Por Michael Mustapich – BLes.com

El 1 de noviembre, se dio a conocer por primera vez un reporte de la Associated Press que describe un suceso acontecido en agosto del corriente año, y que protagonizaron barcos de pesca chinos y la Guardia Costera estadounidense.

La flota pesquera china es conocida por sus actividades depredadoras en los océanos del mundo. Muchos países elevaron sus quejas al régimen chino y a las entidades encargadas de regular y legislar las cuotas de pesca en aguas internacionales. La sobreexplotación y la pesca ilegal en aguas territoriales pusieron en alerta a los gobiernos y a diferentes organizaciones conservacionistas. 

Esto puso en movimiento a la Guardia Costera de EEUU, que amparados legalmente por la Organización Regional de Manejo Pesquero del Pacífico Sur, iniciaron diez días de patrullaje en busca de pesca ilegal. 

El 4 de agosto, no muy lejos de las islas Galápagos, en el Pacifico oriental, el barco de la Guardia Costera detectó a una flota de cerca de 100 pesqueros de calamar chinos e inició su acercamiento para inspeccionar si las embarcaciones cumplían con las reglas y no pescaban ilegalmente.

A pesar de que China es firmante de los mismos tratados internacionales que avalan este tipo de inspección, tres de los barcos se alejaron rápidamente, pero uno de ellos giró bruscamente apuntando directo al guardacostas “James”, obligándolo a maniobrar para evitar la colisión.

El teniente de policía Hunter Stowes quien se encontraba en el barco americano, declaró:

“En su mayor parte, querían evitarnos, pero pudimos maniobrar de manera efectiva para que estuviéramos seguros todo el tiempo”

Esta agresión contra la Guardia Costera en su primer misión de inspección, represento una violación al protocolo marítimo internacional. El abordaje en altamar por parte de barcos en representación oficial, con el fin de verificar el cumplimiento de las leyes, es considerado legal gracias a los convenios adoptados por unanimidad en 2011, bajo el Acuerdo sobre Poblaciones de Peces de la ONU.

Las experiencias de esta primera incursión de la Guardia Costera contra la pesca ilegal, no salieron al público hasta más de un mes después de la campaña. Tampoco se habló del altercado con los tres barcos chinos ni del nombre de los mismos. Aparentemente, la administración Biden estaría analizando la situación y la posibilidad de incluir a los barcos infractores en la lista negra de pesca en el Pacifico.

Sin embargo, las reacciones por parte del régimen chino no se hicieron esperar. El Ministerio de Relaciones Exteriores envió una protesta formal al gobierno americano. En un comunicado a la AP declararon: 

“El comportamiento de Estados Unidos es inseguro, opaco y poco profesional”

 “Exigimos que la parte estadounidense detenga sus peligrosas y erróneas actividades de inspección”.

También acusaron a EEUU de realizar las inspecciones sin seguir los protocolos de COVID, poniendo en peligro la vida de los marinos.

Esta acusación fue cuestionada por la Guardia Costera, afirmando que el grupo de inspección, además de estar vacunado, usó los elementos de protección adecuados, como se puede ver en las fotos tomadas durante la misión.

Entre los detalles del procedimiento de inspección que se filtraron de fuentes internas y que prefieren conservar el anonimato, apareció el nombre de uno de los barcos que huyeron de la Guardia Costera. El Yong Hang 3, con bandera de conveniencia panameña, pero perteneciente a la flota pesquera china, transporta el pescado de regreso, dejando al resto de los barcos más chicos faenando en la zona. Este barco parece tener serias acusaciones en su contra, incluso la de ignorar las órdenes de las autoridades marítimas de Panamá de cooperar con los americanos.

Los propietarios de barcos utilizan banderas de conveniencia usualmente para reducir los costos en impuestos o para aprovechar normativas menos exigentes. En el caso del barco chino podría ser para ocultar sus actividades.

La máquina de devorar peces

El régimen chino dice tener 2600 barcos pesqueros operando en aguas distantes, lo que la convierte, por mucho, en la flota más grande del mundo. En un esfuerzo por acaparar la riqueza marina, y después de agotar los recursos en aguas cercanas, el PCCh impulsa esta industria con fuertes subvenciones y pocas reglamentaciones, que hacen que a la hora de cumplir con las leyes internacionales se muestren siempre dispuestos a hacer “la vista gorda”. O como dijo Peter Thomson, Enviado Especial del Secretario General de la ONU:

“Para decirlo sin rodeos, esto es como pagar a los ladrones para que roben la casa de tu vecino”.

Una maniobra usual usada por barcos de la flota, es apagar sus transpondedores (dispositivo de localización) para ingresar de forma furtiva en aguas territoriales ajenas, lo que desembocó en varios enfrentamientos con las fuerzas navales latinoamericanas. Un  ejemplo fue el ocurrido en territorio marítimo de Argentina, donde un guardacostas del país hundió a un barco pesquero chino que intentó embestirlo después de ser descubierto pescando ilegalmente. 

El área que circunda las islas Galápagos y que son parte de las aguas territoriales de Ecuador, son un imán para la flota pesquera china por la abundancia de pesca, sobre todo del calamar, que comprende cerca de la mitad de toda la captura. Casi todos los años se reúnen cerca del límite territorial. Estas aguas son parte de la Reserva Marina de Galápagos, que poseen una biodiversidad única. En julio del 2020, alrededor de 340 barcos chinos, se encontraban en la zona. En este último año, el número ascendió a 476.

En agosto del 2017, un juez ecuatoriano sentenció a la tripulación de un barco chino con hasta 4 años de prisión por pesca ilegal dentro de las aguas cercanas a Galápagos, tras encontrar a bordo 300 toneladas de especies casi extintas o en peligro de extinción. Se contaron 6600 tiburones, incluidos tiburones martillo.

 China firmó los tratados internacionales que prohíben la pesca del tiburón para consumir sus aletas; sin embargo, no prohíbe el consumo en su territorio.

 Organizaciones de derechos humanos han denunciado reiteradas veces los abusos cometidos contra la tripulación, que cuentan también con integrantes de otros países y a los que fuerzan a cumplir largas jornadas de trabajo por un magro salario y bajo condiciones deplorables. En Montevideo, Uruguay, se registró el arribo de al menos un cadáver cada dos meses durante los últimos 6 años, provenientes de la flota china.

El testimonio de los tripulantes de un barco pesquero chino que pescaba ilegalmente tiburones en el Pacifico, mostró al mundo las condiciones infrahumanas que soportaron.

Jornadas laborales de 18 horas, bebiendo agua desalinizada, de mala calidad y sin alimentos adecuados, provocando la muerte de dos de sus compañeros, cuyos cuerpos fueron arrojados al mar.

La falta de interés del régimen chino por acabar con este tipo de prácticas, y la escasa o casi nula participación a la hora de colaborar con las otras naciones, pone en manifiesto que limitar la explotación pesquera, la conservación de especies o los derechos humanos no están en su agenda.

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