En la antigua China, cuando la moral se sostenía con gran estima y la gente respetaba al Cielo, a la Tierra y a los seres divinos, la mayoría de los funcionarios trataban de hacer buenas acciones y evitaban ser corruptos.
Había un dicho: “Estar en una posición oficial ofrece una oportunidad para hacer más actos virtuosos”. En otras palabras, los funcionarios entendían que, al llevar a cabo su responsabilidad de gestionar los asuntos estatales, deberían tener en cuenta los intereses superiores de las personas y servirles de todo corazón y virtuosamente.
Los siguientes son ejemplos de la historia china.
La bondad de Yao Shike fue recompensada
Yao Shike era un guardia de la prisión en la dinastía Song. Una vez, un pariente del canciller de la corte imperial fue acusado de traición, y él y toda su familia fueron arrestados y encarcelados.
Creyendo que sería ejecutado, el hombre le dijo a Yao Shike: “Mi muerte es inminente. Tengo oro escondido en una habitación secreta. Ve a buscarlo y luego cómprame un poco de veneno. Cuando llegue el momento, moriré con mi familia tomando el veneno. Por favor, cuida de nuestros asuntos funerarios después de que nos hayamos ido.
Yao Shike lo consoló, diciendo: “La corte imperial está implementando una política de benevolencia en estos días, y muchos casos se han manejado con indulgencia. Preguntaré sobre su caso. Si su vida no puede ser salvada, entonces podemos hablar sobre lo que me dijo. Veamos qué puedo hacer por usted.
Más tarde se estableció que este pariente del canciller “no estaba involucrado en la traición” y él y su familia fueron absueltos.
El hombre estaba tan agradecido con Yao Shike por salvar su vida y la vida de su familia que insistió en darle a Yao Shike cien piezas de oro, pero Yao se negó a aceptarlas, diciendo que solo hizo lo que debía.
Yao Shike no tenía ningún hijo, pero después de eso, tuvo ocho hijos, y todos llegaron a ser eruditos destacados.
Wang Simin defendió a un hombre inocente
Wang Simin de Huangyan trabajó en la cárcel del condado local.
Una vez un hombre fue etiquetado como ladrón y arrojado a la cárcel.
Al descubrir que el hombre había sido acusado injustamente, Wang Simin fue con el magistrado para defender la inocencia del hombre. El magistrado consideró razonable su declaración y liberó al hombre.
Después Wang Simin aprobó un examen del gobierno y fue ascendido a juez en Qingzhou, una región que sufrió una devastadora inundación ese año.
Cuando el jefe de censores fue a inspeccionar el área afectada, Wang Simin le pidió ayuda, presentando al jefe de censores una larga lista de víctimas del hambre que necesitaban ayuda desesperadamente.
El jefe de censores se negó a otorgar asistencia a las personas hambrientas. Desesperado, Wang Simin, cargando la lista con él, se arrojó a un río para suicidarse.
Desconcertado, el censor en jefe rápidamente dio órdenes de sacar a Wang Simin del río. Conmovido por el corazón de Wang Simin en ayudar a la gente, el jefe de censores acordó otorgar asistencia por desastre a la gente en Qinzhou.
Más tarde Wang Simin regresó a su ciudad natal para llorar la muerte de su padre.
Un día, salió a buscar un mejor cementerio para su padre y encontró un buen lugar, que pertenecía al hombre para quien había obtenido justicia años antes.
Después de que Wang Simin le dijo que estaba buscando un cementerio para su padre, el hombre dijo: “No hay problema. Nuestra familia posee esta montaña. Puedes elegir el lugar que quieras”. Poco después, Wang Simin trasladó la tumba de su padre al nuevo lugar que había elegido.
Después el nieto de Wang Simin se convirtió en un postulante exitoso en los más altos exámenes imperiales y sirvió en la corte imperial. Dos de sus bisnietos también se desempeñaron como funcionarios de alto rango en la corte, y siempre hubo alguien en cada una de las generaciones posteriores de la familia que tuvo éxito en los más altos exámenes imperiales.
Iluminación para este tiempo
Tristemente en la China de hoy, donde los valores morales tradicionales se han deteriorado a un extremo impactante, los funcionarios honestos son difíciles de encontrar. La mayoría consideran sus posiciones de poder como una oportunidad para buscar ganancias personales.
“Usa el poder que tienes antes de que expire” se ha convertido en un lema común para la mayoría de los funcionarios en la China comunista de hoy, ya que intentan cosechar tanta riqueza y beneficios como puedan antes de perder sus posiciones.
La causa raíz de tal declive moral radica en la naturaleza perversa del partido comunista chino (PCCh) en el poder, que ha arruinado por completo la cultura tradicional china y los valores éticos.
En especial, su “sistema legal”, es inescrupulosamente corrupto.
Innumerables practicantes de Falun Gong han sido severamente perseguidos durante los últimos 21 años. Han sido ilegalmente arrestados, encarcelados, torturados e incluso asesinados por sus órganos.
Los abogados que se han pronunciado para defender a los practicantes de Falun Gong y a su fe en Verdad-Benevolencia-Tolerancia y que defendieron a otros grupos de personas que buscan justicia contra la corrupción y las diferentes formas de represión, también han sido perseguidos. Han sido ilegalmente arrestados, detenidos, encarcelados, torturados o simplemente desaparecidos.
El manejo del PCCh con el coronavirus de Wuhan, que podría haberse contenido, pero que por encubrimientos intencionales y desinformación se convirtió en una pandemia mundial mortal que ha permitido que más y más personas, tanto dentro como fuera de China, vean cuán malvado es realmente el PCCh y las voces que piden justicia son cada vez más fuertes.
Las lecciones de la historia nos recuerdan que las sociedades inmorales no permanecen por mucho tiempo y que el dicho: “La buena voluntad será recompensada y el mal sufrirá un castigo” es una verdad obvia, que nos recuerda la forma correcta de comportarse, para nuestro propio beneficio y el de los demás.