Judith Flores – Gaceta.es
Una de las tareas pendientes de la oposición de Nicaragua es la creación de liderazgos que generen confianza y tengan capacidad de convocatoria. Hasta hoy, tras cinco años de las protestas de abril de 2018, no existen líderes representativos y los que se autodenominan como tales a través de las plataformas y medios de comunicación afines a ellos, no tienen la aceptación de buena parte de la población dentro y fuera del país por sus visibles vínculos con el sandinismo.
Con una tiranía que, igual que en la década de 1980, sigue encarcelando a opositores y confiscando propiedades, hay un esfuerzo por crear esos liderazgos y ha surgido la propuesta de crear «un grupo colegiado» en el exilio a través de «elecciones primarias».
El proyecto persigue convertirse en una opción «capaz de ser una verdadera alternativa al poder», dijo el excarcelado político Félix Maradiaga, integrante del consejo político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), la organización que aglutina al sandinismo disidente y sus oenegés. Es el mismo argumento que hizo en 2020, Azahálea Solís, abogada feminista vinculada al sandinismo, entonces miembro del consejo ejecutivo de la Alianza Cívica, que previo a las elecciones de 2021, dijo que estos factores «claramente debían asumir una opción de poder».
Pero el dictador sandinista Daniel Ortega descabezó a la oposición y encarceló a los precandidatos presidenciales que buscaban competir por la candidatura única de la oposición.
De acuerdo con los promotores de la propuesta, con una elección ya no habría cuestionamientos sobre la representatividad de los «liderazgos» en el exilio. Además, quienes hacen esta proposición también persiguen gestionar de manera colegiada fondos ante la comunidad internacional, según han expuesto; y para ese fin han creado oenegés en Estados Unidos.
El asunto ha generado debate en las redes sociales. Esto porque surge del seno de los mismos grupos que se atribuyen la representatividad de la oposición ante la comunidad internacional que están vinculados al sandinismo; los mismos que posan sonrientes y sin el menor rubor para las fotos con personajes del llamado «sandinismo disidente» y paramilitares señalados de crímenes y robos.
Muchos de los comentarios no son favorables a la propuesta, pero otros creen que es un paso que se debe de dar para escoger a «verdaderos opositores» que no estén comprometidos con el sandinismo y la agenda de la izquierda «progresista», en una elección transparente, amplia participación de activistas, y no los que son apoyados por el sandinismo y que reciben miles de dólares en ayuda a través de sus oenegés; algo que les daría ventaja en una eventual competencia.
Sobre el tema, algunos nicaragüenses opositores en el exilio, coinciden en que el sandinismo que gobernó con Ortega, estaría detrás de la propuesta.
El exiliado y expreso político, Jaime Ampié Toledo, asegura que es un movimiento apresurado para tratar de legitimar liderazgos que no cuentan con la representatividad del verdadero exilio y la verdadera oposición. «Creo que detrás está el sandinismo ochentero, que trata de poner algunos otros rostros que son (sus) allegados y que sabemos que tienen nexos políticos y económicos con ese sandinismo».
Christiam Martínez, exiliado político, considera «aberrante» hablar de unas primarias para escoger líderes opositores con los mismos actores que han estado cinco años fungiendo como representantes sin ser electos, incapaces de aglutinar a la oposición, y que pretendían legitimar las elecciones con Ortega sin una agenda clara y una salida de «aterrizaje suave», como propone el hermano del dictador, el exjefe del Ejército, Humberto Ortega, que ha servido de enlace entre la tiranía y sectores de la oposición.
«Quieren la representatividad para dialogar y crear condiciones para el aterrizaje suave. Esa es la propuesta que pretenden llevar a cabo los ya escogidos por debajo de la mesa», sostiene Martínez.
Para Ampie Toledo, en una elección primaria no estaría representado el exilio que pasa hambre y dificultades en diferentes países.
«El MRS (Movimiento Renovador Sandinista, hoy Unamos) muy hábil y malignamente ha creado diversas organizaciones opositoras de maletín que no tienen representatividad; sin embargo, a la hora de comicios donde se elijan a los liderazgos de la oposición nicaragüense, ganarían ellos, sus peones, para que dirijan una agenda que se nos quiere imponer y que no se ha consultado desde el 2018. Desde que empezó la ebullición social, ellos impusieron el diálogo con Ortega. A los que estábamos en los tranques no nos consultaron. Se nos dijo que había diálogo, que había que levantar los tranques; y no se consultó. La gente estaba en total desacuerdo y quieren seguir haciendo lo mismo», dijo Toledo.
«Ahora, hay otro problema, quieren imponer a los del grupo 222 – la mayoría de opositores expresos y desterrados -, aquí hay más expresos políticos que estamos exiliados y los que están todavía secuestrados por el sandinismo. Somos más de 800 presos, sin incluir a los presos que no son visibilizados porque las familias no denuncian por temor o razones de seguridad. Al final ellos quieren imponer sus leales por medio de mecanismos democráticos, pero lo que buscan es legitimar esos nulos liderazgos en esos representantes del sandinismo ochentero», acotó Toledo.
Buscar una salida a la crisis
El expreso político y comunicador, Jaime Arellano, dijo a través de sus redes sociales que la idea de escoger personas (para liderar) es para «terminar de una vez por todas con aquellos que se autodenominan representantes de la oposición, y (para) que la misma comunidad internacional oiga a los nicaragüenses que realmente escojamos».
Toledo Ampie sugiere a los que han participado en la lucha por la libertad de Nicaragua hacerse un autoexamen para determinar en qué se ha fallado y buscar soluciones. Además, propone como solución apartar a aquellos que han estado vinculados a violaciones de los derechos humanos desde 1979, porque son factores de división.
Eso incluye, «a los que han estado ligados a Daniel Ortega desde 1979 a la fecha, y los que han confabulado con el sandinismo para imponernos ese sandinismo por más de 40 años, que han venido lavando la cara a la dictadura de 1979, y que hoy nos los quieren presentar como la nueva panacea de la libertad, la justicia y la democracia cuando tienen crímenes y robos pendientes por los que no han sido juzgados», apuntó.
«Si el sandinismo y sus peones insisten en mantenerse tratando de dirigir esa oposición va a hacer imposible que exista esa auténtica unidad», subrayó.
Para la activista Dora Argüello, que promueve el boicot contra las empresas del régimen sandinista y sus allegados, una solución sería darles espacios a otros liderazgos; así lo hizo ver a través de sus redes sociales.
«¡Que divertido! La oposición por casi 5 años jamás estuvo de acuerdo en dar espacios en sus mesas de trabajo a nadie del exilio que no pensara como ellos, menos si se les cuestionaba. Se pidió, apoyo a paros, boicots, (para) pedir sanciones y siempre decían que no era el momento y ahora si quieren ver en fila al exilio eligiendo«.
Para Argüello, se han olvidado de lo más importante: «darle el espacio a la gente que nunca ha estado en la política«. El fin, de acuerdo con la activista «solo han jalado agua para sus molinos y allá afuera la gente se los vive diciendo, pero les sale más fácil bloquear al que cuestiona sus aspiraciones que poder oír a la gente».
Martínez sugiere que, en vez de un desgaste económico y logístico de unas elecciones primarias en el exilio, lo ideal sería empoderar y fortalecer a los activistas que desde antes del 2018 están luchando contra el sandinismo desde el exterior. Con esto, a su juicio, se fortalecería la posición antisandinista y se evitaría infiltrados que promuevan una agenda de izquierda que quieren imponer ignorando las creencias de los nicaragüenses.