Fuente: adncuba.com
La represión desplegada por el régimen cubano tras las protestas del 11 de julio puso el foco en una de las fuerzas de élite del Ministerio del Interior (Minint): la Brigada Especial Nacional (BEN).
Creada el 9 de agosto de 1980, la BEN está integrada por oficiales especialmente entrenados para afrontar los más disímiles escenarios y combatir delitos o crímenes de alto impacto. Conocidos popularmente como “boinas negras”, atuendo característico de su uniforme, los efectivos de la BEN superan con creces a otros cuerpos represivos y de mantenimiento del orden en preparación combativa, fuerza y audacia.
El sólo hecho de que hayan sido los designados para contener y castigar las protestas del 11 de julio evidencia cuánto penaliza el régimen cubano la protesta ciudadana y la manifestación pacífica, aunque con frecuencia los “boinas negras” son también movilizados para atemorizar y reprimir a disidentes, opositores y activistas independientes.
Las acciones de la BEN para sofocar las protestas le valieron la sanción del Departamento del Tesoro de Estados Unidos bajo la Ley Global Magnitsky, que persigue en todo el mundo a los perpetradores de graves abusos contra los derechos humanos y hechos de corrupción.
Para el oficialismo cubano, la aplicación de esta ley, que exige que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Tesoro estadounidense congele las propiedades e intereses de los individuos y entidades sancionadas, resulta inoperante en el caso de la BEN, un órgano del Minint del que podrían conocerse más detalles preocupantes para sus blancos más frecuentes y otros gobiernos, como el de Estados Unidos.
Fotos llegadas a la redacción de ADN Cuba evidencian que este grupo, entrenado tanto para reprimir a la ciudadanía como para mantener la tranquilidad ciudadana y el orden interior, recibió cursos de preparación de la Fuerza de Policía Armada del Pueblo Chino (PAP), una organización paramilitar responsable del control de disturbios y la lucha contra el terrorismo, y que brinda apoyo a la Fuerza Terrestre del EPL (PLAGF) en caso de guerra.
ADN Cuba no ha podido confirmar el año exacto en que fueron captadas las imágenes, algunas de las cuales muestran a efectivos cubanos con armamento pesado como rifles Dragunov para francotiradores, de fabricación soviética.
Fuentes cercanas indicaron que los entrenamientos del PAP comenzaron hace 6 años con cursos de especialización, preparación de francotirador y tácticas de intervención.
La PAP es una fuerza paramilitar especializada y una rama de servicio de las Fuerzas Armadas de la República Popular China, y depende directamente de la Comisión Militar Central (CMC). Los oficiales y soldados de la organización visten uniformes verde olivo oscuro, distintos a los verde pino del Ejército Popular de Liberación (EPL) o los celeste y negro de la policía popular.
Varios diplomáticos, citados en reportes de prensa de 2020, consideraron que el gobierno de China había aumentado la presencia paramilitar de la PAP en Hong Kong hasta 4000 efectivos, mucho más de lo que se creía anteriormente.
En febrero de este año la prensa oficialista cubana celebraba el anuncio del ejército chino sobre la construcción de “un nuevo tipo de sistema de entrenamiento que mejoraría la preparación militar en todos los aspectos, fortalecería la capacidad de ganar guerras y convertiría al ejército chino en uno de clase mundial”.
Aprender de los “mejores”
Las imágenes dejan ver a efectivos de la BEN siendo asesorados por militares del gigante asiático, experto en acallar a su ciudadanía y segar toda muestra de oposición política o inconformidad ciudadana que ponga en entredicho el presunto apoyo totalitario al Partido Comunista.
El intercambio se produjo en el campo de maniobras militares de Punto Cero, en Guanabo, 25 kilómetros al este de La Habana. Además de en ese enclave, la BEN realiza entrenamientos en su sede, la unidad militar 8954, ubicada en el municipio San Miguel del Padrón.
A diferencia del EPL, más orientado al combate, la PAP se centra en misiones de “estabilidad social”. “Sé que los agentes de policía de Hong Kong han llevado a las fuerzas de seguridad chinas al frente durante las protestas, aparentemente en un papel de observación”, dijo un diplomático chino durante las protestas de Hong Kong en condición de anonimato.
Resulta llamativo que una entidad represiva de la isla reciba asesoría, instrucción o colaboración de uno de los países que más reprime el disenso y la manifestación. Como recuerdo y prueba fehaciente de ello basta evocar la matanza de Tiananmén en 1989 y, más recientemente, la oleada represiva en Hong Kong para acallar las protestas y las muestras de inconformidad ante una ley de seguridad que coarta las libertades y los derechos ciudadanos en la región autónoma.
El Partido Comunista de China ha mantenido un equipo paramilitar desde la década de 1920, pero la Policía Armada Popular moderna tomó forma bajo Deng Xiaoping, a principios de la década de 1980. En sus primeros años, esa fuerza estaba en mal estado de preparación y modernización.
Cuando estalló la crisis de Tiananmén fue incapaz de responder y hubo que desplegar tropas activas del Ejército Popular de Liberación. Tanto Deng como su sucesor, Jiang Zemin, utilizaron la PAP como depósito de unidades y personal del antiguo Ejército Popular de China.
Así, a la sombra de Hong Kong y con el recuerdo muy fresco de la represión sufrida por sus habitantes, la BEN instruida por militares chinos fue el principal cuerpo que reprimió a los manifestantes cubanos. Un claro ejemplo de cómo aprender de los “mejores”.
Todo ello a 90 millas de Estados Unidos, para el que las intromisiones rusas y chinas en el hemisferio occidental suelen ser motivo de preocupación por cuestiones de seguridad nacional.
¿Formará parte el entrenamiento a la BEN de ese nuevo tipo de sistema? ¿Es frecuente la asesoría o instrucción a los órganos represivos cubanos por paramilitares extranjeros? ¿Reprimir protestas habrá sido uno de los módulos de esos intercambios? Estas y otras interrogantes emergen cuando se ven las imágenes desde la perspectiva del 11 de julio y la represión desplegada por el régimen de la isla.
En un sistema guiado por la transparencia y el carácter público de todo lo que concierne a los organismos de la Administración Central se encontrarían respuestas y eventualmente podrían ser innecesarias, debido a información oportuna sobre la realización de maniobras conjuntas, que justificaría la legitimidad y pertinencia de éstas.
No así en Cuba, donde el Minint y sus dependencias —como todo asunto militar o de otra índole relacionado con el alto mando en la isla— son parcos en lo que a publicidad se refiere, al punto de que aún hoy, a cerca de tres semanas de las protestas, se niegan a dar un número de los detenidos y los heridos a consecuencia de la represión.