Por Milagros Boyer – PanAm Post
El término «woke» sigue ganando terreno en la sociedad y la verdad es que esto pinta bastante peligroso. La manera cómo se enquista, se infiltra o se camufla el «despertar» ha ido variando con el tiempo. Ya no estamos en 1940, cuando empezó a darse uso a esta definición. Las cosas han cambiado. Ahora, bajo este paraguas que dice apelar a la toma de conciencia en torno a los problemas sociales —injusticia, desigualdad y prejuicios— se esconden intereses que no van encaminados a conseguir emancipación, sino todo lo contrario.
El movimiento marxista Black Lives Matter (BLM), entre otros, trajo su uso nuevamente a la palestra. Fue muy sencillo. Optó por teñirlo con algo de resentimiento y diluyó su significado en una serie de antivalores, para que ahora la suerte de idea que se filtra en los que hoy, ingenuamente, se creen «despiertos» se despliegue con absoluto desparpajo. El mundo corporativo lo sabe. Es más, ellos también quieren sacar un suculento trozo de esta presa. Por eso han urdido estrategias para trepar a lo más íntimo de los hogares en el mundo.
Las pruebas sobre estas afirmaciones son tantas que brotan como hongos en el suelo. Las publicidades de ciertas compañías ahora lavan sus imágenes y se exculpan con nuevas campañas. Suman en sus productos audiovisuales señalamientos por supuestos privilegios con argumentos cada vez más sosos, pero eso sí, mantiene una rúbrica propia de la izquierda, para acallar y acusar… Todo, menos «despertar». Estos son algunos de estos casos:
Nike y los guiños a BLM
La magnánima compañía de zapatillas deportivas sabe lo que hace y con quién alinearse. Lo demostró —una vez más— al traer en 2018 al entonces mariscal de campo Colin Kaepernick como el rostro de su campaña de mercadeo con motivo del 30 aniversario del slogan «Just do it». Tan solo en 24 horas después del anuncio, Nike recibió más de 43 millones de dólares en exposición en los medios, la gran mayoría positiva, reseña The Irish Times.
Lo curioso no es que Nike haya ganado cantidades millonarias por minuto —a eso estamos acostumbrados— sino la elección del personaje en cuestión. Kaepernick encendió un debate nacional cuando en un partido de fútbol en 2016 se negó a presentarse a la interpretación habitual del himno nacional de Estados Unidos; en cambio, se arrodilló sobre una rodilla como protesta contra la injusticia racial en el país y en apoyo a BLM.
La estrategia funcionó en todos los aspectos, realmente. Eso no se puede negar. Fue un «Woke washing». Nike cobijado en lo que llaman causas sociales ofrece un espejismo de inclusión.
Esto da como resultado una percepción cool y «despierta» de su imagen. Nike ha comprimido en un clip de 2:30 minutos una treta donde trata de mostrar diversidad, inclusión y fuerza, cuando la compañía se encontraba frente a acusaciones de la agrupación de Estudiantes Unidos contra los talleres clandestinos sobre las condiciones laborales en las fábricas de esta empresa en los países en desarrollo.
Decantarse por causas sociales y apelar a la emocionalidad de manera exacerbada para vender zapatillas deportivas a casi 200 dólares el par. Allí está la fórmula. Maquillas una causa y maximizas las ganancias. En otras palabras, caída y mesa limpia.
Heineken apunta también al woke
Compañías como Heineken no solo se cuelan en tu refrigerador. No. Ahora, también tratan de indagar y encasillar algunos estereotipos de la sociedad y hacer publicidad con ello. Lo hacen siempre bajo este escudo de la efervescencia y la camaradería que nace con el amargor característico de su producto.
Entre las cientos de campañas de Heineken también destacan varios comodines y guiños a la generación «woke». Y es que ahora Heineken se enfoca de una manera jocosa en los poderes curativos de la «unidad, la paz y la comprensión».
El concepto audiovisual es sencillo, la carga ideológica… No tanto. El clip presenta a un joven blanco que se hace llamar de «nueva derecha» sentado para debatir temas políticos con una feminista negra. El video también cuenta con personas trans y defensores del cambio climático, quienes se ponen a dirimir diferencias con sus respectivos detractores.
Para no estropear el final, el mensaje en concreto se enfoca en que si bebes Heineken —con su precio competitivo— mientras argumentas tu perspectiva política y defiendes tu punto de vista frente a alguien, el mundo se convierte en un lugar mejor y más amable.
Disney, el timo de la inclusión y la complicidad con PCCh
Disney coquetea tanto con atornillar la idea de inclusión en grupos internos y externos que ya toca niveles cerca de lo risible. Es una exhibición de doble vara que cada vez se hace más palpable.
Por un lado, anunció que «traerá un mayor enfoque a la inclusión» entre los empleados, permitiendo la «expresión personal» entre los miembros del elenco. Se denominan de este modo a todos elementos que les definan como por ejemplo peinados y tatuajes «con inclusión de género», según relata Washington Examiner.
