Por Andrés Vacca – BLes.com
Desde que el Partido Comunista Chino (PCCh) tomó el poder por la fuerza en 1949, todas las religiones y creencias espirituales fueron uno de sus principales blancos de represión. En su obsesión por romper con la tradición del pueblo chino basada en la fe e imponer el ateísmo, el PCCh no tuvo otra opción que acudir a la violencia, al terror y al asesinato para cumplir con sus objetivos.
El catolicismo no es la excepción y desde hace décadas que los millones de fieles chinos deben soportar la violencia del gigantesco aparato estatal del comunismo obsesionado por denigrar y oprimir a las religiones, buscando forzar a los ciudadanos a alejarse de lo Divino.
Los frailes franciscanos italianos fueron los primeros en llegar a las lejanas tierras de oriente a mediados del siglo XIII donde fueron bien recibidos por las autoridades de la entonces dinastía Yuan.
Tal fue el buen recibimiento que el Fray Juan de Monte Corvino, cuando arribó a la ciudad de Beijing en 1294, fue ordenado obispo bajo la autorización del propio emperador Timur, fundando en 1299 la primera iglesia católica de China.
Durante los siglos siguientes los franciscanos continuaron llegando a China y difundieron la religión católica por todo el territorio, conviviendo pacíficamente con las creencias y costumbres locales.
En 1952, el régimen comunista de Mao Zedong expulsó a los misioneros cristianos y restringió la propagación del cristianismo por todo el territorio nacional. Posteriormente el PCCh intervino la iglesia católica china dando origen a lo que denominó como Asociación Patriótica Católica China (CCPA, por sus siglas en inglés), básicamente se trata de una iglesia católica que funciona hasta el día de hoy bajo la órbita y censura del PCCh.
Previamente, bajo el argumento de que “la religión es el opio de los pueblos”, Mao mandó a destruir templos e iglesias, asesinó a sus dirigentes y quemó las escrituras sagradas.
Asociación Patriótica Católica China vs. Iglesia “clandestina”
Millones de cristiano en China han padecido una terrible persecución desde la llegada del comunismo, sobre todo durante los años de la Revolución Cultural entre los años 1966 y 1976.
En este contexto, los fieles se han dividido entre aquellos que quieren seguir la creencia tradicional cristiana y los que aceptaron las reglas y censuras de la CCPA.
La CCPA desde su creación eliminó todo tipo de relación con el Vaticano y otras autoridades católicas fuera de China. Por lo tanto no reconoce la autoridad del Papa ni mucho menos su derecho a nombrar obispos. Por lo que se ha convertido en una de las tantas instituciones de control estatal, quien coloca a discreción las autoridades (obispos y sacerdotes) e incluso se ha atrevido a modificar las escrituras sagradas para beneficio propio, buscando establecer que el Partido debe estar siempre por encima de la fe en Dios.
Por su lado, la denominada iglesia “clandestina”, ha continuado en comunión con el Vaticano y siguiendo la tradición católica aunque como su nombre lo indica desde la clandestinidad y bajo la constante persecución del sistema de inteligencia del PCCh.
El Vaticano nunca reconoció a los obispos y demás autoridades de la CCPA, pero todo cambió con la llegada del Papa Francisco. En el año 2018 se firmó el acuerdo provisional entre Beijing y el Vaticano para el nombramiento de obispos. Si bien los términos del acuerdo se han mantenido en secreto, según informan los medios católicos, la CCPA propone varios sacerdotes para el cargo de obispo, entre los que luego el Papa selecciona a uno para el nombramiento.
Después del controvertido acercamiento entre Roma y el régimen comunista chino, el Vaticano alentó al clero clandestino a unirse a la iglesia estatal u oficial, lo que implica de algún modo el reconocimiento de la autoridad del PCCh sobre los asuntos eclesiales, reportó la agencia de noticias católica UCA News.
La mayoría de los clérigos clandestinos se han negado a estar bajo las órdenes de la CCPA, lo que ha generado una ola de detenciones arbitrarias y desapariciones.
Los críticos señalan que renunciar al derecho de designar obispos ha privado formalmente al Vaticano de cualquier liderazgo moral sobre los católicos chinos. Además, se trata de una descarada traición a los católicos de la iglesia “clandestina”, quienes han permanecido fieles a las creencias tradicionales a pesar de ser intensamente perseguidos por el régimen chino durante décadas.
Desde la firma del acuerdo con China, muchos sacerdotes han denunciado el acoso de las autoridades civiles porque se han negado a unirse a la CCPA. Incluso se han registrado decenas de informes que muestran que el PCCh ha derribado iglesias que, a pesar de haberse “asociado” a la CCPA, no cumplen con las normativas impuestas por el régimen.
