Por Agustina Sucri – laprensa.com.ar
Así como en su momento la ley del aborto se convirtió en una prioridad para la Argentina, ahora se avecina otra legislación que persigue intereses que nada tienen que ver con el bien de la comunidad: la ley de la eutanasia. Otra normativa para la cual se usan vergonzantes eufemismos que no alcanzan a esconder su siniestra índole. En este caso, se habla de la “muerte digna” o de la “prestación de ayuda a morir”, tal como se la ha denominado en España. Allí, la ley de eutanasia tiene casi dos años de vigencia, desde su aprobación el 25 de marzo de 2021, que son suficientes para tener noción de los alcances, limitaciones, controversias -y sobre todo- falta de trascendencia que ha tenido, según lo puso de manifiesto el doctor español en Medicina y Cirugía José Cabrera Forneiro durante una masterclass virtual organizada por la Diplomatura en Derecho de la Salud de la Universidad Austral, titulada “Eutanasia, la experiencia española”.
“Muchas leyes que se están aprobando en el mundo y en España se aprueban a tenor de intereses espurios, no tanto de intereses de la colectividad. Y esto hay que dejarlo claro. Las leyes al final se aprueban y luego ya veremos si son de aplicación o no”, expresó de manera categórica Cabrera Forneiro, especialista en psiquiatría y en medicina legal y forense, quien además está diplomado en criminología y salud pública.
En esa línea, el experto remarcó que en la actualidad -siguiendo una tendencia mundial- España tiene una cantidad de “leyes absurdas, tales como la ley de la protección animal, la ley de transexualidad, la ley del Sí es Sí… Una serie de leyes que son para llorar, pero lamentablemente esas leyes están aprobadas por las Cortes Generales y ya tienen una aplicación. Por lo tanto, los juzgados y los tribunales están obligados a su cumplimiento”, evaluó.
Respecto de las motivaciones detrás de proyectos de ley de eutanasia, Cabrera Forneiro mencionó algunas. “Esta ley, cuando se aprueba por las Cortes Generales, busca sancionar el hecho de que el Estado es laico, que el Estado no es religioso. Los estados laicos se defienden de la fuerza moral de las religiones estableciendo criterios absolutamente neutros. Así pues, el Estado español dice el cuerpo humano es de cada individuo, y cada individuo del Estado español es muy libre de poner fin a su vida cuando quiera”, argumentó.
“Como persona religiosa, no veo mal que un Estado sea laico y quiera establecer un marco neutro y objetivo. Pero se me hace muy duro que lo hagan imponiendo unos criterios que van a obligar a mucha gente a ser objetores de conciencia”, expresó el especialista para luego añadir: “Los hospitales no están hechos para morir, están hechos para vivir. A mí no me gusta ver gente que vive con dolores horrorosos, pero hay muchas personas que viven con dolores horrorosos, que tienen sentimientos trascendentes y que quieren vivir con ese sacrificio y ese dolor porque quieren ver crecer a sus hijos, a sus amigos, a sus hermanos y están dispuestos a padecer ese dolor y ese sufrimiento a cambio de poder ver cada día por la mañana el sol y poder ver a su hijo, a su hermano. No tenemos por qué empujar a nadie a la Barca de Caronte porque lo digan las leyes”.
Por otra parte, Cabrera Forneiro hizo hincapié en que la ley de eutanasia española, en su propio preámbulo dice que “pretende dar una respuesta jurídica, sistemática, equilibrada y garantista a una demanda sostenida de la sociedad actual” y aclaró: “Es decir, esta ley surge porque hipotéticamente millones y millones de personas estábamos anhelando tener una ley sobre la eutanasia… ya sabéis que todo esto es mentira. Aquí no había millones y millones de personas pendientes de que hubiera una ley de eutanasia. Lo que sí había era miles y miles de individuos, políticos o no, que lo que querían era jugar al juego político de hacer una ley muy democrática, muy vanguardista, muy progresista y constituirnos así en la vergüenza de ser el séptimo país del mundo con una ley de eutanasia”.
Asimismo, hizo referencia al modo erróneo en que se utilizan las palabras con el afán de disfrazar el verdadero significado de estas leyes. “Eutanasia, significa ‘buena muerte’. Es un poco ridículo, la muerte nunca es buena. La muerte es el fin de la existencia. En vez de ponerle ‘ley de eutanasia’, podían haber escrito la ley para morirse pronto. Además, morirse pronto significa una pensión menos a pagar, un ahorro”, apuntó.
En ese sentido, el médico legista y forense admitió que “la muerte siempre ha sido un negocio”. “En España mueren al año 400.000 personas. Una muerte vale unos 3.000 euros, entre caja, el entierro, la incineración… Multiplicad 3.000 euros por 400.000 personas, a ver los millones de euros que salen”, graficó.
Para dar idea del verdadero impacto que tuvo la ley de eutanasia en España hasta el momento, estimó que a lo sumo arreglará entre 10 y 20 casos al año en un país que tiene más de 50 millones de habitantes. “¿Por qué digo que va a arreglar tan pocos casos? Porque la mayor parte de las veces la naturaleza opera maravillosamente bien. Cuando alguien tiene una enfermedad grave, pero al final se va a morir, el médico puede luchar todo lo que pueda, pero el corazón falla, se apaga y adiós”, ilustró.
