Por Mamella Fiallo Flor – Panampost
La dictadura de Daniel Ortega no cesa sus ataques contra la Iglesia católica. Ya son tres los sacerdotes que han sido secuestrados por las autoridades al servicio del régimen sandinista ante la mirada indiferente de los gobiernos totalitarios de la región como Venezuela y Cuba. Pero no hay ninguna novedad en este comportamiento. Lo que ha llamado la atención en los últimos días es el silencio del Vaticano y el giro del nuevo gobierno colombiano en su política exterior, una comparación que además eleva la indignación de los nicaragüenses con la Santa Sede, pues en el caso de Gustavo Petro prevalece su posición política alineada con la izquierda radical, pero en el caso del papa Francisco la feligresía exige una defensa incondicional de los representantes de su Iglesia en el país centroamericano.
“En Nicaragua priva la impunidad y el régimen tiene sumido al país en un estado de excepción de facto. Tememos por la vida de monseñor (Rolando José) Álvarez, también por la vida de las presas y los presos políticos inocentes. Ya son dos hermanos que mueren estando en la cárcel en manos del régimen. No permitamos que muera uno más”, indica una carta firmada por más de 60 organizaciones católicas enviada la semana pasada al papa Francisco en la que también reprochan que «la persecución y el odio del régimen contra la Iglesia católica no tienen ninguna justificación». Pero sin duda lo que más ha destacado de la misiva ha sido el clamor al Vaticano: “No nos dejen solos, escuchen nuestra palabra”.
El caso más reciente fue el del presbítero Óscar Benavidez, párroco de la parroquia Espíritu Santo, en el municipio de Mulukuku, detenido la tarde del domingo 14 de agosto por motivos desconocidos, según señaló la Diócesis de Siuna en una declaración. El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CEDIDH) dijo que se trató de una detención arbitraria. Benavidez es el tercer sacerdote detenido por el régimen de Daniel Ortega en lo que va de año y el noveno que se encuentra bajo custodia policial.
Un silencio escandaloso
Como «escandalosa» calificó el periodista Andrés Oppenheimer la decisión del sumo pontífice de no pronunciarse sobre los acontecimientos en Nicaragua en una columna de opinión publicada en El Nuevo Herald. “El silencio del papa sobre Nicaragua es apenas una de varias sorprendentes omisiones recientes de su parte (…) Recientemente encontró el tiempo para hacer un viaje de seis días a Canadá, para pedir perdón por los abusos de la Iglesia en el siglo XIX y en la década de 1970. ¿Qué era más importante ahora?”, cuestionó.
Esto es justamente lo que reclaman los nicaragüenses. El silencio del papa Francisco preocupa a los católicos en el país centroamericano sometido a la brutal dictadura de Ortega. Aunque la postura del Vaticano no es nueva. En abril de 2019, Francisco llevó al arzobispo auxiliar de Managua a la Santa Sede por las amenazas contra su vida en Nicaragua. Pero monseñor Silvio Báez aclaró en ese momento que la decisión de salir del país no había sido suya. “Yo no he pedido salir, he sido llamado por el Santo Padre. Esta decisión de que yo abandone Nicaragua es una responsabilidad del Santo Padre”. También Edwin Román, párroco de la iglesia San Miguel Arcángel de Masaya, sigue fuera del país, quien ha aprovechado las redes sociales para alzar su voz.
Atentado contra la libertad de culto
La persecución ha sido tal que hasta las Hermanitas de la Caridad, la orden de monjas de la Madre Teresa de Calcuta, fueron deportadas de Nicaragua. En un solo día el régimen cerró siete radios católicas y tiene desde hace más de 10 días al arzobispo de Matagalpa encerrado en su casa. «Nos cerraron nuestras radios, a Dios no lo callarán», exclamó en ese momento el obispo nicaragüense Rolando José Álvarez Lagos.
La arremetida de la dictadura contra la Iglesia católica no tiene límites. Incluso el domingo pasado se prohibió a los fieles entrar a misa. Entonces fue celebrada al aire libre y la comunión entregada a través de un muro. Ahora, por último, Ortega prohibió las procesiones y las vigilias. Se trata de un ataque frontal que prácticamente suprime la libertad de culto.
El giro cómplice del gobierno de Petro
Ante los múltiples atropellos sufridos en Nicaragua, en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) sometió el pasado viernes a votación una resolución para condenar las violaciones a los derechos humanos en este país, la cual fue aprobada con 27 votos a favor, uno en contra y cuatro abstenciones. Pero llamó la atención que hubo dos ausencias: Nicaragua y Colombia.
Esto encendió las alarmas por representar un giro en la política exterior del país sudamericano bajo el nuevo gobierno que dirige el izquierdista Gustavo Petro, considerando que su antecesor, Iván Duque, fue un férreo defensor de las democracias y no dudó en condenar a las dictaduras de la región durante su mandato. De hecho, luego de dejar la Presidencia, Duque reapareció este miércoles en las redes sociales justamente para calificar como «aberrante» lo que ocurre en Nicaragua, agregando además que «guardar silencio frente a tanta tiranía es una complicidad histórica». No hizo falta que mencionara nombres para saber a quién iban dirigidas sus palabras.
El Congreso pide explicaciones
Por esta decisión de Colombia de ausentarse de esta sesión de la OEA incluso fue llamado el gobierno de Petro a responder ante el Congreso. “Se citará al canciller para que rinda cuentas sobre las acciones u omisiones de Colombia respecto de la violación de los derechos humanos que se están dando en Nicaragua por la persecución a la Iglesia católica, debido a que Colombia decidió ausentarse de la sesión extraordinaria de la OEA que abordó tal situación”, señaló Mauricio Giraldo, senador conservador.
Con la firma de 25 senadores de los partidos Alianza Verde, Liberal, ASI, Cambio Radical, Conservador y Centro Democrático, Giraldo logró citar al canciller Álvaro Leyva Durán para que responda por su inacción ante la persecución de la dictadura de Daniel Ortega a la Iglesia católica en Nicaragua. “El pueblo nicaragüense no está solo. Colombia los apoya en su lucha por el ejercicio de la libertad religiosa en su país”, manifestó Giraldo.
Mientras calla la cabeza, habla el cuerpo
Giraldo es católico practicante, padre de cinco hijos. Encarna lo solicitado por Francisco: «Hagan lío». A su vez es testimonio fiel de lo dicho por el papa emérito Benedicto XVI: «Es el tiempo de los laicos». En la Iglesia católica todos los bautizados forman parte del cuerpo místico de Cristo. Por ende, la herida de uno afecta a todos.
Si no habla la cabeza, el cuerpo se pronuncia. Ante el silencio del sumo pontífice, responden los laicos al clamor de Nicaragua al Vaticano.
Ya en México y en diversos países se han realizado plantones en las afueras de las embajadas de Nicaragua. Se espera que este jueves le toque el turno a Quito, Ecuador. Asimismo, ha habido pronunciamientos de múltiples diócesis y arquidiócesis. A la par, continúan los reclamos para que Francisco sea la voz de los perseguidos y no cómplice con su silencio.