Fuente: chinawatchinstitute.org

La caída de la capital afgana en manos de los talibanes no sólo supone una crisis existencial para la población femenina de Kabul, las minorías religiosas, los periodistas, los activistas de derechos humanos y quienes desempeñaron funciones clave en la anterior administración afgana o en las fuerzas dirigidas por Estados Unidos, sino también para las familias de uigures afganos.

“Si alguien llama a la puerta, grito que es el gobierno chino que viene a llevarnos de vuelta a China”, dijo una mujer uigur afgana al Proyecto de Derechos Humanos Uigur.

Estos temores se amplificaron cuando los talibanes anunciaron que consideran a China “amiga” de Afganistán y que están dispuestos a ayudar a Pekín a detener a los sospechosos de tener vínculos con el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM por sus siglas en inglés), un grupo separatista alineado con Al Qaeda.

“China es un país amigo y lo acogemos con satisfacción para la reconstrucción y el desarrollo de Afganistán”, declaró el mes pasado el portavoz talibán Suhail Shaheen a un medio de comunicación estatal chino.

A principios de este año, el derrocado gobierno afgano detuvo a 10 espías del régimen chino que estaban creando una falsa célula del ETIM en Afganistán para atrapar a los uigures afganos, lo que demuestra el nivel de paranoia que Pekín mantiene hacia un grupo separatista islámico que se calcula que sólo cuenta con unos pocos cientos de militantes.

En la actualidad, se calcula que hay unos 2.000 uigures viviendo en Afganistán, pero a pesar de que la mayoría lleva años viviendo en el país y muchos tienen la ciudadanía afgana, en sus formularios de identificación oficial sigue figurando que son “emigrantes chinos”, lo que hace temer que sean utilizados como moneda de cambio o gesto diplomático por los talibanes para conseguir el favor de Pekín.

“China es un país amigo y lo acogemos con satisfacción para la reconstrucción y el desarrollo de Afganistán”, declaró el mes pasado el portavoz talibán Suhail Shaheen a un medio de comunicación estatal chino.

A principios de este año, el derrocado gobierno afgano detuvo a 10 espías del régimen chino que estaban creando una falsa célula del ETIM en Afganistán para atrapar a los uigures afganos, lo que demuestra el nivel de paranoia que Pekín mantiene hacia un grupo separatista islámico que se calcula que sólo cuenta con unos pocos cientos de militantes.

En la actualidad, se calcula que hay unos 2.000 uigures viviendo en Afganistán, pero a pesar de que la mayoría lleva años viviendo en el país y muchos tienen la ciudadanía afgana, en sus formularios de identificación oficial sigue figurando que son “emigrantes chinos”, lo que hace temer que sean utilizados como moneda de cambio o gesto diplomático por los talibanes para conseguir el favor de Pekín.

“A finales de la década de 1990, los talibanes deportaron a varios uigures a petición de China y trasladaron a comunidades enteras de aldeas remotas a las principales ciudades como medio para vigilar mejor sus actividades”, dijo. “En última instancia, los talibanes utilizarán a las minorías uigures como una forma de tender un puente en las relaciones con China y obtener la tan necesaria inversión en la economía afgana, devastada por la guerra”.

A la inversa, China utilizará su floreciente relación con los talibanes como una oportunidad para ampliar su campaña contra los uigures en Afganistán y erradicar “todo lo que China considere militancia uigur dentro de la región”, dijo Jardine.

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