Fuente: La Gaceta de la Iberoesfera
En nuevo paso hacia su tercermundialización, cortesía del izquierdismo ‘chic’ de su electorado, las autoridades de California han recurrido a suplicar a su operadora estatal, Independent System Operator, que contrate capacidad adicional para responder a la demanda eléctrica en los meses de julio y agosto cuando anochece y las placas solares dejan de proporcionar sus codiciados vatios.
Es una historia familiar, y no es el primer caso de una comunidad política que encarece exorbitantemente su factura eléctrica, queda en una peligrosa dependencia de operadoras exteriores o se arriesga a ruinosos apagones por abrazarse a la fantasía de una generación totalmente limpia y renovable. Pero el caso de California, uno de los estados más ricos de la primera potencia económica mundial, es especialmente significativo.
Ya lo hemos vivido, en la no muy lejana Texas, durante el invierno, cuando más de un millón de personas quedó sin electricidad durante días, y por la misma razón medioambientalista y utópica. Pero, como buenos progresistas, los californianos se niegan a ver lo que tienen delante de las narices y han encontrado, como explicación multicomprensiva, el sospechoso habitual: el Cambio Climático.
Palabras textuales de la Comisión de Servicios Públicos de California: “California está empleando todas las herramientas disponibles para aumentar la fiabilidad eléctrica este verano”, en previsión de “eventos térmicos sin precedentes causados por el cambio climático, que se está produciendo por todo el Oeste en combinación con condiciones de sequías que reduce la capacidad hidroeléctrica”.
El cambio climático, qué conveniente comodín. Nos dio un pequeño respiro la pandemia, pero ahora vuelve con fuerza este ‘hombre del saco’ al que se puede juzgar de cualquier mal y su contrario.
El problema es que las autoridades californianas también achacaron al cambio climático las serias dificultades de oferta energética el año pasado, con lo que deberían haber imaginado que, no habiendo la niña Greta convencido a las autoridades mundiales de que volvamos a la Edad de Piedra para salvar el planeta del apocalipsis, lo normal es que las circunstancias fueran similares este año y se hubieran preparado para tal eventualidad.
Lo último, en fin, es reconocer que tienen un problema energético muy serio, y que tiene mucho que ver con su estrategia ‘woke’ de acabar con la generación eléctrica dependiente de combustibles fósiles. California ha cerrado por las bravas gran cantidad de plantas de ciclo combinado y fiado en el afamado sol californiano para mantener la luz encendida, lo que resulta un problema cuando se pone el sol, algo que tiene la irritante costumbre de hacer cada día. Y las baterías de que dispone para almacenar la electricidad generada durante el día para devolverla a la red durante la noche no son ni de lejos suficientes.
Quien mire la situación de la energía en California sin las anteojeras de la ideología tendrá que concluir que la estrategia californiana de poner todos los huevos energéticos en la cesta de la ‘energía renovable’ ha sido una catástrofe sin paliativos que dejará a oscuras al estado una y otra vez este verano y que costará vidas humanas.