Fuente: La Derecha Diario

Con un total de 340 votos a favor y 279 en contra, el Parlamento de la Unión Europea aprobó oficialmente la prohibición total de todas las ventas de vehículos a base de nafta o diésel a partir de 2035. Incluso se verán afectados los autos híbridos, o cualquier otro modelo que no se comprometa con la estricta emisión cero.

El proyecto fue sustentado por el bloque socialista, la izquierda, los verdes y la mayor parte del bloque Renovar Europa, entre otros. Asimismo, la mayor oposición provino del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, en los que se nuclean la mayoría de los partidos de la derecha europea.

Las nuevas regulaciones no solo establecen un tope para 2035, sino que además agregan pautas sobre cómo deberá ser la reducción de la oferta de los vehículos damnificados. Para 2030 se determinó un objetivo de reducción de C02 del 55% para automóviles nuevos y 50% para furgonetas nuevas. Estos valores ascienden naturalmente al 100% para 2035.

También se aprobaron subsidios directos hacia empresas fabricantes que vendan más vehículos de emisión cero o de muy baja emisión (entre cero y 50 g de CO2/km). Esta cláusula del proyecto encierra otro objetivo implícito, que es la defensa proteccionista en respuesta a las medidas adoptadas por el presidente Joe Biden en Estados Unidos.

Los subsidios para la fabricación nacional de productos funcionan como un arancel implícito, y la Unión Europea aprobó la puesta en marcha de estas herramientas del mismo modo en que lo hizo Estados Unidos como parte de la “Ley de reducción de la inflación” de 2022.

Pero a pesar de la guerra proteccionista entre las economías desarrolladas y China, existe otro problema importante con las medidas extremistas aprobadas por la UE: el retraso relativo de su competitividad frente a China, India, Estados Unidos y otras economías altamente industrializadas.

Si bien el proyecto de la UE que la industria automovilística se encuentra en un proceso de transición hacia la movilidad eléctrica en todos los países competitivos, esto no se produce con la misma velocidad, y significa un riesgo importante para la competitividad europea en el mercado mundial.

La representante del grupo Identidad y Democracia, Sylvia Limmer, describió el problema con claridad, y lo expuso en el debate de la Cámara. “Los grandes defensores del frente roji-verde, nutridos por el consumidor, tan cómodos nos piden cosas que no hacen más que desplazar millones de empleos a terceros países. no hay movilidad con emisión cero”, advirtió.

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