Traducido de Theyeoftheneedle.com por TierraPura.org

Hay un hombre que en este momento aterroriza a la jerarquía de la iglesia anticatólica de Bergoglio. Este hombre viene siendo objeto de tremendos y malvados ataques por parte de los grandes medios de comunicación. Han tratado de desprestigiarlo y presentarlo como un criminal o como alguien que pone a la sociedad en gran peligro. Este hombre es el Arzobispo Viganò. Su Excelencia se convirtió en una estrella polar de la esperanza para los católicos e incluso los no creyentes que tienen sed de justicia y sentido común en este mundo al revés. Viganò ha hablado con calma, pero su suave voz ha aterrorizado a los poderosos del mundo. Viganò expuso el Gran Reinicio y el plan de destrucción de la humanidad. Denunció claramente la infiltración de la masonería en la sociedad y en la Iglesia.

En otras palabras, Viganò es culpable de haber dicho la verdad como un humilde pastor de Dios. En esta entrevista que Su Excelencia nos concedió, nos dice una vez más en qué tipo de período histórico estamos viviendo. También nos consuela recordándonos que ser perseguido por amar a Dios y tener Fe es el mayor honor que podemos tener. Probablemente por eso mucha gente se fija en este hombre dentro de este periodo histórico. Es uno de los pocos pastores que puede hablar con sencillez al corazón de los hombres comunes. Aquí puedes encontrar sus palabras dirigidas a cualquiera de nosotros.

– Excelencia, en los últimos días usted ha sido víctima de duros ataques en los medios de comunicación italianos, los cuales parecen aumentar en intensidad. Massimo Giannini, director de La Stampa de Turín, llegó a llamarle “canalla”. Otro destacado periodista italiano, Bruno Vespa, dijo que Dios debería “perdonarle” por sus declaraciones sobre las vacunas y la supuesta pandemia. ¿Podría explicar por qué los principales medios de comunicación italianos parecen considerarle cada vez más como una especie de “enemigo público”? ¿Por qué parecen tenerle tanto miedo?

Como señalé anteriormente, es típico de cualquier régimen totalitario tratar de deslegitimar cualquier forma de disidencia, al principio ridiculizando al adversario, convirtiéndolo en objeto de burla para desacreditarlo ante los ojos de la opinión pública. Luego, tras deslegitimar a la persona como patológica, o necesitada de atención psiquiátrica, sugiriendo que el adversario es mentalmente inestable y que debería ser hospitalizado en una institución mental. Finalmente, este proceso termina con la criminalización completa de todos los disidentes. De este modo, el régimen crea las premisas necesarias para separar a todos sus adversarios de la sociedad civil.

Las mentiras, los insultos y los ataques personales -como el más reciente que he recibido de la revista italiana “Venerdì” (publicada por el periódico “La Repubblica”)- forman parte de esta farsa, una especie de producción teatral en la que los “sumos sacerdotes” de COVID se rasgan las vestiduras, lamentando toda objeción a sus mentiras. Recordemos que “La Stampa” y “La Repubblica” pertenecen a la familia Elkann, una familia emparentada con los Rothschild desde el año 1500. De hecho, John Elkann escribió el prefacio del libro de Klaus Schwab, La cuarta revolución industrial, en el que el presidente del FEM (Foro Económico Mundial) describe el “Great Reset” (El Gran Reinicio) con todo detalle. En su adhesión a la narrativa oficial, los portavoces de la élite también acaban empleando esta táctica de desacreditar y desprestigiar a quienes se oponen a ellos, una práctica típica de los grupos conspiranóicos.

Ciertamente, ante el ensordecedor silencio de los obispos y la propaganda de Santa Marta [Nota del Editor: la residencia de Jorge Bergoglio], es evidente que una voz discordante que denuncie el golpe de Estado en curso que está llevando a cabo la élite globalista irrita y parece intolerable para quienes piden una aprobación sin contemplaciones a sus contradictorias declaraciones.