El cristianismo “legal” en China funciona actualmente como todas las demás religiones que están autorizadas; sólo y exclusivamente pueden funcionar mientras sus fieles acepten el proceso de sinización de sus creencias que garantizan su lealtad al Partido.
El PCCh encarcela, explota, tortura y asesina a cristianos por practicar su fe
El régimen comunista ha clasificado el cristianismo, sin mayores fundamentos, como una creencia “peligrosa” importada del extranjero, una de las llamadas “fuerzas hostiles occidentales” que se han infiltrado en China. Como resultado, las autoridades de asuntos religiosos persiguen con frecuencia iglesias domésticas que no están registradas en la CCPA respaldada por el estado.
Investigaciones recientes indican que el PCCh está utilizando métodos similares a los implementados con los uigures en Xinjiang y los budistas en el Tíbet, para perseguir, encerrar y torturar a cristianos para que abandonen su fe en Dios.
Cristianos pertenecientes a la iglesia “clandestina” en China denunciaron haber sido víctimas de palizas rutinarias, adoctrinamiento y confinamiento solitario infligidas por el régimen comunista chino en centros clandestinos de detención asignados específicamente para este fin.
Un informe publicado en abril del año 2021 por Radio Free Asia (RFA) revela los esfuerzos del PCCh para detener a los cristianos en instalaciones móviles secretas y presionarlos para que renuncien a su fe.
Un miembro de una iglesia doméstica cristiana en Sichuan, que pidió ser identificado bajo el seudónimo de Li Yuese, dijo que estuvo detenido durante 10 meses luego de una redada en su iglesia en 2018.
“Era una instalación móvil, que simplemente podía instalarse en algún sótano en cualquier lugar”, dijo Li Yuese y agregó: “Tenía su propio grupo de trabajo del comité de asuntos políticos y legales (del PCCh), y se dirigen principalmente a los cristianos que son miembros de las iglesias domésticas”.
Asimismo, describió su reclusión en una habitación sin ventanas durante casi 10 meses, donde sufrió golpes, insultos y fue “torturado mentalmente” por el personal, llegando al extremo de autolesionarse arrojándose contra una pared.
Finalmente, al ser liberado estaba muy enfermo, con edemas por todo el cuerpo y un aumento de peso de 10 kilos debido a un edema difuso, un tipo de inflamación causada por la retención de líquidos en todo el cuerpo. Hay muchos relatos similares al de Yuese.
Tres mujeres miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), la cual está prohibida en China, dialogaron con el medio Bitter Winter y relataron que tras ser detenidas fueron obligadas a trabajar de 13 a 15 horas por día.
Una de las prisioneras dijo que a menudo no podía cumplir con el objetivo impuesto de crear 250 flores artificiales por día y que la penalizaban para que hiciera de “centinela” de cuatro a seis horas casi todas las noches. La falta de sueño le provocó graves problemas de salud.
Según testificaron, además, las flores artificiales contenían materiales peligrosos altamente tóxicos y elementos de metales pesados como cloruro de vinilo, formaldehído y plomo, que producen efectos adversos para la salud de los trabajadores. “La goma de las flores artificiales olía muy mal y los procedimientos generaban mucho polvo, por lo que mi cabello, mi ropa y mi rostro estaban cubiertos de polvo”, le dijo a Bitter Winter una de las testigos.
En consecuencia todas las trabajadoras tenían síntomas similares como dolores de garganta, ojos irritados y pérdida del olfato y el gusto.
Además de la explotación a la que son expuestos muchos creyentes, son sometidos a extensas jornadas de adoctrinamiento obligatorio en donde se los persuade con diversos métodos, generalmente violentos, para abandonar su fe y reemplazarla por la adoración al Partido Comunista. Este mecanismo se repite también en los campos de reeducación forzada donde son encerrados millones de uigures y tibetanos.
Miles de creyentes católicos son condenados a prisión bajo el régimen comunista chino solo por asistir a actividades religiosas o guardar materiales asociados con su fe en sus casas. Otros con menos suerte directamente desaparecen de todo registro una vez que son detenidos y sus familiares no tienen forma de rastrearlos para al menos conocer su estado de salud a veces durante cinco, seis o incluso 10 años seguidos, o en los peores casos llevan más de aún más tiempo desaparecidos.
Según las estadísticas publicadas, en China existen entre 60 y 100 millones de cristianos divididos en protestantes y católicos romanos. Menos de la mitad participan en las iglesias patrocinadas por el régimen, el resto actúan clandestinamente en casas, bosques y espacios poco concurridos.
