Por Carlos Esteban – gaceta.es
Esto de los documentos clasificados encontrados en el garaje del presidente se pone cada vez más feo. Terriblemente feo. No sé cómo van a retorcerlo los medios del régimen para que no suene, francamente, horrible.
Dos informes sitúan a Hunter Biden en la residencia de los Biden en Wilmington, Delaware, mientras ganaba millones de dólares en negocios con empresas vinculadas a la inteligencia china. No sé cómo podría empeorar la pinta que está adquiriendo este escándalo que los medios hacen denodados esfuerzos por relegarlo a página par.
Para abrir boca, el prestigioso periodista Seamus Bruner nos cuenta en Breitbart News que «en pleno periodo de adicción a las drogas y mientras retozaba con prostitutas y hacía negocios con empresarios vinculados a los niveles más altos de inteligencia china, Hunter Biden vivía en la casa donde Joe Biden almacenó los documentos clasificados«.
Hunter cometió, probablemente hasta arriba de crack, el error de registrar como precio del alquiler 49.910 dólares, una cifra tan descomunal que ha sido comentada con asombro por opinadores de prensa y usuarios de redes sociales. En realidad, esa cantidad corresponde al depósito de fianza más los seis primeros meses de alquiler para el espacio de oficina principal en la prestigiosa Casa de Suecia en Washington DC. Pero lo interesante es que el periodo en el que, según el propio Hunter, estuvo viviendo en la casa de Wilmington, en Delaware, coincide con los días en que varios miembros de la «famiglia» Biden estaban cobrando grandes cantidades de empresarios extranjeros con conexiones con los niveles más altos de los servicios de inteligencia estatales chinos a través de la empresa de energía CEFC, básicamente una firma controlada por el estado en 2018. Qué diablos, el propio Hunter describió a Patrick Ho, uno de los altos ejecutivos de CEFC, como «el puto amo del espionaje chino».
Siguiendo a Bruner, a principios de 2017, Hunter se comunicó directamente con el personal de CEFC y voló a Miami en febrero de ese año para reunirse con su presidente, Ye Jianming. Durante este viaje, Ye Jianming le dio a Hunter un diamante de 3,16 quilates valorado en aproximadamente 80.000 dólares. Nueve días después, Hunter recibió dos transferencias bancarias separadas de tres millones de dólares que las autoridades de lucha contra delitos financieros del Departamento del Tesoro clasificó como «sospechosos».
Y luego está lo que cuenta el Washington Free Beacon, según el cual que las fotos del «portátil diabólico» de Hunter le sitúan en la casa de Wilmington en julio de 2017. Los documentos secretos se almacenaron allí en enero de ese mismo año.
Las fotos son «la evidencia más concreta hasta la fecha» de que Hunter, que estaba negociando activamente un trato con una compañía de energía china vinculada al PCCh, tenía acceso a áreas de la residencia de su padre donde se almacenaban documentos clasificados.