Fuente: Vision Times en español
La Fundación Bill y Melinda Gates anunció una subvención de 4,7 millones de dólares para Zelp, una empresa británica que crea y comercializa dispositivos para vacas -como una especie de mascarillas- que tendrían el fin de reducir las emisiones generadas por el ganado.
La fundación del magnate Bill Gates se ha caracterizado por financiar proyectos que -en teoría- son por el bien de la humanidad, pero suenan un tanto aterradores, tales como una tecnología para bloquear el sol, mosquitos transgénicos, carne artificial y chips subcutáneos, entre otros.
La empresa Zelp, fundada por Francisco Norris, utiliza tecnología para desarrollar un dispositivo para capturar y oxidar el metano directamente de las vacas, reduciendo así su efecto sobre el cambio climático, según difunden en su página web.
Los granjeros alquilan los dispositivos para que puedan etiquetar su carne como más ecológica y luego Zelp les vende créditos de compensación de carbono.
Esta empresa británica ha estado trabajando con uno de los productores de carne más grandes del Reino Unido para probar los dispositivos en vacas para «reducir la huella de carbono de la carne de res británica».
Se supone que alrededor del 95 por ciento del metano emitido por una vaca proviene de la boca (a través de los eructos) y de las fosas nasales, según Zelp.
La máscara facial se coloca alrededor de la cabeza del animal y captura el metano emitido cuando exhala. El gas viaja a través de un convertidor catalítico de tamaño micro y se libera a la atmósfera en forma de dióxido de carbono y vapor de agua.
La compañía dijo que las pruebas habían mostrado una reducción del 53 por ciento en las emisiones de metano y espera alcanzar el 60 por ciento el próximo año.
Agricultores europeos en la mira
Durante los últimos dos años, agricultores europeos han realizado protestas en contra de los recortes de emisiones de nitrógeno anunciados por los gobiernos, que algunos consideran una apropiación de tierras para dar paso a la Agenda 2030.
Por ejemplo Holanda, una de las áreas más densamente pobladas y cultivadas del mundo, parece ser un campo de pruebas para posibles implementaciones del programa de desposesión de agricultores, al menos en lo que respecta a la Unión Europea.
Los agricultores y otros sectores vinculados esgrimen que esta nueva «política ambiental» destruye la economía ya que requerirá que las empresas reduzcan las emisiones de nitrógeno en todo el país en un 50 por ciento, y hasta un 95 por ciento en algunas provincias para 2030.
En este sentido, son las vacas y los fertilizantes señalados como contribuyentes significativos a la contaminación, a pesar de que la veracidad de esas afirmaciones ha sido científicamente cuestionada.
Asimismo, el año pasado Nueva Zelanda anunció un plan impositivo que haría que los ganaderos pagaran por la «contaminación» provocada por sus animales, como el gas metano de los eructos y las ventosidades de las vacas o el óxido nitroso en la orina del ganado, lo que supuestamente disminuiría los gases invernadero y contribuiría con el problema del llamado ‘cambio climático’.
El presidente de la agrupación de ganaderos Federated Farmers, Andrew Hoggard, denunció que este programa «destriparía a los pequeños pueblos de Nueva Zelanda».