Por Oriana Rivas – PanAm Post
Finalmente el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habló sobre la crisis fronteriza. Sin embargo, lejos de anunciar alguna medida para controlar la inmigración irregular, lo que hizo fue incentivar un problema que actualmente sobrepasa la capacidades de las patrullas y las autoridades en Texas y Arizona.
Sus palabras surgieron en la Casa Blanca cuando un periodista le cuestionó por qué la frontera está «más abrumada» bajo su supervisión. A lo cual, Biden dijo que «no era racional» enviar a migrantes provenientes de Venezuela, Cuba y Nicaragua a sus países de origen. Es decir, no considera recurrir a la deportación.
De esta manera, las críticas contra el mandatario aumentan. Los cruces fronterizos superan la población total de Nuevo México en lo que va de año fiscal 2022, mientras la Casa Blanca ignora el problema. Por su parte, los gobernadores Greg Abbott, de Texas, Doug Ducey, de Arizona, y recientemente Ron DeSantis, de Florida, están enviando autobuses a ciudades «santuario» para descongestionar albergues y centros de procesamiento.
Consecuencias del discurso demócrata
En total, se estima que 12000 migrantes han sido trasladados en autobuses desde Texas y Arizona hacia Washington DC, Chicago y Nueva York, pero la cifra sigue siendo ínfima en comparación con las 203.597 personas que cruzaron de forma irregular solo en agosto. Sin contar el medio millón de personas que podrían haberse dado a la fuga luego de cruzar por la frontera sur.
El efecto que podrían tener las nuevas palabras del presidente demócrata respecto a la inmigración irregular está por verse. Pero hay precedentes de lo que ocurre cuando esboza argumentos que apelan más a una política de puertas abiertas. Por ejemplo, en los años 2018 y 2019 Kamala Harris no paraba de publicar en Twitter mensajes dando la «bienvenida» a los migrantes de todo el mundo que pisaban EE. UU. El resultado de esa retórica se vio cuando Biden y ella ganaron la presidencia y vicepresidencia, respectivamente.
Los migrantes se volcaron a la frontera sur. “Creemos que el nuevo presidente nos dejará pasar, Dios nos ayude”, declaró uno de ellos a inicios de 2021, cuando el mandatario estaba por comenzar su periodo presidencial. En consecuencia, ahora los estados fronterizos no pueden asumir la cantidad de migrantes que llegan a diario de forma irregular.
Ignorando el problema
Probablemente Joe Biden hizo mención a los venezolanos, cubanos y nicaragüenses porque estos están superando en número a otras naciones que históricamente lideraban los flujos migratorios por tierra hasta EE. UU. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) lo dejó por sentado en su último balance.
La cantidad de personas de México y el norte de América Central cayeron por tercer mes consecutivo y representaron solo 36 % de los encuentros únicos. En cambio, los encuentros únicos provenientes de Venezuela, Cuba y Nicaragua aumentaron 175 % con respecto a hace un año.
Las tres naciones están sumidas en autoritarismos que acabaron con las mínimas condiciones de vida para sus ciudadanos y eso impulsa a la inmigración irregular a EE. UU. Sin embargo, el país norteamericano bajo el mandato de Biden desarticuló leyes migratorias que garantizaban la agilidad en el procesamiento de estas personas en resguardo de la soberanía estadounidense. Sin mecanismos de este tipo, la crisis se desbordó en la frontera sur.
No solo la Administración Biden ignora el problema, sino que tal como lo demostró hoy el mandatario, no hay intenciones de solucionarlo. Cuando en otro momento le preguntaron qué opinaba sobre el envío de migrantes a Delaware que estaría planificando el gobernador Ron DeSantis, Biden respondió: «Debería venir a visitarnos. Tenemos una hermosa costa».