Por Carlos Esteban – gaceta.es
La prueba con éxito del arma supersónica china ha dejado al alto mando norteamericano con la boca abierta, y el propio General Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, lo ha calificado como «un momento Sputnik», en referencia al primer éxito soviético en la carrera espacial durante la Guerra Fría. Punto para China en este ‘remake’ de la paz armada de posguerra.
Pekín le ha quitado hierro al asunto, asegurando modestamente que se trata de «pruebas rutinarias», pero no es así como lo ven en Washington, que aún se rasca la cabeza preguntándose cómo han podido los chinos tomar tanta delantera en dispositivos hipersónicos.
«Lo que hemos visto, la prueba de un sistema armamentístico hipersónico, es un suceso muy significativo», ha declarado Milley en una entrevista en Bloomberg Television. «No sé si es un ‘momento Sputnik’, pero si no, se le acerca mucho. Vamos a estar muy atentos».
Bienvenidos a la nueva Guerra Fría. Es prácticamente oficial, después de que la Administración Biden haya admitido que Estados Unidos se encuentra en un estado de «competencia estratégica» con el más poderoso de sus rivales, la República Popular China.
El pasado martes, el líder chino Xi Jinping habló en una conferencia del ejército sobre una «nueva situación» centrada en una rápida dedicación de la capacidad industrial china a las necesidades de la producción de armamento.
Las capacidades estratégicas de China, dijo Xi, han mejorado merced a un «desarrollo exponencial» en equipo y armas. Pero no son los únicos que ven el rearme chino como una realidad a tener en cuenta: sus rivales piensan más o menos lo mismo. Un nuevo informe en profundidad elaborado por la Heritage Foundation valora la disponibilidad bélica norteamericana como meramente «marginalmente superior».
El cambio es tan brusco como inquietante. Pese a sus balandronadas en el Mar de China y sus veladas amenazas de invasión de Taiwán, hasta ahora la estrategia china en su competición con el imperio estadounidense ha sido dejar a los norteamericanos la primacía bélica y concentrarse ellos en la victoria económica, comercial e industrial.
Pero el liderazgo chino empieza a perder la paciencia con esta estrategia tan a largo plazo. Xi Jinping ha sido el primer líder desde Mao en recuperar los poderes imperiales del Gran Timonel y algo parecido a su culto a la personalidad, rompiendo con décadas de liderazgo compartido con el Partido, pero su supervivencia política depende en buena medida de que tenga triunfos que mostrar a los demás dirigentes y al pueblo.