Por Oriana Rivas – Panampost.com

A pocos días para las elecciones presidenciales y con 81 % de electores decididos por cuál candidato votar, según la firma Datafolha, se llevó a cabo el último debate en Brasil. Por supuesto, el presidente Jair Bolsonaro y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), fueron los protagonistas. Ambos se jugaron su última carta para captar votos antes del domingo 2 de octubre.

Al igual que en el debate de agosto pasado, estuvieron presentes Ciro Gomes, por el Partido Democrático Laborista (PDT); Felipe D’Avila, del libertario Partido Novo; la senadora Simone Tebet, por el Movimiento Democrático Brasileño (MDB); Soraya Thronicke, de Unión Brasil; y el padre Kelmon Luis da Silva Souza, por el Partido Laborista Brasileño (PTB).

No obstante, la tensión del debate presidencial en Brasil la marcaron los dos principales candidatos. El actual mandatario conservador dejó saber lo que podría padecer el país si el candidato progresista y de izquierda llegara de nuevo a la Presidencia, ya que en el pasado cuando este gobernó «Brasil era una cleptocracia» por la razón de que «Lula fue el jefe de una gran organización criminal». Por eso, el exhorto de Bolsonaro a los votantes es dejar atrás el historial de corrupción que marcó por 13 años a la política brasileña. Primero con el mandato de Lula da Silva y posteriormente con su aliada Dilma Rousseff.

«Mentiroso, exconvicto y traidor»

Los intensos choques surgieron desde el primer bloque. Y es que el expresidente de izquierda decidió ausentarse del segundo debate presidencial. Algunas versiones indicaron que la razón fue el pobre desempeño que tuvo en el primero, aunque su equipo aseguró que se debió a temas de agenda. Sea cual fuera la causa, el líder del PT tuvo que enfrentarse al pasado que le recordaron sus contrincantes.

Bolsonaro no tuvo problema en traerlo a colación. «Mentiroso, exconvicto y traidor a la patria», le dijo en su cara a Lula. No sin antes señalar a los hijos del izquierdista por «robar millones» durante el gobierno del PT. «El gobierno que nos precedió no tuvo ningún compromiso, ningún respeto por la familia brasileña. Es un gobierno que quiso imponer la agenda de la ideología de género […], que quiere la liberación de las drogas», fue otro de los argumentos del actual presidente.

Sus palabras fueron en consonancia con aquel primer debate donde mencionó el pasado de Lula da Silva con casos como los sobornos de Petrobras y el programa social Bolsa Familia. Bolsonaro añadió esta vez el nombre de Celso Daniel, un importante dirigente del PT asesinado en el año 2002. Para el mandatario, su contrincante de izquierda pudo haber tenido responsabilidad en el crimen, ya que salió beneficiado. A Lula se le concedió el derecho a réplica para decir que el fallecido dirigente «era su amigo».

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Los nexos de Lula con el STF

No quedó allí, Bolsonaro aseveró que los procesos Lava Jato contra Lula quedaron anulados porque el PT tiene un “amiguito” en el Supremo Tribunal Federal.

La mención al máximo tribunal no fue la única que hizo el mandatario el día del debate. Más temprano señaló al magistrado Alexandre de Moraes por sus vínculos con Geraldo Alckmin, el candidato a vicepresidente de Lula. «Alexandre, usted tiene todo un pasado en el Gobierno de Alckmin y por eso quiere un presidente que sea rehén. Abusa del poder con bajezas», aseveró. En una seguidilla de discursos, Alckmin lanzó el mismo día lo que pareció ser una amenaza. Dijo que si el candidato de izquierda gana en primera vuelta, eso ayudaría a reducir la violencia.

Esta vez, el expresidente izquierdista intentó enfrentar a las acusaciones. Aunque mencionó el aumento del salario mínimo durante su presidencia, también recurrió a exageraciones. Por ejemplo, al decir que bajo su gestión las exportaciones aumentaron a 482.000 millones de dólares, cuando estuvo muy por debajo.

Otros candidatos incluso se unieron a los señalamientos de ambas partes, demostrando que el discurso político se centra en Bolsonaro y en Lula da Silva. Uno trajo los mejores indicadores para Brasil aún con una pandemia de por medio. Al otro lo persiguen señalamientos por corrupción y su estrecha amistad con dictadores latinoamericanos.

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