Por Oriana Rivas – Panampost.com
Tan solo queda un día para las elecciones de segunda vuelta en Georgia que definirán la configuración del Senado estadounidense en los próximos dos años. Tanto el Partido Demócrata como el Republicano se disputan la banca con sus candidatos: el socialista Raphael Warnock y el exjugador de fútbol americano Herschel Walker. Por lo tanto, en ese balotaje, el 6 de diciembre, se definirá no solo la popularidad de ambas toldas políticas, sino la posibilidad de frenar o impulsar la agenda legislativa del presidente Joe Biden.
En intención de votos hay un estrecho margen entre ambos. El 49 % de los votantes indicó que respaldaría a Warnock frente al 47 % que votaría por Walker, según una encuesta reciente de Emerson College Polling y The Hill. Sin embargo, el balance retrata un margen de error importante, ya que 4 % se mostró indeciso. Por ende, se trata de un empate técnico.
De manera que la lucha es voto a voto. Y para no caer en errores que les cueste el dominio de la Cámara Alta, los demócratas están recurriendo al expresidente Barack Obama, una carta que han usado en reiteradas ocasiones en lugar del propio Joe Biden, posiblemente por un tema de popularidad. Y es que actualmente la desaprobación del mandatario es de 55 % según la encuestadora Ipsos. Un indicador que no ayuda a impulsar una elección tan importante para su partido.
Mientras tanto, la Casa Blanca intenta disimular esta ausencia de Biden. Aseguran que «no importaba donde estuviera el presidente; su mensaje resonó mucho”. Usan como excusa que el Partido Demócrata no salió derrotado en gran medida de las elecciones intermedias del pasado 8 de noviembre. Pero las costuras tras esos comicios son evidentes.
La importancia del 50-50
Barack Obama hace campaña cada vez que el Partido Demócrata necesita ganar sí o sí una contienda electoral. Sobre todo en Georgia, un estado donde Warnock ya había ganado en las elecciones generales del año 2020. Sin embargo, no deja de perseguirlo un pasado que incluye pleitesías al dictador cubano Fidel Castro cuando este visitó Nueva York en el año 1995 para la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Ese gesto, marca desde entonces su carrera política.
Con ese pasado, Warnock espera ganar el escaño por Georgia para el Senado en las elecciones del 6 de diciembre frente al republicano Walker. De por sí, previamente la carrera por la gobernación significó una victoria para el partido que lidera el expresidente Donald Trump. Con 53,43 % de los votos el candidato Brian Kemp ganó a la demócrata Stacey Abrams, quien obtuvo 45,86 %.
Biden tampoco visitó ese estado antes de esas elecciones intermedias del 8 de noviembre, en las cuales ninguno de los candidatos al Senado alcanzó el 50 % de los votos y por eso se decidió que irían a segunda vuelta según la ley local. En esa lejanía, entró Obama. Es una votación tan estrecha que el Partido prefiera dejar de lado a Biden en plena campaña.
El motivo, es que tal como indica The Hills, una victoria de Warnock daría a los demócratas una ventaja de 51 escaños frente a 49 en el Senado, una banca adicional sobre su mayoría actual. Lo cual «sería un colchón pequeño pero significativo para el partido y su capacidad para confirmar candidatos judiciales y administrativos, e inclinaría la balanza de los comités más a favor de los demócratas». Pero si gana Herschel Walker, el escenario será diferente. Quedaría 50-50 y aunque existe el voto decisivo de la vicepresidente Kamala Harris, hay temor entre los demócratas porque significaría que no hubo mayor avance en cuanto a su popularidad dentro del electorado estadounidense.
El futuro de Biden
Con este escenario, las urnas en Georgia se preparan para las votaciones mientras que otras han llegado a los centros electorales previamente por correo. Pero que el Partido Demócrata use a Barack Obama para impulsar su campaña no significa una victoria segura. Por ejemplo, él mismo impulsó a la candidata a la gobernación, Stacey Abrams y esta perdió. Lo mismo con Michigan, donde el senador republicano Ron Johnson fue reelegido.
Lo cierto es que el estado definirá el funcionamiento del Congreso de Estados Unidos y la dirección que tome la Administración Biden en el terreno legislativo. Más aún, porque los republicanos lograron avanzar en la Cámara de Representantes ganando el 8 de noviembre 221 escaños frente a 213 demócratas. Eso, pone en apuros a la Casa Blanca.