Por Vanessa Vallejo – El American
Biden está evaluando modificar la decisión del expresidente Trump de incluir a Cuba en la lista negra de países patrocinadores del terrorismo. En una conferencia de prensa telefónica el coordinador en funciones del Departamento de Estado para terrorismo, John Godfrey, dijo que tanto la política sobre Cuba como la designación de patrocinador del terrorismo, sigue bajo revisión.
El régimen castrista, que lleva más de 60 años en el poder, alberga a fugitivos americanos y a dirigentes de grupos terroristas colombianos y de diferentes lugares de latinoamérica. De hecho, las autoridades de Colombia creen que el guerrillero de las FARC Iván Márquez —que sigue siendo terrorista, aun cuando la administración Biden ya no considera terroristas a los de las FARC— habría salido de Venezuela hacia Cuba la semana pasada para protegerse de las amenazas de otros narcotraficantes.
Que Cuba sea refugio de terroristas es razón suficiente para tenerlo en la lista negra, pero hay que dejar claro que la relación entre el régimen castrista y el terrorismo es mucho más macabra.
En Cuba se crea parte de la estrategia de la izquierda terrorista de Latinoamérica. Venezuela, desde que Chávez tomó el poder, hasta ahora, no ha parado de enviar dinero a la dictadura cubana. La razón: Cuba exporta inteligencia, experiencia, y métodos para controlar y reprimir a la población mientras delincuentes socialistas, que tienen grupos armados, se perpetúan en el poder.
La decisión de Biden de sacar a las FARC de la lista de terroristas es una bofetada a los colombianos, pero sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo es una bofetada a toda Latinoamérica y a todos los hispanoamericanos que llegaron a este país huyendo del horror de grupos terroristas protegidos e impulsados por el castrismo.
Esta semana, el Senador Rick Scott denunció que la Casa Blanca le colgó el teléfono cuando llamó para hablar sobre la tortura y el abuso que sufre el activista José Daniel Ferrer, quien es prisionero del régimen.
Bien le haría a la administración actual atender las llamadas del Senador Scott, que sí entiende el problema que significa lo que ocurre en la isla. El Gobierno debería tener claro que es imposible tener un vecindario plagado de socialistas, terroristas y narcotraficantes sin sufrir alguna consecuencia.
Ojalá el presidente Biden no cometa un error, Cuba, en tanto esté bajo el terror del régimen castrista, seguirá refugiando e impulsando terroristas.