Fuente: Libre Mercado

El coche privado en propiedad no pasa por sus mejores días. Las regulación estatales y comunitarias en materia medioambiental están limitando, regulando y encareciendo la utilización y la adquisición de vehículos. Las cifras no mienten: las matriculaciones de coches nuevos no despega pese a las fuertes subvenciones públicas, mientras que cada vez menos jóvenes deciden sacarse el carnet de conducir.

Ante las cada vez más estrictas normativas –como el anunciado veto al motor de combustión en la UE– los modelos asequibles están desapareciendo progresivamente del mercado, elevando con ello los precios incluso en el mercado de segunda mano. Junto a ello, el incremento de la fiscalidad verde y los impuestos sobre la circulación, así como las nuevas intervenciones urbanas promovidas por nuestros políticos, como las zonas de bajas emisiones o las ciudades de 15 minutos, desincentivarán cada vez más la compra de automóviles.

Pero esto no es todo, ya que existen otros elementos que están propiciando un cambio de tendencia en cuanto al modelo de utilización de los vehículos, desde un régimen de propiedad hasta uno de pago por uso. En primer lugar, el avance de la tecnología –especialmente en lo relativo a la inteligencia artificial o la velocidad de las conexiones de internet –hace cada vez más viable y segura la incorporación en las carreteras de los vehículos autónomos. Así, la futura expansión de este tipo de automóviles convertirá a los servicios de taxi sin conductor como una de las formas más cómodas de desplazarse.

Pero el avance técnico parece nada más que el medio por el que la agenda anti-propiedad quiere arrebatar a los ciudadanos la pertenencia de su vehículo personal. Esta tendencia, defendida por ciertas élites políticas y económicas –y marcada por el Foro de Davos como una de las predicciones para el 2030– se basa en el polémico eslogan “no poseerás nada y serás feliz”. De esta forma, los ciudadanos atenderán sus necesidades con servicios de alquiler o de pago por uso, un modelo opuesto a la propiedad por parte del consumidor final y, por lo general, con capacidad de generar mayores márgenes para las compañías.

“De conducir a ser conducido”

Sobre este asunto ha hablado recientemente una de las voces más relevantes dentro del futuro de la automoción: el CEO de Cruise, filial de General Motors dedicada al coche autónomo. Así, Kyle Vogt, en una entrevista para Fortune, asegura que “uno de los mayores cambios que ocurrirán en nuestras vidas es pasar de conducir a ser conducido”.

Y en cuanto a la tenencia en régimen de propiedad de los vehículos, el directivo lo tiene claro: “Ser propietario de un automóvil se verá como el máximo lujo en el futuro”, predice. Y pese a que indica que algunas personas buscarán esa exclusividad, asegura que “para la gran mayoría, va a ser mucho más barato simplemente presionar un botón en su teléfono y hacer que un taxi autónomo venga y lo lleve siempre a donde quiera ir, en comparación con tener su propio automóvil y tener que lidiar con el estacionamiento, tener espacio en el garaje, llevarlo al taller y mantenerlo limpio”.

Además, el director de Cruise reconoce que son los más jóvenes quienes están más interesados en la conducción autónoma: “Les encanta”, asegura, argumentando que son las nuevas generaciones quienes “están menos interesadas en la molestia de tener un automóvil”.

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