Fuentes: chinawatchinstitute.org

Puntos en común y diferencias con la URSS post-estalinista

Un punto en común, que forma parte de la etapa final del proceso de “fijación” del marco comunista en la población, es la relajación de la represión y el terror y esto es algo que dos figuras, Nikita Jrushchov y Deng Xiaoping, cumplieron con mucha similitud y, de nuevo, durante un periodo de tiempo muy similar (11 años) emprendiendo un revisionismo crítico sobre la etapa anterior y rebajando, como decíamos, en varios órdenes de magnitud la represión a la población en China. Con Jrushchov se llamó “desestalinización” y con Deng “Boluang Fanzheng” [1], que significa “eliminar el caos y volver a la normalidad”.

También es, precisamente, en esta etapa cuando empiezan a surgir diferencias con el proceso soviético porque la falta de suficientes recursos naturales (petróleo, gas, alimentos, etc.) impedía plantear un escenario de independencia económica similar al de la URSS. Por eso, Deng toma un camino diferente a través de varias ideas fuerza que continúan hoy vigentes como “socialismo con características chinas” o “un país, dos sistemas” (Hong Kong y Macao mantienen sistemas económicos y de gobierno independientes).

La primera, “socialismo con características chinas”, justificaba la apertura y reforma económica por el nivel relativamente bajo de riqueza material y la necesidad de participar en el crecimiento económico antes de perseguir una forma igualitaria de socialismo, lo que según su visión, conduciría a una sociedad comunista descrita en la ortodoxia marxista. Esto implicó una serie de reformas económicas que pasaron, desde la descolectivización de la agricultura y la apertura del país a la inversión extranjera durante finales de los 70 y los 80, a la privatización y concertación de la mayor parte de la industria estatal incluyendo el levantamiento del control de precios y políticas proteccionistas a finales de los 80 y 90. A pesar de ello, se mantuvieron los monopolios públicos en sectores estratégicos como la banca, las telecomunicaciones o la energía.

Como consecuencia de este proceso, el aumento de la corrupción y el crecimiento desmedido de la inflación contribuyeron a las protestas de la Plaza de Tiananmen en 1989. Como veíamos, las protestas históricamente coinciden con el inicio de la caída del comunismo en las naciones del Pacto de Varsovia; de hecho, el 4 de junio, cuando la operación militar contra los manifestantes fue autorizada por el PCCh, en Polonia se estaba votando en las primeras elecciones democráticas, punto inicial de las revoluciones de ese año. También en México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), miembro desde su creación de la Internacional Socialista, daba un giro hacia políticas de centroderecha provocando en 1989 la creación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) como representante de la ideología de izquierdas que el PRI había abandonado. Además, la crisis hizo visibles las profundas discrepancias entre el sector más conservador del PCCh con las políticas reformistas de Deng. Las acciones del régimen chino, con miles de muertos y encarcelados, fueron ampliamente reprobadas a nivel internacional y el embargo armamentístico que impulsaron EE. UU. y Europa continua hasta hoy.

Una vez más, hay muchos paralelismos con Jrushchov y la crisis de los misiles de Cuba (1962), cuya actuación débil según el sector conservador del PCUS le obliga a tener que dimitir un par de años después para, a continuación, jubilarse a un apartamento en Moscú y una dacha en una zona rural provistas por el Estado. En China, Zhao Ziyang, Secretario General del PCCh y hasta entonces considerado el sucesor natural de Deng Xiaoping, fue desalojado del poder por su debilidad ante los manifestantes pasando el resto de su vida, hasta su muerte en 2005, bajo arresto domiciliario. Por otro lado, Deng, que nunca había ostentado ningún cargo de relevancia excepto el de presidente de la Comisión Militar Central desde donde ejercía su poder total sobre el Partido, cede su puesto a Jiang Zemin y lo sitúa también como su sucesor en el Politburó.

Jiang Zemin, mantuvo el control de Shanghai durante la crisis, y su elección en detrimento de Li Peng, cabeza del sector conservador del Partido, mostraba la intención de mantener el rumbo reformista. Deng, en su despedida de la Presidencia de la Comisión Militar Central a final de 1989, escribió lo que se interpreta como su testamento político en dos partes [2]; la primera, de 24 caracteres, iba dirigida a la Política Exterior y de Defensa que debería seguir China:

Observemos atentamente; aseguremos nuestro puesto; enfrentémonos a las cuestiones; disimulemos nuestra capacidad y aguardemos la oportunidad; intentemos pasar desapercibidos, y no reivindiquemos nunca el liderazgo”.

