Fuente: Panampost

El Partido Comunista de China (PCCh) celebró hoy sus cien años destacando sus «éxitos» pero dejando de lado los graves errores cometidos en el camino, algo que, para algunos, puede entrañar el riesgo de volver a repetirlos.

«Creo que el PCCh tiene motivos para celebrar la enorme transformación que ha experimentado China bajo su liderazgo, pero hay riesgo de un mal cálculo estratégico (…), por ejemplo, a propósito de una sentencia apresurada del ‘declive’ de EE. UU.», explica a Efe el sinólogo español Xulio Ríos.

Durante más de una hora, el presidente de China, Xi Jinping, habló hoy de la historia y del futuro del PCCh en un discurso pronunciado en la icónica plaza pequinesa de Tiananmen en el que, como era de esperar, obvió sus episodios oscuros.

El más conocido a nivel internacional fue la sangrienta represión de las protestas acaecidas en 1989 precisamente en la misma plaza en la que unas 70.000 personas vitorearon hoy a Xi.

Sin conocerse todavía el número de muertos a manos de los militares que disolvieron las manifestaciones, solo los participantes exiliados se atreven a alzar la voz contra el PCCh en su gran día.

Uno de los líderes del movimiento estudiantil de Tiananmen, Wang Dan, tuiteó: «He estado viendo la ceremonia (…). El ambiente no es festivo, sino lúgubre. No hay alegría, solo tensión».

Ma Jian, un célebre escritor que participó de las manifestaciones y que hoy vive en Londres, asegura que desde 1989 «se obligó al país entero a fingir que la masacre nunca sucedió».

Los olvidados errores del celebrado Mao

«Desde Deng Xiaoping (líder del país desde finales de los 70 a principios de los 90) a Xi, los líderes del PCCh han dejado que los chinos se enriquezcan y les han dicho que todo lo que importa es la riqueza. Que la libertad, la democracia y los derechos humanos son innecesarios, peligrosos e incompatibles con la cultura china», lamenta Ma.

El escritor no solo acusa a los líderes modernos sino también al propio fundador y primer líder (1949-1976) de la República Popular, Mao Zedong, del que asegura que «sus ideas y valores provocaron sufrimiento y muerte catastróficos», en referencia a los millones de fallecidos del Gran Salto Adelante (1958-1961) y la Revolución Cultural (1966-1976).

Los numerosos museos abiertos en las últimas semanas en honor al PCCh exaltan a Mao Zedong pero ignoran esas etapas, al tiempo que reservan un lenguaje particularmente belicoso para las potencias que invadieron partes de China durante lo que se conoce como el «Siglo de la humillación» (1839-1949).

En esos museos se homenajea lo que el régimen ha querido mostrar como «contribución» por parte de los sanitarios durante la pandemia del COVId-19. No mencionan que su propagación al resto del país -y del mundo- se produjo después de que los líderes del PCCh en la provincia de Hubei y en su capital, Wuhan, no actuasen con diligencia ante las primeras señales de alarma del coronavirus.

Ríos -que acaba de publicar el ensayo ‘La metamorfosis del comunismo en China’, que desgrana la historia del PCCh- cree que «a nadie le gusta exhibir las flaquezas» en momentos de celebración, algo a lo que se suma la «actitud crónica» de la formación de «presentar siempre el lado positivo, eludiendo recriminaciones».

Hong Kong, Taiwán… y política interna

Hoy no podía faltar la mención a uno de los temas estrella de Xi, la «reunificación» de Taiwán -cuya soberanía reclama Pekín- con la República Popular: aunque el mandatario exigió «aplastar cualquier plan para la independencia» de la isla, también recuperó la idea de una reunificación «pacífica» tras haber amenazado en los últimos años con una intervención militar.

Aunque Xi habló de los «compatriotas» taiwaneses, una encuesta publicada ayer por el centro estadounidense de investigaciones Pew apunta que el 69 % de los isleños tiene una opinión negativa de la República Popular China y que un 83 % considera que Pekín no respeta las libertades de sus ciudadanos.

Xi también habló hoy de garantizar que «los hongkoneses gobiernen Hong Kong», pero la ley de seguridad nacional impuesta por Pekín hace un año y la reforma del sistema electoral de la antigua colonia británica prácticamente han excluido a la oposición prodemocrática del debate político.

Otra de las señales destacadas fue la ausencia hoy del influyente expresidente Jiang Zemin (1993-2003) entre especulaciones sobre su estado de salud a sus 94 años.

No obstante, algunos expertos apuntan a que esto podría evidenciar una pugna entre facciones del PCCh un año antes de que Xi opte a la reelección interna en el XX Congreso, tras haber eliminado el límite de mandatos que impedía que continuase en sus cargos más de 10 años, impuesto precisamente para evitar que surgiera un nuevo Mao.

A este último respecto, Ríos cree que Xi está dejando de lado a Deng -que, en su opinión, fue «quien salvó al PCCh»- por su interés en equipararse a Mao y elevarse así en la «jerarquía histórica» de la China moderna, aunque cree que el actual mandatario está llevando a cabo una «erosión significativa» de las «salvaguardas» impulsadas por Deng para evitar la inestabilidad de la era maoísta y que esto podría volverse en su contra.

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