Por Fernando Beltran – gaceta.es

El 29 de enero de 2022, miles de camioneros de Canadá marcharon a la capital del país, Ottawa, para protestar contra las draconianas medidas implementadas por el Gobierno del primer ministro del país, Justin Trudeau, para, en teoría, acabar con la pandemia de coronavirus.

El convoy comenzó para protestar contra los mandatos de vacunación para cruzar la frontera entre Canadá y Estados Unidos, que afectaban especialmente a los camioneros, pero más tarde derivó en una protesta contra las restricciones sanitarias de la pandemia en general, que en Canadá, a pesar de la baja cifra de muertos, fueron especialmente abusivas.

Con la excusa del coronavirus, Trudeau impuso fuertes restricciones durante los años de pandemia. En enero de 2022 pasó al ataque contra aquellos que rehusaban inocularse las vacunas elaboradas a toda prisa en los meses anteriores. «No creen en la ciencia y el progreso y son con frecuencia misóginos y racistas», dijo Trudeau. «Son un grupo muy pequeño de gente, pero eso no quita para que ocupen cierto espacio en la arena pública», añadió. «Esto nos lleva, como líder y como país, a tener que tomar una decisión: ¿Toleramos a estas personas?», se preguntó.

Esa actitud llevó a que el mandatario impusiera la vacunación a aquellos que cruzaban la frontera por motivos laborales, algo que afectó especialmente a los camioneros. A finales de enero, miles de camioneros de todo el país fueron formando el llamado ‘convoy de la libertad’, una manifestación que acabaría convirtiéndose en un símbolo de la resistencia a las arbitrariedades de los políticos con motivo de la pandemia.

El 29 de enero, hace exactamente un año, las decenas de miles de manifestantes convergieron en la capital del país para pedir el levantamiento de las restricciones. Las protestas fueron de tal magnitud que, durante unos días, Trudeau hubo de salir de la ciudad y refugiarse en paradero desconocido. Las protestas se extendieron por gran parte del mes de febrero.

Las protestas fueron respondidas con brutalidad policial. Pero ésta no fue la principal herramienta esgrimida por Trudeau ―que, por cierto, había aprobado una ley marcial que le convertía prácticamente en dictador―. sino sus amenazas, cumplidas en muchos casos, de dar permiso y/o instrucciones a los bancos para congelar o suspender las cuentas de particulares o instituciones que hubieran apoyado con dinero a la organización de la protesta.

Sin embargo, la acción de los camioneros sirvió para que los primeros ministros de las provincias anunciaran el levantamiento parcial o total de las restricciones e inspiró protestas similares en varios países como Francia, Bélgica y Estados Unidos. Fue un aviso a navegantes: la gente ya no estaba dispuesta a imposiciones draconianas. El vodevil tenía que terminar.

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