Por Magdalena del Amo – eldiestro.es

Algunos rezagados acaban de descubrir que el Sars-CoV-2 no lo transmitieron los murciélagos, sino que fue creado en un laboratorio de Wuhan. Además, involucran en el turbio asunto al inefable Anthony Fauci –totalmente de acuerdo—, cuyo domicilio habitual son las cloacas. En ellas vive, miente, conspira y desarrolla sus tentáculos con los seres más perversos de las cúpulas del poder. Ya era hora de que, después de más de  un año, el periodista científico Nicholas Wade iluminara con su investigación al resto de medios “serios” oficialistas, y estos dieran por buena su mala noticia. Lo digo porque yo preferiría que hubiese sido culpa de los murciélagos y los pangolines, sin ningún otro trasfondo de trama oculta y violación de acuerdos internacionales sobre bioterrorismo. Pero no, el virus es cosa de los chinos, creado en un laboratorio de Wuhan con dinero de Estados Unidos, o sea, una quimera. Estamos hablando de armas biológicas, ¡prohibidas por la OMS! La paradoja no puede ser mayor.

Como apunta Wade, existe “poca o nula evidencia” de que un virus de murciélago ataque a las personas. En efecto, conviene recordar que los virus de animales solo pueden pasar a los humanos a través de la sangre o por inoculación, porque existe lo que se denomina “barrera de especie”.

Hace varios meses que fue publicado el Informe Yan, un estudio científico encabezado por la doctora Li-Meng Yan, la bióloga china refugiada en Estados Unidos, que huyó de Wuhan, cuyos compañeros desaparecieron por saber demasiado.  El informe demuestra que el SarS-CoV-2 es una quimera. Basándose en un esqueleto de coronavirus de murciélago han hecho una serie de modificaciones genéticas para poder pasar de animal a humano. El virus tiene unas inserciones en su genoma para codificar la proteína espiga del genoma humano, codificada por el cromosoma 7, que es por donde entra a las células humanas. Esta modificación hace que esta proteína sea más activa y pueda penetrar más fácilmente.

Pero en España también se han hecho estudios serios, pero no salen en la prensa oficialista, porque la Verdad ha sido sistemáticamente censurada en esta pandemia y todas las voces disidentes han sido acalladas y tildadas de negacionistas. Los grupos de fact checking, llamados verificadores, como Nueva Trola o Maldita, han crecido como las setas desde el principio de la pandemia, para estampar el marchamo de bulo a cualquier noticia que se oponga al pensamiento único impuesto por las nuevas dictaduras.

La bióloga española Almudena Zaragoza, del equipo de Máximo Sandín, de la Universidad Complutense, en uno de sus trabajos ya aseguró que el Sars-CoV-2 era un virus quimera: “murciélago de herradura para replicarse a toda velocidad, pangolín malayo para evitar el sistema inmune y la proteína S de nuestro coronavirus NL65”. La médica y catedrática de diagnósticos clínicos  María José Martínez Albarracín también colaboró en esta investigación. Pero la prensa en silencio. ¡No vaya a estropearse el plan dictatorial de Gates y adláteres de Davos, Bilderberg y demás tropa orwelliana!

A quienes ahora publican y comentan la información de Nicholas Wade sobre el virus de laboratorio habría que preguntarles por qué no se han hecho eco de estas investigaciones, en lugar de seguir la corriente oficial. Es cierto que ha habido una gran desidia en conocer la naturaleza del Sars-CoV-2 por parte de la oficialidad. No interesa la Verdad, ni sobre el virus, ni sobre las pruebas PCR, porque si se descubriese, no habría pandemia y, además, la mayoría de las medidas no tendrían cabida: por ejemplo, las mascarillas, ya que los virus quimera no se transmiten por el aire. Tampoco sería posible seguir engañando a la sociedad con los contagios. En primer lugar por la prueba en sí, que no sirve para diagnóstico, dicho por su inventor Kari Mullis; en segundo lugar, porque, como hemos dicho, los virus zoonóticos se transmiten a través de la sangre. Aun así, las secuencias insertadas en los virus quimera son altamente inestables y al replicarse se van debilitando, pues nuestro organismo tiene sus mecanismos para reparar el ADN y el ARN. Es decir, a estas alturas, de haber sido el culpable, el virus no tendría ya ningún poder patogénico.

