Un municipio de Fuerteventura celebra sus fiestas patronales y como en cualquier fiesta, hay actuaciones musicales. Y para obligar a la gente a mantener las distancias de seguridad, el ayuntamiento de ese municipio decide enjaular a los asistentes a esa actuaciones como si fuera una feria de ganado, en lugar de un acto festivo y lúdico.
Pero si lo de ese ayuntamiento es complicado de entender, es mucho más complicado entender cómo puede ser posible que la gente no tenga la suficiente dignidad de no prestarse a participar en un espectáculo de ese tipo. No conseguimos entender dónde se ha dejado mucha gente el cerebro y el pudor, anjaulándose voluntariamente de esa forma.
Todo esto de la pandemia y de las medidas que se están tomando con la excusa del supuesto virus están dejando claras muchas cosas. Y la peor de ellas es que hay una buena parte de la sociedad que no tiene ni dignidad, ni criterio propio. Una parte de la sociedad que prefiere que piensen por ella y que utilizan el cerebro para lo justo. Tristísimo.