Joaquín Nuñez – El American
La relación entre Argentina y Ecuador está muy cerca de romperse gracias a una fuga y al misterio que hay detrás de ella. Aunque pueda parecer la trama de una novela de ficción policial, el episodio subió la temperatura diplomática entre ambos países y no está claro si bajará en un futuro cercano o si directamente se romperá el termómetro.
El episodio en cuestión tuvo lugar el pasado fin de semana del 11 y 12 marzo y envuelve a la exfuncionaria del Gobierno de Rafael Correa, María de los Ángeles Duarte. Quien ejerciera como ministra de Transporte y Obras Públicas entre 2010 y 2014, fue condenada en tres instancias y bajo dos gobiernos diferentes. ¿El motivo? Corrupción. Se la encontró culpable del reparto de unos 14 millones de dólares durante dos campañas electorales, provenientes de empresas de obras públicas, entre ellas Odebrecht.
Duarte se encontraba en calidad de huésped en la Embajada Argentina en Quito desde el 2022, pero luego se le dio el título de asilada. Es necesario recordar la gran relación entre Cristina Fernández de Kirchner, también condenada por corrupción y actual vicepresidenta de Argentina, y Correa. La crisis se desató cuando la exministra apareció el pasado lunes en la Embajada Argentina de Caracas, Venezuela.
Este escape, al mejor estilo Sylvester Stallone personificando a Ray Breslin, derivó en la expulsión de Ecuador del embajador argentino, Gabriel Fuks, quien se habría negado a entregar los videos de las cámaras de seguridad, los libros de ingreso y ninguna documentación que pudiera ayudar en la investigación que intenta averiguar cómo es que Duarte terminó en Venezuela.
Desde Ecuador no se explican como la funcionaria pudo esquivar a las fuerzas de seguridad, a sus servicios de inteligencia, a sus autoridades migratorias y a todos los controles aéreos de su país. Si Duarte ponía un pie fuera de la Embajada Argentina podía ser detenida tranquilamente, pero ahora está arropada bajo las alas de Nicolás Maduro.
Juan Carlos Holguín, canciller de Ecuador, compareció ante la Asamblea Nacional local (el Congreso) y tuvo palabras muy críticas hacia el Gobierno argentino, hoy encabezado por Alberto Fernández. “En el mejor de los casos hubo negligencia. Y en el peor de los casos hubo complicidad en su fuga”, disparó.
Además, acusó a Fuks de haber dado diferentes versiones sobre lo ocurrido. “Primero dijo que fue el viernes y después el sábado. Después me dijo que él no era el carcelero de nadie”, sumó el canciller, quien también reveló que existió un “un pedido de personal de la Embajada (Argentina) para que se retire un móvil de la Policía” que estaba realizando tareas de vigilancia y custodia.
Como respuesta, la Cancillería Argentina tomó la decisión de expulsar al embajador ecuatoriano, Xavier Alfonso Monge Yoder. “Lamentando por lo tanto la incomprensible decisión del Gobierno ecuatoriano de solicitar el retiro de Ecuador del Embajador Gabriel Fuks, se ha decidido adoptar por nuestra parte la misma situación con respecto al Embajador ecuatoriano en Argentina”, se lee en el comunicado.
Esta suerte de novela dejó la relación entre ambos países al borde de la ruptura. Desde Ecuador consideran que el escape no habría sido posible sin algún tipo de complicidad de la Embajada Argentina, por lo que tomaron la decisión de expulsar a Fuks. La respuesta de la Casa Rosada fue la misma.
Puertas adentro en Argentina, congresistas opositores pidieron explicaciones al canciller Santiago Cafiero. “La exministra fue investigada, juzgada y sentenciada por los más altos tribunales del país. Estamos frente a una situación de altísima gravedad y el canciller argentino debe dar explicaciones”, indicó el congresista argentino Ricardo Buryaile (UCR Formosa).
Su pedido fue acompañado por otros diputados de Juntos por el Cambio (la coalición opositora), como Karina Banfi, Pedro Galimberti, Roberto Sánchez, Gabriela Lena, Soledad Carrizo, Gerardo Cipolini, Carlos Zapata, Marcela Coli, Juan Martín, Lidia Ascárate y Pablo Torello.
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