Mamela Fiallo Flor – Panam Post
La posibilidad de elegir un «tercer género» en documentos oficiales ya es una realidad en algunos países. Es decir, que en los registros oficiales no existe solo las dos opciones, de hombre y mujer, sino una tercera alternativa. Estados Unidos es uno de ellos. Pero en Suiza la propuesta del tercer género no fue aprobada.
Luego de dos iniciativas parlamentarias, el Consejo Federal afirmó que «el modelo de género binario todavía está fuertemente arraigado en la sociedad suiza».
«Actualmente no existen las condiciones sociales previas para la introducción de un tercer género o para una renuncia general a la entrada de género en el registro civil», argumentó el consejo.
Para implementar esta medida sería necesario hacer «numerosos» cambios en la Constitución y en las leyes nacionales y estatales. Las personas en Suiza están registradas como hombres o mujeres y no hay otras opciones disponibles. Una comisión nacional de ética en 2020 encontró que no era un momento apropiado para un cambio en ese sistema. Ahora esta posición fue ratificada.
Suiza es la única nación que tiene el alemán como lengua oficial donde no se permite un tercer género. Tanto Alemania como Austria ya tienen opciones distintas a hombre y mujer para los documentos de sus ciudadanos.
Mujeres perjudicadas en nombre de la identidad trans
En las naciones anglosajonas esta tendencia se ha vuelto una realidad cada vez más presente. El activismo trans, representado por la «T» en el acrónimo LGBT, presiona para quebrar la «estructura binaria». De esa manera reemplazan la biología con la ideología. Logran que la identidad no dependa de la realidad sino de la percepción. Bajo la gestión de Joe Biden, en EE. UU. ya es posible escoger un género distinto a hombre o mujer en el pasaporte.
Pregonan una supuesta inclusión que en la práctica perjudica a las mujeres, que ahora son forzadas a compartir celdas con hombres que se declaran mujeres, incluso con depredadores sexuales. Y si se atreven a cuestionarlo, sus penas son agravadas. En el Reino Unido, las prisioneras que llaman a los reclusos transgénero con el pronombre «él» enfrentan tiempo adicional en la cárcel. Ha habido casos de abuso sexual e incluso de embarazos. Y aun así no pueden llamar hombre a sus agresores.
Uno de los casos más extremos ocurrió en Canadá, donde en 2019 un Tribunal de Derechos Humanos incluso otorgó 50.000 dólares a un individuo «pangénero» por el daño sufrido al no poder solicitar un pasaporte que reflejara los géneros múltiples, tal vez infinitos, con los que se identificaba.
El psicólogo clínico y politólogo Jordan Peterson saltó a la prominencia por protestar contra las leyes de género, ya que permiten la censura y castigan a las personas por cómo hablan y piensan. Ahora Suiza pone un freno a este activismo e ideologización y no permite que se imponga el llamado tercer género.
Suiza se caracteriza por su sistema de representatividad que abarca todo el espectro político y habilita plebiscitos continuos para una participación activa. Los ciudadanos tienen solo dos opciones para votar, registrarse como hombre o mujer. Y así seguirá siendo de acuerdo con la última decisión respecto a la propuesta de incluir el tercer género en los documentos oficiales de Suiza.