Fuente: Derecha Diario
Luego de que el Partido Republicano se impusiera en las elecciones de medio término y Trump anunciara su candidatura a presidente, el Fiscal General de Joe Biden, Merrick Garland, anunció la decisión del presidente de designar un fiscal especial para investigar al ex mandatario republicano.
En un anuncio televisivo, Garland informó que Jack Smith fue designado por la Casa Blanca como fiscal especial a cargo de la investigación de los documentos clasificados que Trump se habría llevado ilegalmente a su domicilio. Smith se desempeña actualmente como el Fiscal General Adjunto de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Esta movida no es solamente para presionar a su principal rival político, si no que se trata de una retaliación por el anuncio de la bancada republicana que hará uso de su mayoría en la Cámara de Diputados a partir del año que viene para investigar todos los posibles delitos que aparecen en la computadora portátil de su hijo, Hunter Biden.
El mismo Hunter Biden reconoció en diciembre de 2020 que está siendo investigado por el FBI por el delito de lavado de dinero en Delaware. Desde entonces, diversos reportes confirmaron que en estos delitos también participaron el hermano del presidente, Jim Biden, y el propio mandatario, Joe Biden.
A pesar de las críticas de los juristas que expresan que es necesaria una mayor independencia política en una investigación que involucra nada más ni nada menos a la familia presidencial, Garland se ha negado a designar a un fiscal especial independiente que investigue estos hechos de corrupción como ahora lo hace con Trump.
Cabe aclarar que los delitos por los que se lo acusa a Trump son significativamente menores que los de la familia Biden. De hecho, el propio Washington Post, el diario por excelencia del Partido Demócrata, admitió esta semana que los documentos que Trump se llevó a Mar-A-Lago no eran archivos clasificados y que lo hizo porque tiene el mandato de construir la Librería del 45° Presidente, como todos los presidentes en los últimos 100 años.
El pasquín demócrata concedió que los documentos y posesiones personales que el FBI secuestró en Mar-A-Lago eran de interés personal y que no había indicios de que Trump tuviera la intención de vender ningún secreto nacional, como el nuevo fiscal designado por Biden supuestamente investigará.
“Los agentes federales y los fiscales han llegado a creer que el motivo del expresidente para supuestamente tomar y guardar documentos clasificados fue en gran medida su ego y un deseo de conservar los materiales como trofeos o recuerdos, según personas familiarizadas con el asunto”, reconoce una parte del artículo.
En otras palabras, Trump se llevó a su residencia personal archivos y documentos que previamente desclasificó como parte de una tradición que envuelve a todos los funcionarios que pasan por el Despacho Oval y que consiste en llevarse recuerdos para rememorar su etapa en la Casa Blanca.
“Las entrevistas del FBI con los testigos hasta ahora tampoco apuntan a ningún esfuerzo ilícito por parte de Trump para aprovechar, vender o utilizar los secretos del gobierno. En cambio, el expresidente parecía motivado por un deseo más básico de no renunciar a lo que creía que era su propiedad”, admite la otra parte de la nota.
En una entrevista exclusiva con Fox News, Trump salió al cruce al conocer los nuevos avances del lawfare en su contra. El exmandatario confirmó que no colaborará con este circo manejado por los demócratas y que continuará defendiéndose ante la opinión pública.
“He estado pasando por esto durante seis años, durante seis años he estado pasando por esto, y no voy a pasar por esto más. Y espero que los republicanos tengan el valor de luchar contra esto”, dijo Trump en la entrevista.
“Se ha demostrado mi inocencia durante estos seis años en todo: desde falsos impeachments hasta la investigación de Mueller que no encontró ninguna colusión con Rusia, ¿y ahora tengo que pasar por más?. No es aceptable. Es tan injusto. Es tan político”, concluyó el republicano.
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