Traducido de DailyMail por TierraPura.org
Investigadores japoneses han construido un robot con neuronas parecidas a las del cerebro, cultivadas en el laboratorio, para enseñarle a “pensar como nosotros”
En los experimentos realizados en la Universidad de Tokio, el compacto vehículo robótico con ruedas, lo suficientemente pequeño como para caber en la palma de la mano de una persona, se colocó en un sencillo laberinto.
El robot se conectó a un cultivo de neuronas cerebrales, también conocidas como células nerviosas, que se cultivaron a partir de células vivas.
Cuando estas neuronas artificiales fueron estimuladas eléctricamente, la máquina alcanzó con éxito su objetivo: una caja circular negra con luces LED.
Y cada vez que el robot se desviaba en la dirección equivocada o miraba hacia otro lado, las neuronas del cultivo celular eran estimuladas con un impulso eléctrico para que volvieran a su camino.
Mira el vídeo aquí.
Los experimentos, detallados en un nuevo artículo publicado en Applied Physics Letters, suponen un gran paso adelante en el intento de enseñar inteligencia a los robots, según los investigadores.
“Desarrollamos un sistema de bucle cerrado para generar una señal coherente a partir de un cultivo neuronal vivo espontáneamente activo y lo incorporamos a un robot vehículo móvil”, dicen los autores en su artículo. Cuando el robot chocaba con los obstáculos o cuando su objetivo no estaba a menos de 90 grados delante de él, se aplicaba al cultivo una estimulación eléctrica procedente de un electrodo. El robot pudo alcanzar con éxito su objetivo en cuatro campos diferentes”.
Las neuronas artificiales cultivadas a partir de células vivas actuaron como “el depósito físico” para que el robot tomara decisiones. Las neuronas no estaban dentro del propio robot, sino en sus proximidades.
Durante la prueba, el robot recibía señales homeostáticas que le indicaban que todo iba según lo previsto y que avanzaba hacia la meta.
Sin embargo, si el robot se encontraba con un obstáculo, esta homeostasis se interrumpía con señales de perturbación, lo que hacía que el robot se tambalease y recalibrase.