Los noticieros actuales no dejan de informar sobre pequeñas disputas que estallan en discusiones, agresiones o incluso violencia extrema. “El hombre acusado de intentar matar a un compañero de trabajo” o “La disputa entre vecinos que se convierte en una tragedia” podrían ser algunos de los temas del día, o incluso algunos más violentos.
“¿Cómo podría alguien estar tan loco e irracional para hacer eso?”, podríamos pensar. Por supuesto, estos son ejemplos extremos. Sin embargo, todos podemos perder el control en algún momento, ya sea con una palabra áspera hacia nuestro cónyuge o una injuria verbal dirigida a un conductor que nos obstruyó el paso.
Es fácil culpar a la otra persona o desahogar la ira, sin embargo hay una forma mucho más efectiva y saludable para revertir la inevitable tensión social: ser comprensivo y perdonar los errores de los demás.
Esta forma bondadosa de actuar no solo mejora la convivencia, sino que nos permite acumular virtudes que nos traerán una buena retribución.
Hay algunas historias legendarias de gran tolerancia en la cultura tradicional china que podrían inspirarte. Una de ellas es la del general Han Xin, quien realizó grandes hazañas debido a su corazón humilde y tolerante.
Han Xin quedó huérfano cuando era pequeño y vivió en la pobreza, con poco para comer. Afortunadamente, una mujer de su pueblo se apiadó de él y lo alimentó durante bastante tiempo.
Aunque era pobre, a Han Xin le encantaba practicar artes marciales y, al igual que la mayoría de los chinos que las practicaban en esa época, solía llevar una espada. Un día, mientras caminaba por la calle, Han Xin se encontró con otro muchacho en la puerta de una carnicería.
“Pareces grande y alto, ¿pero cuán fuerte eres?”, se burló el matón. Los transeúntes comenzaron a reunirse a su alrededor.
El muchacho continuó desafiando a Han Xin: “Si no tienes miedo de morir, te reto a que me cortes la cabeza. Si tienes mucho miedo, entonces arrástrate entre mis piernas”.
Sorprendido, Han Xin se quedó mirando al muchacho, sopesando el ultimátum. Matarlo significaría que cargaría con una vida sin razón y yo sería ejecutado. Arrastrarse entre sus piernas implicaría una humillación pública del peor tipo.
Han Xin finalmente se arrodilló lentamente y comenzó a arrastrarse entre las piernas del otro joven mientras la muchedumbre se reía a carcajadas.
La actitud de Han Xin demostró que era una persona noble y honrada.
Los años pasaron y Han Xin se unió a las filas del ejército. Debido a su comportamiento se convirtió en un respetado general. Sin embargo, a pesar de ser una de las estrellas del imperio, Han Xin no se olvidó de la gente de su antiguo pueblo.
Por eso, luego de ser nombrado Rey de Chu, volvió de visita al lugar que lo vio crecer. Buscó a la mujer que tan amablemente había compartido su comida con él hacía tantos años y le entregó un kilo de oro para pagarle por su bondad.
También encontró al hombre que lo había humillado al hacerlo arrastrar entre sus piernas. Ni bien este reconoció a Han Xin, se aterrorizó y le rogó que lo perdonara.
Han Xin -quien tenía un corazón de gran tolerancia- en vez de vengarse matando al hombre, decidió darle una oportunidad y lo nombró lugarteniente a cargo de la seguridad en la capital de Chu.
Eso demuestra que el general Han Xin además tenía una gran capacidad de perdonar.
Mostrar tolerancia y misericordia también podría generar el efecto de cambiar a la otra persona tocando su corazón, e incluso hasta elevar la consciencia de la sociedad.
La tolerancia y el perdón pueden hacer que concretes grandes aspiraciones.
Fuente: BLes.com