Por José Hermosa – BLes.com

Luego de que dos generales del ejército del régimen chino publicaran su proyecto de guerra sin restricciones, en 1999, para obtener la supremacía mundial del régimen chino, se han observado estrategias en ese sentido.

Si bien no se podría asegurar que desde Beijing se patrocine la inundación de

drogas adictivas, el hecho es que una gran oleada de estas parte desde China hacia el resto del mundo. 

Para algunos observadores, esta sería una aplicación de la peligrosa estrategia, que toma la forma de una “Guerra Silenciosa”.

En 1999, los coroneles del Ejército Popular de Liberación de China (EPL) Qiao Liang y Wang Xiangsui hablaron de desarrollar “estrategias” para luchar en una guerra moderna, durante el mandato del líder del PCCh, Jiang Zemin.

Entre sus indicaciones se destaca: “La primera regla de la guerra sin restricciones es que no hay reglas, ni nada prohibido”, convirtiendo a las sociedades “enemigas” en campos de batalla.

Por su parte, el gobierno estadounidense ha hecho sonar las alarmas frente a este fenómeno, en busca de protección ante las eventuales amenazas contra la estabilidad de su sociedad. En ese sentido se pronunció el ex agente especial de la DEA, Derek Maltz, según Fox News. 

“Como parte del modelo de guerra sin restricciones del PCCh, este ha progresado significativamente contra Estados Unidos, con su mayor papel en el negocio de la droga”, señaló Maltz, agregando: “Pueden ganar miles de millones y, al mismo tiempo, socavar la seguridad de América”.

Maltz también explicó: “Un kilogramo de fentanilo puede matar a 500.000 personas, por lo que la administración debería examinar las tasas de mortalidad y tratar esto como una grave amenaza a la seguridad nacional, en lugar de solo una crisis de salud pública”.

El impacto de las drogas adictivas en Estados Unidos

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., los opioides sintéticos -principalmente el fentanilo- son la principal causa de muerte por sobredosis en Estados Unidos.

Vale la pena aclarar que el fentanilo es un potente opioide sintético aprobado por la FDA para el alivio del dolor, y como anestésico. Es unas 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más potente que la heroína. 

El fentanilo llega a este país enviado por proveedores chinos como envío urgente, a través de empresas como UPS, FedEx o DHL. También es introducido de contrabando desde México, informó la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China el año pasado.

Y agregó que los delincuentes en México producen la peligrosa droga utilizando materias primas procedentes principalmente de China.

Así, los cárteles chinos de la droga,  liderados desde Shanghái, se enriquecen causando miles de muertes anualmente en Estados Unidos con esos productos. 

El más terrible de esos cárteles  es el de los traficantes llamados  Los Zheng.

Uno de sus capos, Fujing Zheng, de 37 años, que operaba bajo el alias de Gordon Jin y su padre Guanghua Zheng, de 64 años, fueron acusados por sus delitos en los Estados Unidos en 2018,  junto con otros dos cómplices.

Entre sus crímenes figuran: “Conspiración para fabricar y distribuir sustancias controladas, conspiración para importar sustancias controladas a los Estados Unidos, operar una empresa criminal continua, lavado de dinero y otros delitos”.

Asimismo, el Secretario Adjunto del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (DOT, por la sigla en inglés), Justin G. Muzinich, se refirió al fentanilo, manifestando: “El fentanilo y otras drogas han causado una devastación abrumadora en las comunidades de toda América”, de acuerdo con el sitio web del DOT. 

“Los Estados Unidos están comprometidos con hacer responsables a los traficantes de drogas, y a quienes facilitan sus operaciones, del sufrimiento que imponen a las familias estadounidenses”, reiteró Muzinich.

También informó que la operación del cártel de Los Zheng se extiende por lo menos a 37 estados de  Estados Unidos, y a otros 25 países. Se sospecha que el cártel de Los Zheng tiene vínculos con los cárteles mexicanos de los estados de Sinaloa y Jalisco.

Los Zheng han creado una extensa red de tráfico de drogas en China, México y EE. UU. Según la DEA, unos 2.000 ciudadanos chinos trabajan para facilitar y coordinar la importación de precursores químicos del fentanilo. Se ubican, principalmente, en Culiacán, la capital del estado de Sinaloa.

Es de notar que durante 2021, las muertes por sobredosis de drogas ilícitas en EE. UU. causaron 103.512 víctimas, de acuerdo con el informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades es la agencia nacional de salud pública de Estados Unidos (CDC, por la sigla en inglés).

