Fuente: La Derecha Diario
Este martes, la cuenta de Twitter @OrigenesFilms, reveló material inédito: videos que registran la infiltración china y la persecución religiosa lanzada por el Partido Comunista chino (PCCh) en suelo argentino.
La reciente declaración abierta de Sergio Massa en China de que Argentina debería llamarse “Argenchina” parece que no fue una broma y tampoco es algo nuevo. “Argenchina” ya ha empezado hace años, según el informe por lo menos desde 2003, cuando la clase política argentina, de todos los colores, peronistas, radicales, del PRO, empezaron a ser comprados, uno por uno, por el PCCh.
En un video que publicaron en el sitio asiático Ganjing World, este usuario ilustra cómo, con sus ansias imperialistas y contratos donde ganan todos menos la gente, los chinos comunistas fueron socavando la soberanía de Argentina.
Según el informe, la bufanda roja que han recibido Alberto Fernández, Axel Kicillof, Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, y hasta Jorge Macri tiene un gran significado en el comunismo.
Los niños en China, a muy temprana edad, ya realizan su iniciación al comunismo usando un pañuelo rojo en el cuello. Su significado real es que ha servido por décadas como una señal de obediencia o incluso de iniciación a la secta más grande y perversa del mundo: el Partido Comunista Chino.
Los funcionarios chinos no pierden la oportunidad de imponer esta “insignia” a todos los dirigentes argentinos luego de firmar algún acuerdo. Estos visten la bufanda roja con mucha alegría sin averiguar qué hay detrás, o quizás saben perfectamente lo que están recibiendo.
La persecución a Falun Dafa llegó al territorio argentino.
Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, se originó en el noreste de China y empezó a ser enseñado públicamente en 1992, en un período donde hubo un boom de técnicas y disciplinas espirituales en el país, una manera de llenar el vacío que había provocado la total prohibición de las religiones formales y la promoción a punta de pistola de un Estado ateo.
Esta disciplina en particular se destacó de otras escuelas por la ausencia de cuotas o membresía, un fuerte énfasis en la moralidad y en la naturaleza teológica de sus enseñanzas. Este movimiento espiritual llegó a ser uno de los mayores desafiantes al comunismo ateo en China, hasta que el entonces dictador Jiang Zemin dio la orden de erradicar la práctica de todo el país.
El 20 de julio de 1999, se decreta la prohibición total de la práctica. Inmediatamente se bloquearon todos los accesos a internet que mencionaran Falun Dafa, se asesinaron a miles de practicantes, se arrestó a cualquier persona que tuviera un libro o hablara del tema, y en octubre de 1999 lo declaró una “organización herética” que amenaza la estabilidad social comunista y ordenó su aniquilación.
Desde entonces, los practicantes de esta disciplina espiritual milenaria de la Escuela Buda se han esparcido por todo el mundo, buscando refugio en países occidentales donde la disciplina no está prohibida.
Organismos de derechos humanos internacionales, las Naciones Unidas y parlamentos de todo el mundo han catalogado a esta persecución religiosa como un genocidio. Incluso la justicia argentina lo ha hecho en una serie de fallos a lo largo de los años.
Sin embargo, en los últimos años, China ha extendido sus tentáculos y ahora busca impedir que nadie en todo el planeta practique esta religión, que a su vez se ha transformado en una de las expresiones más anti-comunistas del mundo.
En Argentina, los practicantes argentinos de Falun Dafa han sido atacados y perseguidos en reiteradas ocasiones, con la Policía argentina actuando directamente “por encargo” de diplomáticos chinos que tiene como objetivo impedir que la disciplina se expanda por la comunidad asiática que habita el país.
En la actualidad, hay cinco causas judiciales abiertas contra ciudadanos de origen chino y también funcionarios argentinos por las agresiones realizadas públicamente a los practicantes argentinos.
El caso más paradigmático se dio en la cercanía del Hotel Sheraton durante el G20 del año 2018 en la Ciudad de Buenos Aires, cuando 9 creyentes de Falun Dafa fueron detenidos clandestinamente e incomunicados ilegalmente por la policía argentina por un pedido expreso del canciller chino.
Los practicantes de esta disciplina habían desplegado pancartas que decían “Verdad, Benevolencia, Tolerancia” cerca de la Embajada, y fueron golpeados brutalmente por la policía y removidos del lugar.
Según testigos que hablaron después de su detención, la pretensión del agregado militar de la embajada en ese entonces era de hacerlos desaparecer, llevándolos a la frontera con Uruguay donde los chinos se “harían cargo” de ellos para terminar con el problema para siempre.
Un país cuya policía actúa por encargo de una Embajada extranjera, y no por lo que dicen sus propios representantes, no es una nación soberana, por definición. Argentina es un país donde la libertad de culto está garantizada por la misma Constitución Nacional, pero Falun Dafa, quizás la religión más popular dentro de la comunidad china en el país, es brutalmente reprimida por un régimen comunista en el otro hemisfero del planeta.