Por Oriana Rivas – Panampost.com

La intromisión de Mark Zuckerberg en las elecciones presidenciales de 2020 salió a la luz en febrero pasado. En el artículo de Times que le dio la razón a Donald Trump y retrató toda una conspiración de empresarios y organizaciones civiles para evitar su reelección. Sin embargo, esa no fue toda la historia, faltaba más por contar. Por ejemplo, la parte sobre cómo el dueño de Facebook financió oficinas electorales bajo ciertas condiciones. El objetivo: ganar votos a favor de Joe Biden.

Y así ocurrió. Zuckerberg habría usado dos organizaciones de investigación —supuestamente no partidistas— llamadas Centro de Tecnología y Vida Cívica (CTCL) y Centro de Investigación e Innovación Electoral (CEIR). Ambas repartieron el dinero con normas específicas sobre cómo se podrían gastar los fondos a ciudades y condados. El medio New York Post, portal que reveló la información, lanzó esta lapidaria conclusión:

«Las elecciones de 2020 no fueron robadas; probablemente fue comprada por uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo que invirtió su dinero a través de vacíos legales».

En total fueron 419,5 millones de dólares. Una cifra nada despreciable. El dinero no tenía que ver con financiación de campañas tradicionales, cabildeo «u otros gastos relacionados con las elecciones modernas cada vez más caras». No. Esos fondos, sirvieron para «la infiltración de las oficinas electorales a nivel de la ciudad y el condado por parte de activistas de izquierda».

¿Pero cómo lograron influir en las elecciones de 2020? Usando las oficinas como una plataforma para implementar «prácticas administrativas, métodos de votación y acuerdos de intercambio de datos». Además, de activar campañas de alcance intensivas de votos en zonas donde abundan los demócratas.

Que Joe Biden ganara finalmente las elecciones no significa que la empresa de Zuckerberg se detuviera en sus continuas ambiciones. Por el contrario, ahora Facebook parece ser el mejor amigo de la actual Administración. Recientemente 14 fiscales demócratas le pidieron seguir arreciando la censura. El pedido en sí es silenciar a usuarios que difundan contenido sobre el COVID-19 que no coincida con el discurso de la Casa Blanca.

Infiltración en oficinas electorales

La inversión del creador de Facebook parece haber rendido frutos aumentando el margen de votos a favor de Biden en estados clave. «En lugares como Georgia, donde Biden ganó por 12000 votos, y Arizona, donde ganó por 1000, el gasto probablemente lo colocó en la cima».

El Centro de Tecnología y Vida Cívica (CTCL) «exigió la promoción de la votación universal por correo mediante la suspensión de las leyes electorales y la extensión de los plazos que favorecían la votación por correo en lugar de la votación en persona».

Adicional, aumentó en gran medida la financiación para el personal temporal y los trabajadores electorales. Esto «apoyó la infiltración de los activistas pagados del partido demócrata en las oficinas electorales, coordinados a través de una compleja red de organizaciones sin fines de lucro de izquierda, plataformas de redes sociales y personas influyentes en las elecciones en las redes», relató el medio estadounidense.

Por lo tanto sí, es cierto. Las elecciones puede que no hayan sido compradas, pero desde la empresa tecnológica tomaron un camino alterno para influenciarlas. Y es que a Zuckerberg no le conviene una segunda presidencia de Donald Trump. Su objetivo es el de crear una sociedad adicta a redes, manipularlas a nivel de consumo, moral y ético, esto fue dicho por Frances Haugen, una exempleada que reveló numerosos secretos sobre dicha compañía. Una actitud que dista de los principios del expresidente republicano.

Manipulación del contenido

Por si fuera poco, 14 fiscales generales demócratas están pidiendo a la plataforma recrudecer la censura. En resumen, le pidieron a Zuckerberg  «que se comprometiera a desnaturalizar a ciertos usuarios por promover ‘contenido antivacunas’ y ‘activistas’».

Sería una raya más para la esta empresa, que ya viene cargada de numerosas decisiones arbitrarias para silenciar usuarios, grupos y temáticas. Un caso tangible, fue el bloqueo de anuncios con contenido político días antes de las elecciones en EE.UU.

Y no podía faltar la cereza del pastel. Facebook está permitiendo la difusión de publicaciones que incentivan a la migración ilegal hacia Estados Unidos. La compañía lo reconoció. «Permitimos que las personas compartan información sobre cómo ingresar ilegalmente a un país o soliciten información sobre cómo ser contrabandeados”, escribió William Castleberry, vicepresidente de políticas públicas estatales de Facebook.

Este razonamiento, tachado en muchas ocasiones como ilógico, lo replicó The Washington Times e indicó que es que ellos «esperan» que compartir información ayude a algunos migrantes a colarse en el país por sus propios medios, en lugar de recurrir a «traficantes de personas».

Son muchas decisiones cuestionables de parte de Zuckerberg y el resto de su empresa. Lo que nació como una plataforma para conectar personas, terminó siendo una red para manipularlas a conveniencia y perjudicarlas. Lejos quedaron las políticas de privacidad o de ética.

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