No obstante, las víctimas afectadas por el vicio de la drogadicción son muchas más. Las estadísticas de 2017, revelan que en ese año 2,1 millones de personas fueron diagnosticadas con trastorno por uso de opioides, entre los que se encuentran el fentanilo.

Asimismo, economistas de los CDC calculan que durante ese mismo año el coste total de la atención a personas que consumen opiáceos y de las que murieron por sobredosis mortales en Estados Unidos superó el billón de dólares.

Adicionalmente, otros cálculos proyectan que más de 1,2 millones de personas podrían morir por sobredosis de opioides en Estados Unidos y Canadá hasta el 2029, si no se interrumpe la actual tendencia de consumo. 

Una serie de redadas realizadas en Estados Unidos el año pasado incautó 1,8 millones de pastillas falsas, notándose un aumento del número de las que contenían fentanilo, según un informe de la Administración para el Control de Drogas. Esa cantidad de píldoras era suficiente para matar a 700.000 personas.

“Estados Unidos nunca ha experimentado un cambio tan rápido y sin precedentes en los mercados de drogas ilegales, especialmente un cambio que está causando tantas muertes”, señala el informe.

Los traficantes chinos de droga en Europa

Europa es otro de los grandes mercados de drogas ilícitas distribuidas por los traficantes chinos. 

De hecho, en Países Bajos las autoridades detuvieron al delincuente conocido como “El Chapo de Asia”, Tse Chi Lop, en el 2020. 

Países Bajos tiende a ser llamado un “narcoestado”, dadas sus implicaciones con el tráfico de drogas adictivas. En el 2020, se destruyeron 32  laboratorios de metanfetaminas, en su territorio.

Tse, es considerado el dirigente “…del ‘súper’ sindicato Sam Gor -una alianza de cinco tríadas chinas que dominan el mercado de la metanfetamina de 70.000 millones de dólares anuales en Asia”, informó The Diplomat, el año pasado. 

Sin embargo, fue detenido por un caso interpuesto por la Policía Federal Australiana (AFP). La AFP relacionó a Tse con un caso de drogas de 2013, cuando se “desmanteló un sindicato criminal global que operaba en cinco países”, según el comunicado de prensa emitido tras su detención.

Este capo del tráfico de drogas había eludido a la policía durante mucho tiempo, dado que solía sobornar a altos funcionarios, entre ellos, aparentemente, a Meng Hongwei, un chino expresidente de Interpol.

Meng “desapareció” en China en 2018, pero el 2020 fue condenado a 13 años y medio de prisión por corrupción. Durante el proceso aceptó haber recibido 2 millones de dólares en sobornos entre 2005 y 2017. Beijing nunca reveló quienes habían sobornado a Meng. 

Tse también fue vinculado a otra investigación sobre tráfico de drogas en Polonia en 2019, junto con las tríadas de Macao. Las bandas vietnamitas también están muy implicadas en la producción y el tráfico de metanfetamina en toda Europa Central.

Un informe del Parlamento Europeo de 2011 sobre el crimen organizado asiático, señaló que las bandas vietnamitas del continente comenzaron como “subdivisiones de organizaciones criminales chinas”.

Además, el mismo informe involucró a los grupos criminales chinos como colaboradores de grupos holandeses en los Países Bajos, al suministrarles precursores de MDMA, o éxtasis, y metanfetamina.

Una parte importante del material de laboratorio, las materias primas y los productos químicos necesarios para la producción de drogas sintéticas procede de China.

 Esto hace que la delincuencia transnacional neerlandesa-china sea un aspecto relevante, pero a menudo ignorado, de la cadena de suministro de las drogas sintéticas.

Ineficacia de Beijing ante el tráfico de drogas

Por su parte, el periodista de investigación que escribe sobre cultura y drogas, Ben Westhoff, testimonió ante la Comisión: “La burocracia china, torpe y con poco personal, tiene dificultades para controlar la industria química del país”. 

Y agregó: “Las diferentes capas del gobierno a veces están en desacuerdo entre sí, los funcionarios locales son corruptibles, y las regulaciones de la industria son confusas y se aplican mal”. Este contexto facilita las operaciones de los productores de droga en el gran país oriental.

Además, da lugar a sospechas acerca de la permisividad del Partido Comunista de China (PCCh), en este caso. Esta situación aviva la posibilidad de que sea parte de la “guerra sin restricciones” anunciada por los generales chinos Qiao y Wang, en 1999. 

