Por Gabriela Moreno – Panampost.com

Un mes en el poder le llevó al presidente de Colombia, Petro Gustavo, restablecer las relaciones con Venezuela. A través de su cuenta de Twitter, el mandatario anunció que el próximo 26 de septiembre ambas naciones reabrirán la frontera.

«Como primer paso, se reanudará la conexión aérea y el transporte de carga entre nuestros países», adelantó Petro, alegando que es parte del «compromiso del Gobierno por restablecer las relaciones de hermandad».

Esta reapertura de fronteras ocurre lejos de las condiciones que la administración del expresidente Iván Duque planteó, entre ellas, la salida de Nicolás Maduro del poder y elecciones libres por considerar al chavismo «la peor dictadura de América Latina».

La Corte Penal Internacional sigue su largo camino de investigación sobre caso venezolano, denunciado en el máximo tribunal por Colombia y otros cinco países de la región. Pero la justicia internacional es lenta. La condena no ha ocurrido y bajo el gobierno de Gustavo Petro está sobre la mesa la posibilidad de retirar la demanda. Quizá por ello Duque admitió  en una reciente entrevista con CNN su «gran frustración» como gobernante ante la permanencia de Maduro al mando de Venezuela.

Aerolíneas calientan motores

La aerolínea colombiana Avianca celebró de inmediato en sus redes sociales la medida que le permitirá reanudar sus vuelos a Venezuela luego de haber iniciado desde hace cuatro meses el proceso operativo y regulatorio para retomar próximamente la ruta Bogotá – Caracas.

Del otro lado de la frontera hizo un anuncio similar la línea aérea venezolana Avior, que también aprovechó la decisión surgida de los acuerdos entre la Casa de Nariño y Miraflores para adelantar su intención de volar nuevamente a territorio colombiano, luego de dos años de haberse suspendido las operaciones.

Desde cero

El restablecimiento de relaciones con el régimen de Nicolás Maduro significa «revisar la infraestructura de puentes y vías; encontrar locales para consulados; transporte de carga y pasajeros; reactivar el comercio; infraestructura de salud y educativa; reapertura de pasos existentes y nuevos pasos», aseguró el embajador de Petro en Caracas, Armando Benedetti en su cuenta de Twitter. Es «empezar de cero», agrega.

La «cooperación judicial»

La nueva página de las relaciones entre ambas administraciones también incluye la activación de «la cooperación judicial entre Venezuela y Colombia». Benedetti lo anunció en la misma red social donde ha dejado correr a cuentagotas el alcance de esta «hermandad» con el chavismo.

La alcalde de Bogotá, Claudia López, le agradeció al «querido embajador» por la diligencia, argumentando que «la paz y tranquilidad de panas y parceros en Colombia y en Venezuela depende de que se combatan conjunta y eficazmente las organizaciones criminales». Le precisó además en Twitter que ‘Niño Guerrero’ –la cabeza de la organización criminal Tren de Aragua, detenido en la cárcel de Tocorón, en el estado Aragua, Venezuela– y su aliado ‘Giovanni’ deben ser aislados en el penal porque desde allá ordenan operaciones criminales, asesinatos y coordinan el narcotráfico.

Pero esa «cooperación judicial» puede ir también en otra dirección. Entre los dirigentes políticos venezolanos exiliados en Colombia hay temor sobre su futuro en el país desde antes del anuncio de Benedetti, quien no precisa si esta cooperación incluye deportaciones o extradiciones de aquellos políticos en territorio colombiano fichados por Miraflores. El caso de Lorent Saleh, que fue entregado al régimen de Nicolás Maduro durante el gobierno de Juan Manuel Santos, aviva los temores de muchos exiliados en Colombia que en algunos casos ya han empezado a buscar otros horizontes.

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