Fuente: La Derecha Diario

El pasado jueves llegó a muchos celulares a través de estados de WhatsApp un cartel de desaparecido de una mujer de nombre Gabriela Sevilla. En las publicaciones se pedía que ayuda para encontrarla y se mencionaba que desapareció el pasado 19 de octubre a las 7:20 p.m.

Lo más impactante del caso es que, según explicaban las publicaciones, Gabriela desapareció camino a la clínica en plena labor de parto. Ante una mujer a punto de dar a luz desaparecida, la preocupación por ella y por el bebé inició una campaña mediática y social nunca antes vista en Perú.

Todos los medios comentaron acerca del caso, y muchos apuntaron a culpar a la pareja y padre del bebé por “violencia de género”, utilizando como única prueba una supuesta demora en la denuncia. Las redes sociales tenían los ojos puestos en otra persona: el taxista de la empresa que la estaba llevando a la clínica, quien también era buscado por las autoridades y sospechoso.

Como no podía ser de otra manera, colectivos feministas tomaron “control” del caso y comenzaron a culpar a los varones y la sociedad entera por la desaparición, a pesar de que no se sabía nada.

Para las feministas, y como lo repitieron varias de sus referentes en cuanta entrevista dieron, el secuestro había ocurrido por la supuesta violencia sistemática patriarcal y como causa la sociedad, la familia, y la religión.

Todo el relato feminista alrededor de este caso se desplomó en poco menos de 24 horas. El viernes amanece con el gran alivio de saber que a las 5:40 a.m. apareció la madre en el Hospital Militar. Sin embargo, la madre apareció sin la supuesta hija, llamada Martina, que habría nacido en este lapso.

Inmediatamente se activaron los protocolos de migraciones para prohibir la salida de bebés recién nacidos sin que estén plenamente identificados. Comenzaron a aparecer controles policiales nunca vistos y los medios repetían constantemente la noticia.

Gabriela había señalado ante la Fiscalía que al entrar en labor de parto comunicó a su familia que la alcancen en la clínica donde tenía que dar a luz. Según su relato, cuando se sube al taxi perdió el conocimiento hasta que despierta en un cuarto con “dos varones” para empezar a pujar. Una vez que nace su hija, sin llorar, dichos “varones” le informan que nace muerta. Luego, uno de estas personas le dice que si los denuncia no le van a devolver el cuerpo.

Esto volvió a darle una luz de respiro a los colectivos feministas, y muchas personalidades tomaron la “lucha” en tiempo récord. Comenzaron a reclamar nueva leyes y medidas del Gobierno para derribar el patriarcado. Llegaron incluso a estar de acuerdo en que la niña había sido secuestra por ser mujer y que “ni bien salió de la panza de su madre ya experimentaba la violencia machista”.

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Por segunda vez en tan solo 48 horas, el aprovechamiento feminista de este caso tuvo una frenada en seco. El ministro del Interior, Willy Huerta, apareció en los medios de comunicación informando a la población que, de los exámenes físicos y hormonales, Gabriela Sevilla nunca ha estado embarazada.

Los médicos han indicado hasta el momento que no había embarazo”, mencionó a la prensa y añadió que no tenía signos de haber sido golpeada ni drogada.

Cabe señalar que en Perú fingir un embarazo en una denuncia está penado con cárcel. Según la jurisprudencia asentada en 2019 por el presidente de la Corte Superior de Lima Norte, Vicente Pinedo, la mujer que cometa este delito recibirá una pena privativa de la libertad no menor a un año ni mayor de cinco años.

Por ahora la principal hipótesis es que la mujer fingió un embarazo, no solo durante el periodo que estuvo desaparecida si no que desde antes, a su propio marido y a su familia. Los tíos de la mujer precisaron que la joven hasta les mostró hasta ecografías, pero indicaron que nunca la vieron con barriga.

Se desconoce por qué esta mujer de 30 años podría haber fingido durante 9 meses estar embarazada, pero se tiene certeza que la falsa desaparición ocurrió como una excusa para evitar ir al hospital con su pareja y quedar en evidencia.

Desde ya, los grupos feministas insisten que el ministro está mintiendo. La propia ministra de la Mujer. Claudia Dávila, compañera de gabinete de Willy Huerta, señaló que “Martina existe” y que debe seguirse investigando su paradero.

Yo tengo serias dudas de que Gabriela no haya estado embarazada. Me genera dudas que esto haya podido ser armado sobre todo que la víctima ha narrado todos los hechos que ha sufrido y la situación de su bebé. No sé por qué han salido esas declaraciones del ministro del Interior”, negando totalmente que una mujer pueda mentir.

El fin de semana posterior, los medios mostraron análisis hormonales de la mujer que demostraban la ausencia de embarazo. Pero los referentes de la izquierda y el feminismo recalcitrante no dieron el brazo a torcer. El cómico Tito Wanka, desde su Twitter, señaló que seguía sin creer esta versión y pidió que “quemen todo” y salir a marchar hasta que aparezca la bebé.

Este lunes, finalmente Gabriela Sevilla declaró ante cámaras, y se dedicó a negar todo lo dicho por el Ministro, señalando que los exámenes que le realizaron eran incompletos y que por eso no aparecía su embarazo.

Aseguró tener todos los exámenes y revisiones de un médico privado que demostraban que se encontraba embarazada; pero hasta la fecha no ha enseñado ninguno. El colectivo feminista finalmente cedió que no hubo tal cosa como un secuestro, pero insisten con que su bebé fue asesinada por médicos varones, aunque no se da otra razón que “el patriarcado”.

La última novedad oficial del caso es que la pareja de Gabriela Sevilla, Ramiro Galvez, declaró en la Central Operativa de Investigación Policial (Dirincri), donde narró todo lo que había vivido con la joven desde que le comunicó que estaba embarazada. Según los reportes, el hombre se echó a llorar y junto con la PNP comenzó a atar cabos y terminó por darse cuenta que había sido engañado con el embarazo.

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