En este sentido, el agente retirado de la DEA, Jeffrey Higgins, señaló en 2018 que consideraba que “China simplemente busca crear la apariencia de cooperar con funcionarios estadounidenses, mientras que no promulga ninguna reforma”.

Esta percepción de Higgins es reiterada por otras personas retiradas de la policía. En una entrevista con el proyecto de investigación en línea SpyTalk, antiguos agentes de la DEA expresaron frustración por la falta de cooperación de China, a pesar de los esfuerzos de la DEA, según el informe de la Comisión de Revisión Económica, mencionada antes.

El experto en política de drogas de la Rand Corporation de Estados Unidos, Bryce Pardo, describe la capacidad reguladora de Beijing como “limitada”, además, considera la posibilidad de la corrupción.

Pardo, afirma: “Las lagunas en el diseño normativo, la división de responsabilidades entre los gobiernos provinciales y el central, y la falta de supervisión y de responsabilidad gubernamental y empresarial, aumentan las oportunidades de corrupción”.

Además, el régimen chino argumenta que EE.UU. tiene que hacer más frente a su creciente demanda de drogas ilícitas, en lugar de limitarse a culpar a Beijing.

Por otro lado, la ineficacia de Beijing para detener el tráfico de drogas se hace aún más polémica, dado que algunas de sus organizaciones facilitan esas actividades ilegales, tal como ocurre con las llamadas Tríadas.

Las Tríadas, son brazos del Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh, creados para cooptar o neutralizar a personas de alto perfil y otros objetivos en el extranjero, y ayudan a los cárteles a blanquear el dinero obtenido en la venta de droga, de acuerdo con el autor Victor Westerkamp.

El sistema del Frente Unido es un conjunto complejo y opaco de organizaciones que promueven la influencia del PCCh en la industria y la sociedad civil. Dentro del país se ocupan incluso de la represión de las minorías étnicas en el Tíbet y Xinjiang. En el extranjero controlan a los chinos que viven en otros países, entre otras actividades. 

Por otro lado, se han localizado al menos cien comerciantes que promocionan la venta de drogas ilícitas desde el territorio chino. A modo de ejemplo, Los Zheng ofrecen sus productos adictivos hasta en 35 idiomas. Es de notar que el PCCh hace gala de uno de los sistemas de censura en internet más poderosos del mundo.

Asimismo, las empresas químicas y farmacéuticas que producen las drogas sintéticas ilícitas se encuentran principalmente en China, aunque el régimen chino lo niega. Este país alberga una de las mayores industrias farmacéuticas del mundo.

Muchas entidades que venden opioides sintéticos en Internet son identificables, y a menudo pueden vincularse a empresas formalmente registradas en China. 

Además, una investigación del 2020, destaca: “Las entidades chinas han podido producir y exportar drogas sintéticas ilícitas con relativa libertad por varias razones. Por ejemplo, hasta hace poco, muchos productos químicos necesarios para sintetizar fentanilo no estaban regulados en China, por lo que su fabricación y venta eran legales”. 

A pesar de que el régimen chino prohibió “todas las sustancias similares al fentanilo” en mayo de 2019, tan solo cambió los tipos de sustancias químicas que se anunciaban abiertamente en Internet, y la forma en que se comercializaban esos productos.

Además, no catalogó en su prohibición todos los precursores químicos utilizados para fabricar fentanilo, dejando una puerta abierta a la continuidad de los delitos derivados de esa falla. 

La organización The Center for Advanced Defense Studies (C4ADS)  encontró que de 103 entidades chinas diferentes que anunciaban drogas sintéticas en sitios web, más del 50% ofrecían fentanilo junto con otras drogas sintéticas.

También que la mayoría de los proveedores de droga analizados estaban inscritos en los registros corporativos de China continental y/o Hong Kong, y que muchas de estas empresas tienen vínculos con redes corporativas más grandes en China. 

De igual manera, esas entidades empleaban un complicado sistema de registros, que no permitía identificar claramente a sus propietarios finales. 

No obstante: “Las interacciones entre compradores y vendedores se producen en diversas plataformas de la web clara, y se concentran en sitios web de comercio electrónico (por ejemplo, en Alibaba.com), también en mercados de productos químicos en línea (por ejemplo, ECHEMI.com) y las redes sociales”, entre ellas Facebook y Reddit, declara el informe de C4ADS.