El régimen comunista chino reemplaza los símbolos cristianos por emblemas comunistas
Aquellos que practican la fe cristiana en China y deciden hacerlo por la vía “legal”, es decir, siguiendo la doctrina impuesta por la CCPA, la iglesia controlada por el gobierno, están siguiendo una creencia “Divina” controlada por una organización que se destaca por su radical ateísmo, pocas cosas resultan tan paradójicas.
Tal fue la intervención del PCCh en la religión cristiana china que ha logrado modificar radicalmente las costumbres y rituales tradicionales, los cuales fueron reemplazados por la ideología patriótica y comunista.
Varias iglesias de las Tres Autonomías (iglesia evangélica bajo control estatal) en la provincia oriental de Shandong, recibieron una orden de la Oficina de Asuntos Religiosos, en la que se prohibía a los feligreses cantar canciones de adoración o espirituales. En cambio, los participantes sólo tendrían permitido cantar los Himnos compilados públicamente por los Dos Consejos Cristianos Nacionales de China, cuyas letras promueven el contenido político y secularizado del comunismo.
El director de las Tres Autonomías de Qingdao en ese momento reaccionó con enojo diciendo que “Los himnos que publica el gobierno solo promueven contenidos políticos, secularizados. Todos los creyentes no están dispuestos a cantarlos”, según reportó Bitter Winter.
Luego citó la letra de una de las canciones como ejemplo: “China es hermosa; China es genial; los hijos e hijas de China aman a China…Bendice a China, oh Señor”.
Además manifestó que tales estrofas no tienen ninguna intención de alabar al Señor sino al país, además dice que en esencia no son diferentes de las canciones populares modernas alejadas de la religión: “¿No está involucrado el gobierno con la deshonestidad y el engaño?”, apuntó.
Paralelamente en la ciudad de Heze, la Oficina de Asuntos Étnicos y Religiosos, convocó a una reunión de representantes cristianos para exigir a todas las iglesias establecer “centros de actividad cultural cristiana”.
En los mencionados centros de actividad cultural, el PCCh busca realizar actividades tan diversas como la presentación de shows musicales, obras de teatro chino, pintura, caligrafía, desfiles de moda y fotografía, con la excusa de incorporar características culturales locales en las tradiciones cristianas.
De este modo se observa cómo los púlpitos que alguna vez sirvieron para predicar el evangelio hoy en día se han convertido en propaganda para el partido comunista o son lugares que ofrecen actividades de entretenimiento y dispersión.
En la ciudad de Dazhongcun, los creyentes denunciaron que el régimen mandó a derribar cruces de numerosos templos de la Iglesia de las Tres Autonomías, según los informes el gobierno de la ciudad contrató una grúa y a varios trabajadores para hacer el trabajo. También se eliminaron de los edificios otros símbolos y frases religiosas.
Lo más polémico de este asunto es que los símbolos y cruces fueron reemplazados por banderas y signos comunistas tales como la estrella roja o la hoz y el martillo.
Según trascendió, la creciente cantidad de religiosos cristianos en la región alertó al gobierno quien decidió llevar a cabo las polémicas acciones buscando intimidar a los feligreses y autoridades de la iglesia.
El PCCh convierte a Jesús en un asesino
Sin duda uno de los actos más aberrantes del PCCh en su intento de “sinización” del catolicismo, fue la alteración del contenido de la biblia para destacar ciertas cuestiones y ocultar otras que van en contra de la ideología comunista.
La biblia, según los católicos, es un compendio de enseñanzas que fueron transmitidas de generación en generación con un origen divino que debería ser inalterable. Solo el descaro de regímenes carentes de valores como el PCCh permite modificar en provecho propio su contenido.
En China la biblia cristiana occidental está prohibida. Los creyentes sólo pueden tener acceso a su versión “editada” por el gobierno.
En septiembre de 2020 trascendió que las autoridades del régimen comunista alteraron una historia de la Biblia, citada en libros académicos, para representar a Jesucristo como un asesino, reportó la Unión de Noticias Católicas Asiáticas (UCA News).
Los textos, publicados por la Universidad China de Ciencia Electrónica y Tecnología Electrónica, la cual pertenece al gobierno, exponen la adulteración de un conocido pasaje bíblico, mostrando a Jesús matando a una mujer que estaba cometiendo adulterio.
De acuerdo al informe de UCA News, lo que hicieron las autoridades fue cambiar el final de la famosa historia del Evangelio, donde, en el original, Jesús interviene cuando una multitud cita la ley como su justificación para lapidar a la adúltera hasta la muerte.
