa por un engaño”.
Poco después, Xian Gao se trasladó para establecerse en la región de Dongyi con sus subordinados y nunca regresó a Zheng.
Aunque Xian Gao hizo algo bueno por el estado vasallo de Zheng, comprendió que no debía fomentarse el engaño, pues de lo contrario esa conducta corrompería la moral pública. Nunca dejaría que el deseo de dinero comprometiera la moralidad.