En este contexto, los medios de comunicación italianos han llegado a enviar espías para que asistan a las misas celebradas por aquellos sacerdotes que, como el padre Giorgio Ghio, denuncian los daños causados por las vacunas y el espíritu anticristiano general que parece dominar cada vez más la sociedad occidental. Parece que el espíritu de la Iglesia real y tradicional no está muerto, es más, se está reavivando. ¿Cree usted que el poder globalista teme especialmente esta renovación de la fe católica tradicional?

Me gustaría señalar en primer lugar que la intromisión de las autoridades civiles en los asuntos de la Iglesia viola directamente el Concordato entre la Santa Sede y la República Italiana. Además, la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) no tiene ninguna autoridad para negociar con el gobierno protocolos y acuerdos, por lo que dichos acuerdos, en la medida en que son acordados por quienes no tienen derecho a negociar o ratificar tales acuerdos, no tienen ninguna validez. Dicho esto, creo que todo sacerdote tiene el derecho, o más bien el deber, de advertir a sus fieles sobre el peligro real -en absoluto meramente hipotético- que representa la inoculación de este producto médico experimental. Sobre todo cuando toda la farsa psicopandémica apunta claramente a la instauración de una dictadura, cuya finalidad es controlar a los ciudadanos mediante la violación de sus derechos constitucionales y naturales bajo la apariencia de una emergencia sanitaria.

La sumisión de la Jerarquía Católica, de las Conferencias Episcopales, de los Obispos y de los Sacerdotes a esta narrativa oficial, es tan descarada y servil que hace evidente esa infiltración de la “iglesia profunda” que he denunciado muchas veces. Esta infiltración comenzó hace por lo menos 70 años, y hoy se ha vuelto bastante obvia debido a su arrogancia y a su persecución de todas las voces disidentes tanto en lo que respecta a la supuesta emergencia pandémica como a las desviaciones doctrinales, morales y disciplinarias aún más graves (de la actual dirección de la Iglesia) y a las inquietantes complicidades de esta dirección con el “estado profundo”.

Esta flagrante traición de los pastores de la Iglesia ha desencadenado, como también ha ocurrido en el ámbito del gobierno civil, una oposición espontánea de la “base”, del pueblo, tanto de los laicos comunes, como de los sacerdotes comunes, y esta oposición está afectando, significativamente, tanto a la respuesta a la pandemia como a la crisis de la jerarquía de la Iglesia. Por un lado, tenemos a los promotores del “Great Reset” con su ideología anticatólica y anticristiana, apoyada por la iglesia bergogliana. Por otro lado, tenemos a los que se oponen al Nuevo Orden Mundial y que ven cumplidos sus valores morales y su visión en el perenne magisterio católico y en la liturgia católica tradicional. Las dos ciudades, la Ciudad del Diablo y la Ciudad de Dios: la división es siempre la misma, porque las fuerzas opuestas se elaboran a partir de posiciones ontológicamente opuestas e incompatibles entre sí.

– Un coronel ruso que en algún momento sirvió en los servicios secretos soviéticos, Vladimir Kvachov, calificó la pandemia como una especie de “operación terrorista” concebida expresamente para imponer una reducción de la población mundial y dar paso a una dictadura global. En un artículo publicado por la Fundación Rockefeller en 2010 cuyo título es “Operación Lockstep”, se menciona expresamente el estallido de una pandemia. Esta pandemia permite a los gobiernos mundiales implementar medidas autoritarias y represivas contra la libertad personal que son esenciales para avanzar hacia un gobierno mundial único. Estas medidas restrictivas son básicamente las mismas que hemos estado viendo imponerse durante el último año y medio, como las mascarillas y el distanciamiento social, que han provocado una psicosis masiva y un odio social aparentemente sin precedentes en las sociedades occidentales. ¿Cree usted que toda esta situación es una crisis diseñada por los poderes globalistas para arrastrar a la humanidad hacia un estado de miedo constante y allanar el camino para el Leviatán global?

