Por Andrés Vacca – BLes.com
La desaceleración del crecimiento de la economía china está haciendo tambalear las bases del régimen comunista. Cada vez es más notorio que el sistema que impulsó su desarrollo durante las últimas décadas ya está agotado e incluso se está transformando en una burbuja que de estallar podría provocar una gran catástrofe social y económica, afectando también al resto del mundo.
El régimen ha implementado una serie de políticas económicas expansivas durante el último año para recuperar su economía, sin embargo los objetivos de crecimiento de un 5,5% declarados para el 2022 ya son inviables.
Con un estado interventor en su máxima expresión, el gobierno demuestra ya no saber qué variables ajustar para corregir los indicadores económicos que parecieran no tener rumbo determinado.
Los datos económicos del primer semestre del año confirman los peores temores anunciados por economistas y analistas del mercado. En el segundo trimestre, el PBI de China creció un 0,4% respecto al año anterior y se contrajo un 2,6% en comparación con el primer trimestre según informa la Oficina Nacional de Estadísticas de China.
Dado que los datos otorgados por el régimen comunista no son confiables, se estima que los indicadores económicos pueden ser incluso mucho peores de lo declarado oficialmente.
Como era de esperar, el régimen comunista no asume estos indicadores como un fracaso e intenta disfrazar las estadísticas para que la situación no pareciera tan grave, destacando por ejemplo que “China en el segundo trimestre logra un crecimiento positivo”, sin embargo es de público conocimiento que una economía estable funciona no solo con indicadores positivos sino cuando se cumplen las expectativas. Lo cual en este caso no estaría sucediendo ni en lo más mínimo.
La crisis de estabilidad económica que atraviesa China es multifactorial, desde luego están los factores de contexto internacional como la inflación y la guerra en Ucrania, pero entre los principales se puede notar fácilmente que el accionar del régimen y sus políticas comunistas asumen una responsabilidad clave en la situación.
Algunos puntos que explican la situación económica de China y ponen en duda su estabilidad
Como se mencionó anteriormente la inflación internacional y la guerra en Ucrania son factores que pueden de algún modo afectar las economías de los países. Sin embargo aquí nos centraremos concretamente en algunos aspectos que responden exclusivamente al régimen comunista y que hoy son clave para comprender la inestabilidad económica que podría terminar en una profunda crisis si no hay un cambio de rumbo.
Occidente disminuyó profundamente sus importaciones de China, en parte por sus propios problemas económicos pero también por la decisión de algunos países de dejar de importar productos de la zona de Xinjiang debido a las serias denuncias que indican una violación sistemática de los derechos humanos de la minoría étnica uigur, quienes estarían siendo utilizados para realizar trabajo esclavo en el desarrollado sistema productivo de la región.
El 21 de junio de 2022 entraron finalmente en vigor las medidas impuestas por los Estados Unidos que buscan regular las importaciones provenientes de la región de Xinjiang.
Según las nuevas reglas determinadas en la Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uigur (UFLPA, por sus siglas en inglés), las empresas estadounidenses no podrán importar productos de la región de Xinjiang de China a menos que puedan demostrar fehacientemente que los mismos no son producidos bajo condiciones de trabajo forzado o esclavitud.
Varias importaciones de la región rica en recursos, incluidos el algodón y los tomates, ya habían sido prohibidas durante la administración de Donald Trump, gran precursor de la lucha contra la explotación laboral y la violación de derechos humanos en Xinjiang.
Cuando se implementaron las medidas muchos funcionarios estadounidenses instaron a los países aliados y socios comerciales para que se unan al boicot contra la explotación perpetrada por el régimen comunista chino y de hecho la comunidad Europea, Canadá, Gran Bretaña y otros países se unieron rápidamente con medidas del estilo a las implementadas en Estados Unidos.
Otro factor que indiscutiblemente está provocando la crisis económica de China es la fuga de firmas internacionales que ya no desean producir en China debido a los cierres orwellianos que impuso el régimen por la pandemia del coronavirus, los aumentos de costos, la enorme represión regulatoria por parte del Partido Comunista Chino (PCCh) y el complot llevado a cabo por consumidores responsables en Occidente para promover que se deje de comprar a firmas que producen en China con mano de obra esclava.
En este sentido empresas como Amazon, Airbnb, Linkedin, Yahoo son solo un ejemplo de la cantidad de firmas que decidieron abandonar al gigante asiático buscando instalarse en países que otorguen mejores condiciones comerciales, mayores libertades y estabilidad.
“Si bien China representa un mercado lucrativo y de rápido crecimiento, el cálculo de costo-beneficio se ha vuelto desfavorable para las empresas estadounidenses que operan en sectores en los que Beijing está reprimiendo y afirmando un control más directo”, dijo Eswar Prasad, profesor de economía y política comercial en la Universidad de Cornell y exjefe de la División de China del Fondo Monetario Internacional, resumiendo adecuadamente los motivos por los que tantas firmas decidieron dejar de invertir en China.
Crisis inmobiliaria
La profunda crisis inmobiliaria en China deja en evidencia que todo el sistema inmobiliario basado en especulaciones financieras se está desmoronando por completo. Esta situación pone en riesgo a todo el sistema productivo de China, lo que provoca en última instancia que los inversores internacionales sean mucho más cautelosos a la hora de invertir en China y opten por desviar sus fondos a otros mercados.
Fitch Ratings, la agencia internacional de calificación crediticia, publicó algunos meses atrás un informe en el que aseguraba que de continuar la tendencia en la caída de las ventas de inmuebles en China, por lo menos un tercio de las empresas desarrolladoras calificadas por ellos sufrirían un inevitable déficit financiero en los próximos meses.
La advertencia de Fitch Ratings hoy se está cumpliendo y las empresas constructoras, debido a sus déficits financieros y a la falta de liquidez se ven obligadas a demorar e incluso suspender las obras en ejecución perjudicando a sus clientes, que al suspender el pago de sus cuotas, profundizan aún más la delicada situación.
Esta falta de liquidez también está afectando al sistema bancario que tal como quedó demostrado en las últimas semanas, en algunas regiones ciertos bancos no permitieron a los pequeños ahorristas acceder a sus fondos lo que generó malestar social y protestas que fueron rápidamente reprimidas por el régimen.
A pesar de haber silenciado a los manifestantes, el régimen no logró eliminar la evidencia de que el sistema financiero de China podría estar al borde del colapso y que justamente las políticas comunistas adoptadas como la represión, la falta de libertades, la poca transparencia y la excesiva intervención estatal son las principales causas.