El consumo de drogas adictivas en China

La tradición china clásica contempla el concepto de retribución a la que se hacen acreedores las personas y las instituciones por sus acciones, y, al parecer, el daño causado por las drogas adictivas que parten de China se vuelve contra sus promotores, en cumplimiento de esta ley ancestral.

En este sentido, el consumo abusivo de sustancias psicoactivas que afecta fuertemente a los chinos sería una forma de retribución, o castigo de los dioses. Se calcula que hay unos 12 millones de consumidores habituales de ellas en China, y la producción ilegal de metanfetamina y ketamina está aumentando en el país.

El líder del PCCh, Xi Jinping, describió las drogas ilegales, en 2016, como “una amenaza para la sociedad [que] perjudica gravemente la salud, corrompe la voluntad, destruye las familias, consume riqueza, envenena la sociedad, contamina el entorno social y conduce a otros delitos”. 

De este modo, el régimen chino reprime severamente a los drogadictos. “A medida que el gobierno aplica castigos estrictos, a menudo en nombre de la rehabilitación, tanto los abusos de los derechos humanos como las tasas de adicción a las drogas están empeorando”, señala el autor Josh Torrance.

De hecho, la pena de muerte es la más severa de las condenas a la que son sometidos los drogadictos. Los cálculos indican que miles de personas pierden la vida de esta manera, o, al menos, son sometidos a esclavitud perpetua en campos de concentración.

La cifra exacta de los ejecutados se desconoce, dado que el PCCh la clasifica como un secreto de estado.

No obstante, la organización Human Right Watch, calculó en 2012, que había unos 248 campos de trabajos forzados, en los que se retenían alrededor de medio millón de personas. “Los reclusos son golpeados rutinariamente, obligados a recitar consignas, abusados sexualmente y carentes de tratamiento médico o de la terapia de sustitución”, informó. 

Simultáneamente, la rudeza del tratamiento que reciben los enviciados a las drogas no es suficiente para atenuar la tendencia a la adicción. Los altísimos índices de reincidencia señalan un aumento del 860% de personas que consumen nuevas drogas sintéticas. Esto confirmaría la implacabilidad de la ley de retribución.

Si bien las causas de que las personas tomen por ese camino son múltiples, entre ellas se encuentran fuertes presiones en el ámbito familiar y social. 

En este contexto, la fuerte intervención de Beijing en las familias y en el ámbito social podría ser uno de los factores desencadenantes de la tendencia de los ciudadanos a optar por la drogadicción.

Las restricciones que sufren los habitantes chinos han sido extremas durante décadas.

En esta oportunidad mencionaremos solo la que más está impactando a las personas afectadas por la política de cero transmisión de la pandemia.

Se calcula que al menos unos 56 millones de personas sufren la privación de movimientos dentro de sus respectivas ciudades, y la escasez de alimentos ha llevado al suicidio a muchas personas. 

Muchos de ellos sienten que viven en una prisión, principalmente en Shanghái y en Beijing. Adicionalmente, el impacto negativo en la economía regional podría extenderse hacia el futuro.

Dan Dan, uno de los residentes de Shanghái, calificó de brutales las duras restricciones del PCCh: “La crueldad sancionada por el Estado es asombrosa, encierran a todo el mundo durante meses y luego le niegan incluso las necesidades básicas: la política y el COVID cero se imponen a todo, incluso al hambre”, expresó.

La inconformidad de los habitantes es tal que los ha llevado a protagonizar enfrentamientos con los miembros del sistema de seguridad, algo impensable antes, dados los castigos impuestos por el régimen chino.

Más aún, la protesta desesperada de un joven obligado a entrar en cuarentena se convirtió en emblemática. El joven respondió al policía que amenazó con castigar aún a sus descendientes que la suya sería “la última generación”.

Además de las duras restricciones que sufren millones de personas por la política de tolerancia cero a la pandemia, los problemas que afronta la nación son muchos más. 

Para algunos analistas, el caldeado ambiente político que se vive en el seno del único partido que rige los destinos de la gran nación oriental también estaría afectando las decisiones que se toman para ella.

De todas maneras, los diversos experimentos sociales que ha efectuado el PCCh con la milenaria nación china durante las últimas décadas parecen estar llegando al extremo. 

No es sencillo determinar hasta dónde llegan los efectos de la retribución por los monumentales errores que el régimen chino ha cometido con la paciente población que domina.

Sin embargo, las proyecciones hacia el futuro parecen sombrías y permiten pronosticar un radical cambio hacia la dirección opuesta. 

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