La compañía de entretenimiento tiene 65 años de los servicios para los huéspedes que abarcan «Las cuatro claves»: seguridad, cortesía, espectáculo y eficiencia. El miércoles, Disney Parks Blog anunció que la quinta clave, la inclusión, se implementaría en todos los parques, incluidos Disneyland y Disney World.
Ahora, lo que esta corporación pretende esconder bajo el mensaje inclusivo son las torturas que ni se atrevió a mirar de soslayo en la ciudad de Turpan, por ejemplo, locación de la película Mulan, estrenada en 2020. En este territorio se han hecho miles de denuncias sobre campos de «reeducación» para la minoría étnica uigur, principales perseguidos del régimen chino en la figura del Partido Comunista de China (PCCh).
Sobre ello nada dijeron los estudios.
Congraciarse con el PCCh le ha traído beneficios a Disney. La apertura de Shanghai Disneyland en junio de 2016 es una de las más recientes. Según el presidente ejecutivo de Disney, Bob Iger, es la «mayor oportunidad que la compañía ha tenido desde que el propio Walt Disney compró un terreno en Florida Central (donde está situado Disney World)».
Disney se ha empeñado en tener buenas relaciones con el régimen chino, luego de un cruce en 1997, cuando la productora sacó una película sobre el Dalai Lama, por la cual pidió disculpas después. Este film y los agradecimientos en sus créditos al Departamento de Propaganda del régimen demuestra que se limaron dichas asperezas.
PlayStation, su alianza con BLM y el desastre TLOU parte: II
Sony no ha escatimado en apoyar al progresismo o en su defecto desplegarse alrededor del término «woke». Es más, se siente orgulloso de ello. Esto se manifestó de manera reciente en octubre, cuando lanzaron un tema gratuito para el menú de PlayStation 4 en apoyo a BLM.
La imagen inicial es negra con tres franjas amarillas y un puño en alto, símbolo del movimiento contra el racismo. Previamente, en junio de 2020, Sony también retrasó una semana su presentación de PlayStation 5, como muestra de respeto al movimiento.
Invitar y tratar de amoldar las mentes para estar «despiertos» también es algo presente en sus opciones de juego. Una muestra estuvo en The Last of Us, un juego de aventuras de zombis ambientado en un mundo postapocalíptico. Esta propuesta fue publicada en 2013 por Sony y la desarrolló Naughty Dog.
La primera parte fue un éxito instantáneo. Se vendieron al menos 1.3 millones de copias la primera semana, reseña Young America’s Foundation. Sin embargo con The Last of Us II, en 2016, las cosas se salieron de control y el progresismo infectó toda la trama.
Las críticas no pararon de llover ante lo que se ofrecía en la segunda parte: un alejamiento del personaje principal del juego anterior sin razón aparente. Sumado a ello, llegó un protagonismo espontáneo en una relación lésbica plagada de escándalos, acompañado de un embarazo sorpresa de un tercero.
Los rumores de personajes transgénero tenían a ciertos fanáticos preocupados. De hecho, Young America’s Foundation informa que «los temas progresivos son lo suficientemente obvios, sin mencionar la representación del cristianismo como un culto a la muerte, cuya supuesta misión es matar a todos los personajes LGBTQ metidos en el juego».
Esto por supuesto, fue un desastre. Los desarrolladores a veces suelen olvidar algo: la comunidad gamer es una de la más difíciles de penetrar con ideologías progresistas. Estas no son opiniones aisladas. Los propios jugadores se han encargado de blindarse contra ello. Sin embargo, no implica que Sony deje de intentarlo.
Los grises de la generación woke
Las ironías con las corporaciones que pretenden inyectar globalismo es perenne. Por ejemplo, Google, Amazon, Facebook, Apple y Starbucks están siempre en pro de hablar cuando se trata de declaraciones públicas de apoyo a la diversidad racial y de género, a la inclusión o la igualdad.
Y es que tal como lo reseñó el periodista Carlos Flores: «Lógicamente el mundo corporativo le dio un respaldo a la generación woke y, pues, para en el camino montar polémica y generar ganancias. Nike. Pepsi. Adidas. Calvin Klein. La lista es larga y no sorprende a los que ven que en cada una de las campañas publicitarias dirigidas a los woke no hay factores de cambio real, sino pueriles estrategias de mercadeo disparadas a un target muy fácil y dócil».
Y esto… Esto realmente tiene una poderosa razón para estar allí: las declaraciones de los CEO, los anuncios, el activismo, cuestan mucho menos que sueldos más altos y mejores beneficios para los trabajadores, al igual que precios más bajos para los clientes ¿o acaso lo que venden ahora es más barato?
En otras palabras, tanto este tipo de corporaciones como los activistas de izquierda quieren exactamente lo mismo: la globalización, que siempre ha sido un objetivo de la izquierda y que hoy lastimosamente, bajo recursos audiovisuales apelando a la emocionalidad están llegando a más partes.