Por Daniela Carrasco – gaceta.es
El pasado jueves, el Congreso chileno aprobó una nueva festividad para el próximo lunes 21 de junio, con el objetivo de que se conmemore el Día Nacional de los Pueblos Originarios. No obstante, esta rápida y obtusa tramitación ha causado numerosas críticas de distintos actores políticos –a cuatro días de celebrarse–. La inspiración ideológica detrás de este nuevo día festivo devela cómo la agenda indigenista anti-occidental se ha asentado en Chile.
En noviembre de 2020 ingresó el proyecto de ley que busca declarar festivo nacional el día del solsticio de invierno en el hemisferio sur (solsticio de verano en el hemisferio norte), como Día Nacional de los Pueblos Indígenas. Esta iniciativa responde a un mensaje enviado por el mismo presidente Sebastián Piñera, que se refundió con uno anterior que apuntaba en este mismo sentido. Por su parte, el Boletín N° 13.902-06, expresa que el solsticio de invierno “representa un cambio de ciclo” que es celebrado por los pueblos indígenas. Asimismo, este texto recuerda que, a propósito del delicado contexto insurreccional que vive la zona Macro-Sur chilena, se firmó en septiembre de 2019 el Acuerdo Nacional por el Desarrollo y la Paz en La Araucanía. Por ello, este día festivo contribuiría a estos lineamientos que “establece una serie de principios, entre ellos el de reconocimiento y valoración de nuestra diversidad”.
La promulgación de un día festivo que conmemore a los pueblos indígenas, en sí mismo, no representa algo indeseable. No obstante, tal y como se ha visto en Latinoamérica, en Chile se han presenciado narrativas que se inspiran en una agenda pro-indigenista que, al mismo tiempo, es anti-occidental. Señalan, por un lado, y fundamentado en la clásica dialéctica marxista de opresores-oprimidos, que los indígenas de Latinoamérica fueron subyugados por los españoles en la época del descubrimiento del continente americano y su posterior conquista.
Por ello, se ha demonizado todo atisbo occidental: desde sus ejes filosóficos que provienen de la Grecia clásica, las contribuciones del derecho romano, los marcos morales judeo-cristianos y, por supuesto, la “usurpación” –según esta agenda- de los colones hispánicos.
Por otro, se ha empujado un discurso que señala que la “explotación” de los pueblos originarios se ha perpetuado en los siglos y profundizado por un sistema “neoliberal”, que ha explotado tanto las culturas nativas como el medioambiente, producto de actividades empresariales “extractivistas”.
Estas ideas se han sistematizado bajo la corriente de pensamiento llamada “decolonial”, que critica la lógica moderna de los Estado-nación, como forma de gobierno, como también, el estereotipo del hombre blanco, occidental, “burgués”, heterosexual. En su lugar, busca la visibilidad de los sujetos subalternos, aquellos que, según esta ideología, han sido marginados y oprimidos por los primeros.
Esta agenda se ha instalado fuertemente en todo el continente americano. Una de sus expresiones fue la destrucción de estatuas en los Estados Unidos en el contexto de las revueltas de Black Lives Matters, lo que ya se había vivido en la insurrección chilena del 18-O, donde se destruyeron estatuas de los fundadores de la nación y de los primeros gobernantes chilenos pero, además, los insurrectos incendiaron a las iglesias católicas y evangélicas.
A pesar de lo anterior, el mensaje presidencial se aprobó en el Congreso chileno. Por lo que este 2021 se celebrará por primera vez este lunes 21. Empero, se generó una discusión legislativa alrededor de la posibilidad de eliminar el festivo del 12 de octubre – Día de la Raza – que conmemora el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. No obstante, el presidente Piñera ejerció su potestad de veto para mantener el 12 de octubre como festivo, lo que fue apoyado unánimemente por el Senado.
Numerosas editoriales y columnas de opinión a nivel nacional se abocaron a este tema el viernes. La editorial del diario El Mercurio analizó cómo la tramitación exprés de este feriado afectará a los calendarios de educación, atención de salud y otros servicios. En una carta a este medio, el médico oncólogo, Carlos Regonesi, expresó su desacuerdo ante la decisión de decretar un nuevo feriado a días de concretarse, puesto que las quimioterapias agendadas para ese día deberán ser reprogramadas generando perjuicios a los pacientes. Por otro lado, este medio sostiene que no se midieron “los costos de haberlo zanjado a último momento”, puesto que Chile, a pesar de las duras restricciones sanitarias –la Región Metropolitana volvió a cuarentena total el pasado sábado 12 de junio- y la incertidumbre sociopolítica, estaba recuperándose económicamente lentamente y podría desacelerar esta tendencia como consecuencia de la eliminación de un día hábil en junio. Cabe mencionar que, el próximo lunes 28 también es día de descanso en el país, por la Fiesta de San Pedro y San Pablo, por lo que se trata de 2 semanas consecutivas con solo 4 días laborales.
A juicio de la economista Cecilia Cifuentes, se debería apostar por medidas que promuevan la productividad del país, pues “Chile ya tiene el récord mundial de países que tienen más festivos”. En esta misma línea, el medio La Tercera señaló que este nuevo día festivo costará $150 millones de dólares, afectando el Imacec del sexto mes del año.
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En definitiva, los países latinoamericanos son el resultado de las fusiones culturales, por lo que se debe respetar toda herencia en este sentido. Empero, se debe advertir que en nombre del respeto a nuestras raíces no se debe caer en narrativas ideológicas que profundicen la polarización de las fragmentadas sociedades hispanoamericanas.
En Chile, el 95% de los habitantes tiene apellidos españoles, develando cómo la herencia hispánica ha sido relevante para el país, igualmente que nuestras raíces originarias. Chile, como el resto de los países de Latinoamérica, es el resultado del mestizaje que ha enriquecido nuestras culturas, como nuestro idioma, tradiciones, gastronomía, la literatura, solo por nombrar algunos ejemplos. Por ello, no se debe borrar de la historia una de nuestras raíces solo por obedecer a una agenda que se avergüenza del desarrollo occidental.