Fuente: KontraInfo.com
Ahora se abre el debate sobre el uso de la marihuana con fines recreativos. Hay hipocresía social; el alcohol y el tabaco son tóxicos también”, sostuvo el presidente argentino, Alberto Fernández, en su participación, de forma virtual, en el “II Encuentro Federal de Derecho”.
Como si de seguir punto por punto la agenda progresista, que es impuesta desde fundaciones transnacionales, como lo viene haciendo desde hace muchos años la Open Society Foundations de George Soros, Fernández sostuvo que este nuevo debate “se abre” como un nuevo paso tras la aprobación de la legalización del aborto: “El derecho siempre va corriendo detrás de la cultura. Las movilizaciones del feminismo, de las mujeres, que reclamaban el derecho a que la interrupción voluntaria del embarazo no sea un crimen fue determinando al Estado a que construya la ley que diga eso”.
La intervención de la fundación de Soros detrás de proyectos de legalización de la marihuana en todo el mundo, no es ninguna novedad, así ocurrió de hecho en Uruguay, donde se aprobó un proyecto en ese sentido en 2013, luego de una reunión del entonces presidente José Mugica con el megaespeculador financiero.
El presidente argentino también adelantó cuál será el argumento a usar para la futura campaña de legalización: “Hay hipocresía social: el alcohol y el tabaco son tóxicos también”. Si en el caso del aborto uno de los falsos argumentos era: “hay que legalizarlo porque ocurre igual”, (una clara falacia ya que con el mismo criterio debería legalizarse cualquier delito), en el nuevo debate el (falso) argumento sería “hay que legalizar algo nocivo porque otras cosas nocivas también son legales”.
El cura villero Pepe Di Paola, de extensa trayectoria en recuperación de personas adictas a drogas, consultado sobre este tema, ha sabido explicar el problema que plantea la legalización de la marihuana recreativa: “Nosotros decimos que no. En los casos de nuestros centros, muchos chicos han entrado con la marihuana y la cerveza. La evaluación que hacemos es que es una puerta de entrada para después otras drogas más pesadas en los ambientes en que trabajamos nosotros. Los países que han trabajado la legalización hicieron una labor seria en salud y educación, que Argentina no la hizo nunca. En general, las banderas estas las levantan las clases medias. Pero debieran mirar que las clases más humildes con pibes que no tienen trabajo, ni capacitación laboral, que no van a la escuela, que su vida es una esquina en una fogata, el cigarrillo de marihuana que se puede llamar ‘consumo recreativo’ en algún lado, acá termina siendo problemático, la puerta de entrada para cualquier droga” y por el contrario, propone: “Cambiar muchas veces las penas por la obligación de un proyecto de recuperación, por eso debe haber casas adecuadas a eso. Porque la mayoría, como la nuestra, tienen que ver con el querer recuperarse. Es muy importante que existan dentro del Estado opciones que signifiquen no criminalizar al adicto y sí ayudarlo a su recuperación. Porque generalmente lo que pasa es que por no atenderlo a tiempo llega a las instituciones cuando ya cometió un delito grave, entonces después ya está. El Estado respeta su libertad aparentemente, entonces esa libertad lo deja fumar acá, drogarse allá y de pronto está esperando que cometa un delito para poder llegar”.
Quizá el equipo de campaña del partido gobernante apueste también a abrir este debate apuntando a llamar la atención de los jóvenes frente al próximo proceso electoral, ante el que no pocos contemplan con cierta apatía. Lo cierto es que en una Argentina con casi 50% de su población en la pobreza y más del 60% de los niños en esa condición, la casta política parece seguir pensando en términos de agendas impuestas desde el extranjero, en lugar de dedicarse a resolver problemas acuciantes, como la inflación, la caída del poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones y la falta de trabajo genuino.