“El que nunca ha pecado, que tire la primera piedra”, dice Jesús a la multitud enojada en el conocido pasaje bíblico que se encuentra en Juan 8:3-11.
Luego, de acuerdo a la Biblia, los que la acusaban se fueron, uno por uno, y finalmente, Jesús se niega a condenar a la mujer:
“Jesús se levantó de nuevo y dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’”.
“‘Nadie, señor”, respondió ella.
“‘Yo tampoco te condeno”, dijo Jesús. ‘Vete, y desde este momento no peques más”.
Sin embargo, la versión china modificada para los estudiantes de formación profesional dice:
“Cuando la multitud desapareció, Jesús apedreó a la pecadora hasta la muerte diciendo ‘Yo también soy un pecador’. Pero si la ley sólo pudiera ser ejecutada por hombres sin defectos, la ley estaría muerta”.
Un profesor vocacional cristiano, de nombre Matthew Wang, fue quien confirmó a UCA News que la distorsionada historia efectivamente estaba en el material académico, el cual fue revisado por el Comité de Revisión de Libros de Texto para la Educación Moral en la Educación Secundaria Vocacional.
Si bien existen numerosos pasajes modificados, particularmente este ejemplo demuestra el interés del PCCh por imponer la idea de que la Ley es una orden suprema en China, y el respeto por ella, incluso por encima de las leyes Divinas, es crucial para un desarrollo normal y sin sobresaltos para el régimen comunista.
Un interesante análisis de la cuestión llevado a cabo por Massimo Introvigne, sociólogo italiano especializado en el estudio de las nuevas religiones, señala que la distorsión del pasaje bíblico se enmarca dentro del proceso de “sinización” que impulsa el régimen chino, el cual, aclara el sociólogo, no significa incorporar más aspectos culturales chinos en el cristianismo chino, sino diluir el cristianismo para que no sea una amenaza a los valores del PCCh, reportó Bitter Winter.
Navidad Prohibida
La Navidad es una de las principales festividades del calendario católico festejada ampliamente en todo el mundo, tanto en occidente como en muchas regiones de oriente. China no es la excepción y desde que se instauró la religión católica sus seguidores han celebrado el nacimiento de Jesús.
Sin embargo, las autoridades del régimen han implementado fuertes medidas durante los últimos años para desincentivar los festejos navideños. Últimamente varias ciudades, escuelas e instituciones gubernamentales han ordenado a los ciudadanos que no celebren la festividad y que, en cambio, se concentren en promover la cultura tradicional china, publicó en un informe el medio británico The Guardian.
En numerosas ciudades el régimen prohibió que se decoren las ciudades con adornos navideños e incluso obligaron a los locales comerciales a retirar de la venta todo tipo de productos alusivos a la navidad.
En Changsha, en la provincia central de Hunan, la oficina de educación emitió una directiva a las escuelas para que no celebren “festivales occidentales” como la Navidad, incluida la colocación de decoraciones, la publicación de mensajes relacionados o el intercambio de regalos.
El argumento del régimen para atentar contra la Navidad es que las festividades occidentales supuestamente perjudican la tradición cultural china. Lo cual resulta sumamente paradójico desde el punto de vista que la ideología atea del propio Partido Comunista atenta contra toda tradición china, basada justamente en torno a la creencia en Dios/Dioses y en un porvenir más allá de lo terrenal.
¿Qué hace el Vaticano por los cristianos en China?
Muchas críticas han surgido contra el Vaticano y su líder actual el Papa Francisco, no solo por no condenar la probada persecución del PCCh contra los cristianos sino además por establecer lazos y acuerdos secretos con el victimario de la historia.
Un reciente titular del tradicional periódico británico El Espectador, decía: “El Papa Francisco debe renunciar”.
El artículo hace referencia justamente al silencio del Vaticano respecto a la persecución, no solo de los católicos sino también de otras religiones y creencias espirituales por parte del comunismo chino. Particularmente condena el acuerdo secreto firmado en el año 2018 y renovado en 2020, a pesar de que numerosos obispos y autoridades católicas del mundo, incluido el ex obispo de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, intentaron contactar al Papa Francisco para discutir el asunto pero no fueron recibidos.
Funcionarios del Vaticano han justificado el acuerdo con el argumento de que la brecha entre las iglesias clandestinas y las oficiales debía cerrarse por el bien de los fieles de China y que esto solo podía lograrse cediendo a algunas de las demandas del PCCh.
Mientras tanto, el contenido del acuerdo continúa en secreto, el Vaticano sigue sin condenar al régimen comunista por sus atrocidades y miles y miles de cristianos son hoy perseguidos, encarcelados, torturados y hasta asesinados por pretender practicar su fe en China.