Por José Hermosa – BLes.com

Si bien el máximo líder del régimen chino, Xi Jinping, se ha ocupado de fortalecer su poder durante los casi 10 años que ha permanecido en el cargo, con la posibilidad de continuar en él, no está despejada del todo su reelección para un tercer período.

Durante el próximo XX Congreso del PCCh, a celebrarse en otoño, Xi se postularía para un tercer período, no obstante esta aspiración frustraría las ambiciones de los posibles postulantes al cargo más elevado del régimen chino.

El mismo Xi asumió un desafío de gran envergadura al reformar la disposición del Partido Comunista de China (PCCh) que limitaba a solo dos los períodos permitidos para liderarlo, cada uno de cinco años.

Dado que el régimen chino prohíbe el sistema democrático, se hace muy difícil para otros dirigentes chinos llegar a ejercer los más altos cargos del país. 

En principio, los más frustrados serían los “principitos”, descendientes de los revolucionarios de primera generación, y, en consecuencia, como enemigos, serían los más interesados en impedir la continuidad de Xi en el poder.

El ejercicio del poder político en el régimen chino

Antes de nombrar a los posibles rivales de Xi Jinping por el poder, conviene dar un vistazo a la conformación política interna actual en el territorio chino. 

Es de recordar que la persona que monopolizó, desde el principio, la máxima autoridad en el país fue Mao Zedong, quien la retuvo durante más de 27 años, hasta su muerte en 1976. A él se le atribuye la frase: “El poder sale del cañón de una pistola”.

Asimismo, el historiador Alexander Pantsov dice de Mao: “Pero también fue uno de los dictadores más descarnados que ha dado la historia, responsable de la muerte de más de 40 millones de personas”. 

Estos antecedentes marcan el contexto que caracterizó los inicios y las primeras décadas del ejercicio del poder tomado por el PCCh. 

A la muerte de Mao, los dirigentes que le rodeaban se distribuyeron las principales áreas administrativas del país, que incluían las mayores fuentes de ingresos. 

La nueva estructura, llamada “un partido, dos coaliciones” representó un cambio importante con respecto al modelo del “hombre fuerte todopoderoso”, característico de la política durante la época de Mao.

Desde luego, este sistema no funciona como el conformado por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial en un sistema democrático. Es más bien el reparto de las áreas administrativas y económicas vitales de la nación entre dos facciones, tácitamente antagónicas. 

De allí surge el riesgo de que si no se mantiene el equilibrio entre ellas, es probable que la facción derrotada utilice sus recursos políticos y socioeconómicos para socavar la influencia de la dominante.

En consecuencia, se atentaría contra la precaria estabilidad del país, acosado por varias crisis económicas y sociales. 

No obstante, los diez años de dominio ejercido por Xi Jinping permiten apreciar un retorno hacia la forma dictatorial de liderazgo practicada por Mao.

Represión de opositores

Para algunos analistas, la implacable persecución contra la corrupción que Xi ha aplicado, es interpretada como una justificación para purgar extensamente a sus opositores.  

“Sus rivales políticos han sido prácticamente eliminados durante su década en el poder, y tiene un control absoluto sobre todas las facetas de la sociedad, incluidos el ejército, la policía y los medios de comunicación”, publicó The Australian Financial Review, en abril. 

De acuerdo con el miembro de The Brookings Institution, Cheng Li. “Una coalición estaba liderada por Jiang Zemin y el vicepresidente, Zeng Qinghong, aventurándose con dos facciones principales: la Banda de Shanghái y los Príncipes”.

Por su parte, Xi, debilitó a ambas facciones, y también a la llamada Tuanpai, liderada por funcionarios de la Liga de la Juventud Comunista China, no obstante, su enemistad sigue latente. 

Finalmente, se rodeó de sus protegidos, principalmente antiguos colaboradores de cuando fue jefe del PCCh en la provincia de Zhejiang. 

“Ahora, estimo que ocho o incluso nueve de ellos formarán parte del próximo Politburó, constituyendo 1/3 de los miembros. Dos o tres de ellos probablemente entrarán en el Comité Permanente del Comité Permanente del Politburó”, agregó Cheng. 

De este modo, Xi se erige como el más fuerte de los líderes, emulando en gran medida a Mao, y contrariando a los dirigentes más liberales de las otras facciones. 

Obstáculos imprevistos 

A pesar de haberse convertido en el “hombre fuerte todopoderoso”, que parece controlar con puño de hierro todos los aspectos importantes del país, subsisten algunos cabos sueltos que podrían causar graves consecuencias insospechadas en el imperio de Xi. 

Por una parte, corre el riesgo de socavar el espíritu empresarial y la innovación necesarios para impulsar la economía, engendrando una contienda entre creencias liberales y no liberales sobre la mejor manera de lograr el éxito nacional.

Además, si Xi no consigue sostener y elevar el nivel económico, la ambición del PCCh de superar a Estados Unidos como potencia mundial se derrumbaría, con posibles efectos negativos para él y el régimen comunista.

Por otra parte, la profunda crisis de legitimidad a la que se enfrenta el régimen comunista y el creciente resentimiento público por el nepotismo, los cierres masivos por la política de “cero COVID”, y el uso abusivo del control social que bloquea en los bancos el dinero de los chinos, se podrían convertir en enemigos imprevistos que despojen del poder a Xi Jinping.  

“En el ámbito nacional, los dirigentes del PCCh han suprimido recientemente numerosas empresas privadas y se ha enfrentado a retos como los cambios en la estructura económica y el enorme coste de medidas draconianas para controlar COVID-19”, reitera el autor y erudito Cheng Li.

Resumiendo, los enemigos de Xi Jinping son numerosos, actuando tanto desde la facción de opositores, representada principalmente por los seguidores de ex líder del PCCh, Jian Zemin, como los resultantes por la insatisfacción del pueblo chino. 

La corrupción y las numerosas crisis internas y externas del régimen chino también actúan en su contra. 

Por su parte, el periodista François Bougon define la situación así: “al buscar convertir a su país en el poder industrial líder para 2049 (…) Xi está desencadenando fuerzas que se le pueden virar”.

Y agrega: “Una China creativa e innovadora puede no quedar satisfecha con el marco existente y podría en el futuro apoyar llamamientos para la reforma política. ¿Pero de qué magnitud? El destino del “nuevo” emperador depende, en parte, de la respuesta”.

Finalmente, las dificultades del PCCh para dominar un país de las dimensiones y complejidad de la nación china, podrían hacer que pierda el control. Esto podría llevarlo a optar por el tan temido destino del Partido Comunista de la Unión Soviética, disuelto en 1991 bajo el mando de Mijaíl Gorbachov.  

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