Los siguientes 12 caracteres iban dirigidos a la cúpula del Partido:

Las tropas enemigas están al pie de la muralla. Son más fuertes que nosotros. Tendremos que situarnos básicamente a la defensiva”.

Desde China Watch Institute hemos citado ya en varias ocasiones estas mismas palabras por su extraordinaria importancia para entender el verdadero posicionamiento estratégico posterior del PCCh porque es bastante evidente que en ellas no hay el menor rastro de redefinición ideológica.

Como contexto a este periodo de reflexión interna que se abrió tras Tiananmen y que durará hasta la célebre “inspección del sur” por el propio Deng en 1992, es importante tener en cuenta dos cuestiones relacionadas con la particularidad china.

Primero, para los chinos, todo lo que está alejado del núcleo de su cultura milenaria es bárbaro (yi) [3] y, aunque China siempre desconfió de los bárbaros como demuestra la Gran Muralla, nunca renunció a comerciar con ellos. Además, su enorme capacidad de adaptación les ha permitido mantener su identidad bajo las circunstancias más adversas, consiguiendo incluso que los invasores mongoles y manchúes se sinizaran para gobernar China.

La segunda cuestión, según Zhang Weiwei, miembro del PCCh y profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Fudan (Shanghai), viene de combinar cuatro factores que definen la excepcionalidad de la civilización china: superpoblación, super-vasto territorio, super-larga tradición y superrica cultura. En consecuencia, apoyarse en estos cuatro factores, incluyendo el rico patrimonio histórico-militar, puede redundar en ventajas competitivas. En particular, se había intensificado años antes el estudio del periodo de los “Reinos Combatientes” (V a.C.-221a.C.) en donde “El arte de la guerra” de Sun Tzu [3] es, sin duda, su más célebre exponente y una de las fuentes de inspiración.

Como decíamos, una de las particularidades del pueblo chino es su capacidad de adaptación manteniendo su identidad en las circunstancias más adversas. Esta especial habilidad para detectar lo que es esencial y lo que es accesorio a la hora de definir lo que hace a algo identitario es lo que permite al PCCh crear una hibridación ideológica sin precedentes que resuelve por décadas la difícil situación.

“Socialismo con características chinas”, concepto lanzado previo a la crisis de Tiananmen, hibrida socialismo con economía de mercado, introduciendo las particularidades chinas como elemento de excepción e incluso de cohesión social mientras, y esa es la novedad post-Tiananmen, que inicia la guerra con Occidente. En realidad, un error común en Occidente es asumir como una característica del marco comunista la aplicación ortodoxa de los dogmas marxistas-leninistas, por ejemplo en la economía, al ser lo habitual en la Unión Soviética y en muchos otros países por lo que se interpretó ese “socialismo con características chinas” abierto a la economía de mercado, simultáneamente a la caída del comunismo en Europa, como un abandono progresivo de la ideología y como una muestra de debilidad del régimen en China. De hecho, el propio PCCh se encargó de fomentar esta misma impresión en años posteriores mediante sucesivas ideas-concepto como, por ejemplo, el “ascenso pacífico” que abordaremos en el siguiente artículo. No se entendió que la mentira, el engaño, si forman parte del marco comunista y que eran las palabras de Deng al Partido, y no tanto el concepto lanzado a la población china y a los mercados internacionales, la verdadera hoja de ruta del PCCh. Este acorralado ideológica y políticamente, decidió declarar la guerra a los enemigos del Partido.

La formación y los procedimientos utilizados en la estrategia militar no deben ser divulgados previamente” (Sun Tzu) y, consecuentemente, es imprescindible considerar las acciones y resultados a través de un arco temporal más largo, durante las siguientes décadas. Una ventaja de no tener elecciones cada cuatro años es que permite planificaciones en plazos impensables para gobiernos democráticos, aunque una importante pista la encontramos en el libro “Guerra sin restricciones” [5], escrito por los coroneles Qiao Liang y Wang Xiang-sui y publicado por la editorial del Ejército Popular de Liberación (EPL) chino en 1999. Recientemente, numerosos analistas norteamericanos han ido dando creciente importancia a este libro como una muestra, a modo de manual, del proceso que se está llevando a cabo desde 1992. En él se afirma que la guerra no necesita de intervención armada, pudiéndose librar en cualquier campo y a través de cualquier medio posible. Según su visión, la economía, la tecnología o la cultura son armas tan potentes como las militares y pueden actuar simultáneamente en múltiples flancos. La planificación de la operación militar, a partir de 1992 sigue a nivel general principios como “la defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia” (Sun Tzu) o “toda operación militar implica engaño” (Sun Tzu), destacando, sin vocación de ser exhaustivos, los siguientes movimientos bélicos como apoyo para visualizar la estrategia general:

