Fuente: Vanessa Vallejo para El American
El Foro de Sao Paulo logra teñir a Hispanoamérica con el rojo de un socialismo que, después de la caída del muro de Berlín, el mundo consideraba superado.
Seguramente usted ha escuchado hablar del Foro de Sao Paulo, lo más probable es que sepa que se trata de una agrupación de partidos políticos de izquierda en Hispanoamérica, pero ¿qué tanto sabe de sus orígenes y de la estrategia que usaron para resucitar el comunismo después de la caída del muro de Berlín? En esta videocolumna le explicamos qué es el Foro y Sao Paulo y por qué es tan peligroso.
El 9 de noviembre de 1989 cae el muro de Berlín, y su caída así como la posterior desintegración de la Unión Soviética, haría que alrededor del mundo millones creyeran que ese era el fin del comunismo. Algunos intelectuales incluso plantean en ese momento el fin de la discusión sobre capitalismo e ideas comunistas; después del desastre de la Unión Soviética había quedado claro que no funcionaba.
Pero para 1937 unos intelectuales crearían un conjunto de teorías que unos años después, tras la caída del muro de Berlín, serían aplicadas y dejarían con la boca cerrada a todos los que creyeron que el comunismo había muerto. A ese grupo de intelectuales se les conoce popularmente con el nombre de “escuela de Frankfurt”.
En el momento en el que cae el muro de Berlín, en Hispanoamérica había una dictadura comunista, la de Fidel Castro en Cuba. Además del golpe moral que sufriría -como todos los comunistas que por esos días eran vistos con malos ojos- Castro en ese momento se quedó sin quien le mandara dinero para mantener una isla quebrada por las políticas socialistas. Si la Unión Soviética ya no iba a enviar dinero, tendría que buscar un nuevo mecenas.
Lamentablemente para Hispanoamérica, Castro corre con la suerte de que en Brasil, Jose Inacio Lula Da Silva -el sindicalista más famoso del país- empieza a hablar de una unión de partidos de izquierda en la región. Castro ve todo el potencial que tiene esa idea y la figura de Lula, y se vuelve la mente maestra detrás del Foro de Sao Paulo.
Irrumpen con un discurso nuevo, una izquierda que propone una unión regional y que en el contexto de una Latinoamérica cansada de las guerrillas marxistas, rechazan explícitamente la violencia y defienden la vía democrática. Sumado a eso, contrario a presentarse como extremistas, dan la idea de ser unos moderados que solo quieren reformar ciertas cosas.
Este Foro de Sao Paulo utiliza la estrategia de esa nueva izquierda desarrollada años atrás, que entendía que en el campo económico ya era muy difícil competir, el desastre económico del socialismo había sido visto por el mundo entero, por eso había que buscar “nuevos sujetos revolucionarios”, diferentes a los obreros que ya no querían escuchar sobre comunismo.
Esos nuevos sujetos vendrían a ser los indígenas, las mujeres, los LGBTI, los ambientalistas, y cualquier minoría a la cual se le pudiera convencer de que estaba siendo subyugada por otro sector de la población y de que, en el fondo, la culpa era del sistema económico capitalista.
Los líderes del socialismo del siglo XXI utilizaron esta teoría para hablar de indigenismo, para cautivar a las mujeres, para convencer a los negros de que solo ellos -la nueva izquierda- los podrían ayudar y para decirle a los LGTBI que los heterosexuales los odian y, por lo tanto, tienen que votar por la izquierda. Les dijeron a esos grupos que están viviendo una desgracia y que solo los socialistas los podían sacar de ahí.
Pero además enfrentaron y dividieron a la población, creando países en los que unos grupos están indignados porque supuestamente son oprimidos y otros grupos están furiosos porque sin hacer nada, solo por nacer blanco o ser hombre, son acusados de todo tipo de desgracias que ocurren a otros.
Además de dividir a la población, otro de los puntos claves de esta nueva izquierda es atacar al Dios del judeo-cristianismo y sobre todo sus valores y costumbres. Una de las técnicas que usa la izquierda cuando quiere acabar con algo es promover supuestas alternativas. Todos los líderes del socialismo del Foro de Sao Paulo acuden públicamente a santeros, espiritistas y chamanes.
Prácticas que impulsan para minar en la población la creencia en Dios y con ello las reglas y los valores conservadores enseñados por las religiones. Los criminales incluso van a donde los santeros para que los protejan en sus fechorías, en estos rituales no hay necesidad de practicar los mandamientos; no robar, no envidiar, ser trabajador, amar al prójimo. Y el asunto es que cuando una sociedad ha dejado de creer en los valores, es muy fácil que un socialista llegue al poder.
El foro de Sao Paulo viene a ser muy atractivo para millones de personas porque presenta causas sociales que a primera vista le parecen justas a cualquiera: indigenismo, feminismo, ambientalismo, respeto a la libertad sexual, etc. Además, ofrece al individuo un “paraíso” instantáneo donde cada individuo debe vivir la vida sin remordimientos, haciendo cualquier cosa que desee, gozando en el “carpe diem”.
La escuela de Frankfurt plantea que la mayoría de los problemas de la sociedad son consecuencia de represiones sexuales por lo tanto la invitación de estos teóricos es a experimentar. La monogamia, por ejemplo, es para este grupo de intelectuales una atadura que impide a la gente ser feliz.
Como es evidente esta nueva izquierda llegó a conquistar Hispanoamérica con una propuesta mucho más tentadora que la del marxismo clásico que pretendía cautivar a los jóvenes hablándoles de plusvalía y economía. En cuanto a la hoja de ruta técnica que tienen, el orden es desestabilizar el país, convencer a la gente de que viven en un mundo horrible, lleno de problemas, y luego presentarse como los únicos capaces de solucionar esos problemas, llegar al poder por la vía democrática, hacer una constituyente e infiltrar al Ejército.
Gracias al Foro de Sao Paulo Hispanoamérica se tiñó del rojo de un socialismo que muchos pensaron ya no tenía futuro, y no solo Hispanoamérica, partidos como Podemos, en España, son hijos del Foro. Muchos de los que votaron por Lula en Brasil o por los Kirchner en Argentina no se creían así mismos socialistas, solo fueron convencidos de que estaban luchando por buenas causas, y otros simplemente fueron cautivados por ese “paraíso” instantáneo que ofrece la izquierda: un mundo sin límites donde lo único que importa es el hoy y el ahora, donde no hay que esforzarse por ser bueno ni por trabajar duro.
Antonio Gramsci, uno de los padres de la nueva izquierda, esa que inspiró al foro de Sao Paulo, decía: los haremos socialistas sin que se den cuenta. Eso fue lo que hizo el Foro de Sao Paulo.