Yo sí lo creo, y lo vengo diciendo desde el comienzo de la psicopandemia, cuando en mayo de 2020 expuse los peligros y los absurdos de esta grotesca farsa. Estoy bastante familiarizado con los escenarios de la Fundación Rockefeller, así como con los representados por el “Gran Reset” del Foro Económico Mundial (FEM), cuyo presidente se reunió con el ex primer ministro italiano, Giuseppe Conte, en noviembre de 2019 y con el actual primer ministro italiano, Mario Draghi, hace apenas unos días. Del mismo modo, también estoy al tanto del plan de la ONU llamado Agenda 2030.

Esta operación requirió una preparación meticulosa y necesitó la participación de gran parte de las instituciones públicas y de los sectores privados, incluyendo la complicidad del Poder Judicial, de las fuerzas del orden y de los medios de comunicación. Estos esfuerzos combinados son un verdadero golpe de Estado y la pandemia es solo un pretexto -la profasis- a través del cual se introduce la aparente inevitabilidad de la violación de los derechos fundamentales y la consiguiente instauración del régimen totalitario del Nuevo Orden. En este Nuevo Orden reina la superstición pandémica, con sus magos, sus templos de vacunas, sus rituales irracionales y sus excomuniones de los pecadores vitandi (“que hay que evitar” o “que hay que rehuir”) -los que no aceptan renunciar a su razón incluso antes de apostatar de su Fe para abrazar esta insana locura ideológica.

En la sociedad del “Gran Reset” que Su Excelencia denunció en numerosas ocasiones, la ideología “transhumanista” juega un papel fundamental. La tecnología moderna avanza a gran velocidad y ahora se habla abiertamente de la posibilidad de controlar el comportamiento humano mediante implantes de microchips cerebrales. Uno de los partidarios de este nuevo modelo de “humano/robot” es Klaus Schwab, un personaje que hemos conocido en las preguntas anteriores, el jefe del Foro Económico Mundial. ¿Cree usted que el propósito final del transhumanismo es realmente éste, privar al hombre del libre albedrío que le ha dado Dios?

El transhumanismo es un proyecto infernal, en el que el Diablo se burla de la creación de Dios pervirtiéndola y corrompiéndola. La obediencia al “yugo fácil” de la Ley de Dios se sustituye por la esclavitud y la sumisión a la tiranía de Satanás, en la que no hay tolerancia para el bien y todos se ven obligados a cometer el mal, aceptar el mal y legitimar el mal. Y a pesar de que solo Dios puede leer nuestras conciencias, Satanás intenta violar el santuario de nuestra parte espiritual interior para controlarla e inducirnos a cometer el mal incluso en contra de nuestra propia voluntad. En su reciente libro, The Great Reset, Klaus Schwab escribió lo siguiente:

“También estamos estudiando nuevas formas de utilizar e implantar dispositivos internos que controlen nuestros niveles de actividad, los valores hematoquímicos y las formas en que éstos pueden asociarse al bienestar, a la salud mental y a la productividad en el hogar y en el trabajo. También estamos aprendiendo mejor el funcionamiento del cerebro y asistiendo a desarrollos excepcionales en el área de la neurotecnología”.

Es un delirio que solo Lucifer puede concebir, y está destinado al fracaso total por su matriz anticristiana, por su desafío a la realeza divina de Jesucristo. Es un delirio en el que la criatura, rebelándose contra las leyes divinas, pretende alcanzar el lugar del Altísimo y repite, con la misma vergonzosa determinación, el “Non serviam” (“No serviré”) de Lucifer.

