Por Guillermo Rodríguez – elamerican.com

A mediados de 2009 a la actualidad más de 60 mil cristianos han sido asesinados o desaparecidos por insurgentes fundamentalistas islámicos en Nigeria. Estimo que cerca de 20 mil iglesias y escuelas cristianas han sido incendiadas desde aquel año. A la insurgencia inicial de la organización terrorista Boko Haram se ha sumado en los últimos años la de los pastores musulmanes fulanis radicalizados por la ideología yihadista.

En su informe del 4 de agosto la ONG nigeriana International Society for Civil Liberties and Rule of Law, también conocida como Intersociety, explicaba que:

“El número total de muertes cristianas (…) desde julio de 2009 hasta julio de 2021 (…) es de no menos de 43 mil (…) Las matanzas se deben a la propagación del islamismo radical en Nigeria (…) la mayoría de los musulmanes secuestrados por yihadistas son posteriormente liberados (…) los cristianos son asesinados en cautividad o forzados a convertirse al islam (…) Entre las atrocidades (…) dirigidas primordialmente contra los cristianos (…) se cuentan matanzas, mutilaciones, degollamientos, destripamiento de embarazadas, decapitaciones, torturas, mutilaciones, secuestros, toma de rehenes, violaciones y vejaciones a niñas, matrimonios forzados, desapariciones, extorsiones, conversiones forzosas, quemas de hogares y lugares de enseñanza o culto, ocupación de granjas, destrucción de cosechas…”.

En los primeros siete meses de 2021, el número de iglesias atacadas o incendiadas supera las 300. En los últimos 12 años no menos de 30 millones de cristianos del norte de Nigeria fueron amenazados y diez millones de ellos desplazados.

En las primeras semanas de agosto terroristas fulanis mataron a 70 cristianos en el estado de Kadu, desplazaron a cerca de 30 mil y quemaron 500 viviendas cristianas y destruyeron cosechas en cerca de mil granjas cristianas. A finales de ese mes se reportó el asesinato de otros 36 cristianos  por terroristas fulanis en Kadu. En el funeral de algunas de esas víctimas el obispo anglicano Jacob Kwashi afirmó:

“El Gobierno secunda por completo el derramamiento de sangre. Estamos siendo asesinados simplemente por no ser musulmanes. Estos malvados yihadistas fulanis gozan del respaldo del Gobierno cuando matan a la gente, destruyen sus hogares y granjas; y cuando tratamos de defendernos, el Gobierno nos arresta. ¿Qué clase de justicia es esta?”.

En la noche del 24 de agosto, en Jos North Plateau, yihadistas fulani atacaron una aldea de mayoría cristiana  casa por casa asesinando 37 cristianos. Poco antes, terroristas fulanis arrasaron cuatro aldeas de mayoría cristiana al sur de Kaduna asesinando 27 cristianos, incendiando cientos de hogares y destruyendo las cosechas de las granjas. Jonathan Asake, exmiembro de la Cámara de Representantes de Nigeria, afirmó:

“Cometen un genocidio contra los cristianos en el sur de Kaduna (…) durante los últimos seis años, las fosas comunes son el testimonio de lo que estamos diciendo. (…) No se ha detenido a un solo atacante (…) mientras el Gobierno federal y el del estado de Kaduna se hacen los ciegos (…) los medios occidentales creen que un genocidio de cristianos nigerianos no merece atención.”

El Gobierno del presidente Muhamadu Buhari niega la mayor parte de asesinatos y de los que reconoce afirma que no tienen relación con la religión. Según Buhari el derramamiento de sangre se debe a disputas por la tierra, debido a la pobreza y desigualdad.

Cuando se ocupan de Nigeria los grandes medios occidentales ocultan el genocidio de cristianos reduciéndolo a conflicto étnico, no religioso. Quien reporte el genocidio de cristianos nigerianos a manos de fundamentalistas islámicos se arriesga a ser cancelado por turbas woke bajo el “cargo” de “islamofóbia”.

Ya en 2018 el experto en el medio oriente, Raymond Ibrahim, concluía que:

“El Gobierno nigeriano y la comunidad internacional (…), han hecho muy poco desde el principio para atajar la situación (…) ni siquiera pueden reconocer sus raíces, en concreto, la ideología intolerante de la yihad. En consecuencia, el número de cristianos muertos no ha hecho más que ir en aumento, y seguramente seguirá creciendo exponencialmente, hasta que esta realidad no sólo sea reconocida, sino abordada.”

Y ciertamente, el genocidio de cristianos nigerianos ha seguido “creciendo exponencialmente” mientras el mundo ha seguido negándose a verlo.

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