Según describió Cabrera Forneiro, luego de los largos debates, la ley de la eutanasia ahora en España se ha olvidado. ¿Por qué? “Porque a los ciudadanos al principio les gusta mucho estar en la pomada de las leyes y luego se olvidan. Hasta que le toca a él. Y la mayor parte de las personas que en su día firmaron ‘yo no quiero que me hagan nada en la UCI’, cuando se hacen mayores y están en la UCI dicen ‘yo no quiero morirme’, porque al final hay un instinto básico de querer sobrevivir y en ese instinto básico de querer sobrevivir, la vida es una fuerza imparable. Todos queremos vivir”, explicó.
DEFINICIONES AMBIGUAS
En cuanto a las principales limitaciones que muestra la ley de eutanasia española, el especialista mencionó por un lado la necesidad de que el interesado en ser asistido para morir firme un consentimiento informado. “La persona que quiere dejar de vivir porque no puede más y se quiere acoger a esta ley, tiene que estar en conformidad, libre, voluntaria y consciente, en pleno uso de sus facultades mentales, porque si no está en pleno uso de sus facultades mentales, ya tiene que intervenir la justicia, el juez como garante de los derechos fundamentales”, precisó.
Otra limitación tiene que ver con el hecho de que, según esta normativa, es necesario que la persona presente un “padecimiento grave, crónico o imposibilitante”. “¿Qué significa padecimiento grave? Puede ser un cáncer tremendo, lleno de metástasis. Hay que hablar ya de enfermedad ‘grave e incurable’, con lo cual tiene que intervenir un médico que certifique que efectivamente esta persona tiene una enfermedad grave e incurable. Pero si yo tengo una depresión grave, es algo grave y mucha gente se suicida ante una depresión de este tipo… Entonces ¿cómo definir el límite de la enfermedad? En la ley de la eutanasia no se especifica cáncer de páncreas, no especifica demencia de Alzheimer, no especifica psicosis esquizofrénica”, subrayó, para luego agregar: “Hay muchas enfermedades que son imposibilitantes, que son incurables, que son crónicas, algunas de las cuales ni siquiera son mortales. Sin embargo, esto queda a vuestra imaginación”.
En tanto, Cabrera Forneiro afirmó que ante estos casos será necesario dilucidar “si las facultades mentales de la persona que decide poner fin a su vida están libres de polvo y paja. Es decir, aquí no se puede obrar si el consentimiento está viciado, porqué entonces volvemos a la intervención del juez como garante supremo de las libertades”.
OBJETORES DE CONCIENCIA
Sin dudas, un aspecto no menor será también el de los médicos que deseen ampararse en la objeción de conciencia al momento en que se les solicite administrar los medios para causar a la muerte a quien haya expresado esa voluntad. “Todos -médicos, enfermeros, etcétera- hemos jurado defender la vida a ultranza. Yo no me hice médico para matar, me hice médico para tratar de curar. Es cierto que hay veces que uno ve situaciones sangrantes y uno dice qué sufrimiento tan injusto, tan inhumano, tan doloroso. Pero soy médico, no soy Dios. Entonces, ese médico -que va a aplicar la medicación o va a dar la sustancia a las personas para que se la tomen-, puede objetar la conciencia”, enfatizó.
“La objeción de conciencia en la legislación española está sancionada en la Constitución y por lo tanto se aplica. Esto genera un problema y es que ahora hay que hacer listas de médicos objetores de conciencia en cada hospital, que son aquellas personas que no se prestan a la aplicación de esta ley. Así ya se establecen como partidas. Es decir, yo soy objetor, tú no eres objetor, ¿por qué tú sí, por qué yo no?”, prosiguió.
Para finalizar, Cabrera Forneiro pronosticó que la ley de eutanasia también será una realidad en la Argentina. “La ley saldrá porque los políticos se dedican a sacar leyes para justificar un sueldo y que nadie diga que son unos vagos. Saldrá y habrá que aplicarla seguramente. Habrá que confrontar derechos: la objeción de conciencia, la conveniencia, los límites, las certificaciones, aquellos documentos que tengan que estar firmados, tiene que haber bastante armonía entre los informes médicos de unos y otros… las leyes están ahí, las cumpliremos porque hay que cumplirlas, pero objetaremos. No aceptaremos las cosas como verdades porque sí”, sostuvo.
Y en esa línea consideró que en la Argentina debe establecerse un criterio de polémica y de debate, “para que no solo sean grupos políticos los que se apunten el tanto de decir mirad qué bueno soy, acabo de aprobar una ley de la eutanasia”.
Citando a José Saramago, cuando en una oportunidad le consultaron sobre la conveniencia de legalizar las drogas, Cabrera Forneiro animó a la sociedad argentina a exigirle a nuestros políticos que se ocupen de los verdaderos problemas que nos aquejan: “Deme usted de comer, no sea usted corrupto, haga carreteras buenas, haga hospitales buenos, ayude a la gente que está pasando sufrimiento y necesidad, mejores escuelas, que no haya la delincuencia que hay y luego hable usted de otras cosas. Como dijo Saramago: primero vamos a comer todos pan y luego ya legalizamos la droga, la eutanasia y el bienestar animal”, concluyó.