  1. Reconociendo inferioridad tecnológica y económica, se facilita la inversión extranjera incluyendo ciertas medidas de liberalización de la economía. Se atrae al enemigo a territorio propio aprovechando su tamaño del mercado interno y el bajo coste de mano de obra.
  2. Como decía Sun Tzu, “el espionaje es esencial para las operaciones militares, y los ejércitos dependen de él para llevar a cabo sus acciones” por lo que se procede al espionaje y robo continuo de propiedad intelectual y tecnológica extranjera con el apoyo del ejército para ir fortaleciendo a la industria nacional. Se drena el poder del enemigo para fortalecer a sus tropas.
  3. Se engaña con la idea de apertura hacia el mercado libre cuando en realidad es un mercado intervenido en donde, por ejemplo, se obliga a las empresas privadas a tener presencia de miembros del PCCh en los órganos de decisión, se mantiene un poder judicial dependiente del Partido que actúa sobre el mercado discrecionalmente y se desarrollan mecanismos que dirigen parte de la riqueza generada de nuevo al Partido utilizándola, no solo para enriquecer a parte de sus miembros, sino también para fortalecer al Ejército Popular de Liberación (EPL) y a la maquinaria diplomática exterior.
  4. Se incrementan las herramientas de control social y control de los medios de comunicación locales en proporción superior a la mejora en la calidad de vida para favorecer la estabilidad a cualquier otra cuestión, incluyendo los derechos humanos. El EPL como herramienta de represión y control social se hace tan imprescindible que Hu Jintao declarará que la principal misión del ejército es la protección del Partido y no del gobierno o de los ciudadanos chinos.
  5. Se fortalece la propaganda lanzando una ofensiva diplomática y cultural que incluye la presencia en los principales organismos internacionales (ONU, OMC, OMS, etc.), con presiones diversas (sobornos incluidos) para garantizar una influencia real junto con un plan para el control en medios de comunicación y estudios de cine extranjeros que permitan una cobertura benévola hacia el régimen. Los Institutos Confucio se manejan, en lugar de espacios para el aprendizaje del mandarín en el extranjero, como espacios de propaganda encubierta.

En 1992 Deng reaparece con 88 años para realizar lo que se llamó “la inspección del sur” visitando Shenzhen, Zhuhai, Guangzhou y Shanghai entre otras. Esta gira sirvió para reafirmar definitivamente el programa de reformas y, entre otras, Deng enunció la famosa sentencia “enriquecerse es glorioso”. Según Deng, Mijaíl Gorbachov fue un tonto por abandonar el monopolio del partido en el poder sin reformar la economía y eso fue, precisamente, lo que el PCCh hizo pero, a diferencia de Gorbachov, lo realizó sin cambiar el marco en lo esencial y apoyándose en el engaño de ese “socialismo con características chinas” para esconder lo que realmente estaba pasando.

Como decía Sun Tzu “el punto final de la formación de un ejército es llegar a la no forma. Cuando no tienes forma, el espionaje encubierto no puede descubrir nada, ya que la información no puede crear una estrategia”. La complejidad del ataque, llegando a la “no forma”, se crea al multiplicar los frentes (económico, tecnológico, cultural, militar, político) con armas poco convencionales (deuda financiera, control de los medios, control empresarial, espionaje, soborno) mientras que se utiliza a la diplomacia (Departamento de Trabajo del Frente Unido incluido) para lanzar mensajes falsos o contradictorios (“ascenso pacífico” “socialismo capitalista”) e infiltrarse en múltiples organismos internacionales en donde influir en beneficio del Partido. Además, la combinación de control social con el tamaño de su población y su naturaleza diligente permite producir a un ritmo extraordinario manteniendo, por su competitividad en costes, el interés de occidente en invertir en el país, a pesar de los inconvenientes, hasta convertirse en la “fábrica del mundo”. ”Lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la perspectiva de ganar” (Sun Tzu).

Envía tu comentario

Subscribe
Notify of
guest
3 Comentarios
Más antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios

Últimas