Satanás es simia Dei (“un simio de Dios”); en todo lo que hace para alejarnos de Dios y arrastrarnos hacia el Infierno, podemos ver siempre su intento burlón de imitar al Salvador, de usurpar su soberanía, de pervertir sus enseñanzas y de robarle almas. El Diablo quiere ser adorado como si fuera Dios. Quiere que el Anticristo gobierne el mundo y someta a la humanidad a su tiranía, sustituyendo la Iglesia de Cristo por la anti-Iglesia de Satanás, que es la Religión de la Humanidad, ecuménica y ecológica.

En sus vídeos y artículos, ha hablado de la amenaza que representa el Nuevo Orden Mundial (NOM). Varios estadistas y primeros ministros, como George H. Bush, Henry Kissinger, Nicolas Sarkozy y David Rockefeller -solo por nombrar algunos- utilizaron esta expresión en sus declaraciones públicas. Estos políticos describen el NOM como una especie de “Edén” al que todos deberíamos aspirar. Durante la crisis de COVID, hemos escuchado a menudo estas palabras. ¿Puede explicar la idea que impulsa el Nuevo Orden Mundial y por qué las vacunas desempeñan un papel muy importante en el cumplimiento de este objetivo?

El Nuevo Orden Mundial no es ni Nuevo ni Orden: representa la insensata ambición de Satanás de derrocar el plan providencial de Dios, de anular la verdadera Religión que conduce a la salvación eterna y, finalmente, de sustituir el “ordo christianus” (“el orden cristiano”) por el caos infernal. En este desorden, la mentira sustituye a la Verdad, la injusticia y el abuso de poder sustituyen a la justicia, el capricho en lugar de la obediencia a la ley de Dios, la muerte en lugar de la vida, la enfermedad en lugar de la salud, la legitimación del Mal y la condena del Bien, la persecución a las personas buenas y la glorificación de los malvados, la ignorancia en lugar de la cultura y la sabiduría, la fealdad y el horror en lugar de la belleza, la división y el odio en lugar de la armonía y el amor. Satanás no quiere ser adorado adoptando las cualidades de Dios, sino exigiendo ser objeto de adoración a través de todo lo que es malo, obsceno, falso, absurdo y monstruoso. Busca la subversión total, una subversión ontológicamente diabólica y anticristiana: un “Nuevo Orden” obtenido mediante un golpe de Estado global impuesto bajo la apariencia de una emergencia planificada.

La campaña de vacunación, carente de toda validez científica, sirve en primer lugar de aparente legitimación para implantar un seguimiento y un control globales, hoy con el pretexto de limitar la propagación del COVID (pretexto que es falso, porque, entre otras razones, los vacunados pueden seguir infectándose y siendo propensos al contagio). Pero mañana, esta campaña pretende ampliar su alcance, extendiendo el “Pase Verde” a la información utilizada en un “sistema de crédito social” para hacer frente a una “emergencia verde”, que será igualmente falsa y engañosa. El “Pase Verde” está siendo concebido como algo parecido a la Marca de la Bestia mencionada en el Apocalipsis de San Juan para permitir o prohibir a la gente comprar, vender, viajar, gastar, comer y vivir.

En segundo lugar, la inoculación de personas con un suero genético experimental que provoca un debilitamiento de nuestro sistema inmunitario natural representa un delito muy grave, porque convierte a personas normales y sanas en enfermos crónicos y, en consecuencia, en clientes de las empresas sanitarias y de la asistencia privada. Esta situación infla enormemente los beneficios de la élite globalista y conlleva un empobrecimiento general de la población. Incluso este aspecto, aparentemente secundario, revela el carácter subversivo del “Gran Reset”, porque el “Gran Reset” no representa solo un ataque contra la salud de un individuo, sino también un ataque contra la seguridad nacional de los Estados, porque sus fuerzas armadas se ven perjudicadas por los efectos secundarios de la vacuna, mientras que los soldados no vacunados están vetados del servicio activo. Pienso que este es un punto no suficientemente considerado por los que se encargan de analizar la crisis actual, y muestra la malicia de los mismos. Una vez en el poder, cooperan para la destrucción de las naciones con el fin de someterlas al Nuevo Orden.

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