Ojalá fuera aflorando todo lo que se sabe sobre la pandemia, no solo referente al ámbito sanitario, sino al geopolítico e incluso espiritual. Lo que esta gentuza tiene escrito en los papeles, desde hace décadas –en particular, desde la Segunda Guerra Mundial—no es broma. Y, aunque agradezco la información, siento decir que la noticia de Nicholas Wade llega con meses de retraso. Digamos que pertenece a la prehistoria de la pandemia. Fue una de las primeras noticias que recibimos, en contra, claro está, de las tesis oficiales que había que seguir por obligación. Se prohibió pensar, dudar, buscar fuentes alternativas. Solo había que seguir, con los ojos cerrados y los oídos tapados, los mensajes de la OMS o grupos de expertos misteriosos, o medicuchos de pantalla de tele repitiendo como loros lo que estudiaron en tercero. De hecho, el propio Wade tuvo que publicar el artículo en un medio distinto al que normalmente colabora.

Mientras oíamos los “bulos” de la OMS y los diferentes gobiernos a través de los medios de comunicación, bien pagados para crear la psicosis colectiva requerida para el “inmovilismo social” y así poder instaurar la dictadura legal o “nueva gobernanza”, es decir, un mundo sin libertad, sin derechos, a merced de los algoritmos y demás parafernalia de la inteligencia artificial, repito, mientras eso ocurría, algunos periodistas nos habíamos puesto las pilas y enseguida descubrimos que se trataba de un virus de laboratorio. El Premio Nobel Luc Montagnier nos dio la primera pista. Así, el 4 de mayo de 2020, publiqué un artículo, en este mismo medio, del que extracto los siguientes párrafos:

«Sobre el origen del coronavirus, hace unos días, el científico Luc Montagnier, Premio Nobel por su trabajo sobre el VIH, dijo en el programa  L’heure des pros, de la cadena francesa Tele 7, que el virus o una parte del mismo había sido manipulado en laboratorio. “Hay un modelo que es claramente el virus clásico –dice—, pero a este virus le agregaron material genético del sida. […] Es un trabajo profesional, un trabajo de biólogos moleculares, muy minucioso, se podría decir que de relojero, cuando vemos las secuencias”. Añade que desconoce quién lo hizo, con qué objetivo, y aclara que su intención no es culpar a nadie, sino mostrar los hechos”.

En este artículo nos preguntábamos si el virus había llegado a la población por accidente o a propósito. Siempre creí que había sido a conciencia, y aquí discrepo del eminente Wade, que se inclina por la tesis accidental. El “Evento 2001” nos da más claves de lo que parece, como también las palabras agoreras de Bill Gates en varios foros. De no haber un “virus asesino” no habría sido posible todo lo acontecido a lo largo de 2020 y lo que llevamos de 2021.

En el mismo redactado reproducía las palabras del doctor Rashid Buttar, que sí se atrevía a dar un paso más que Montagnier e involucrar al propio Anthony Fauci:

“Hace unos días nos llegaban las palabras del biólogo y médico Rashid Buttar, especialista en medicina preventiva y experto en toxicología clínica de metales. Su planteamiento es mucho menos comedido que el de Montagnier y no duda en poner nombre y apellidos a los diversos puntales de la trama de la Covid-19, entre ellos, Bill Gates, el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, el “Deep State” o Estado profundo –una especie de estado-cloaca dentro del propio Estado—, la Organización Mundial de la Salud y los medios de comunicación afines, que son casi todos.

Lea también: ¿Fauci es el Dr. Frankenstein del siglo XXI? El monstruo que creó la pandemia

«Cuando el doctor Buttar empezó a investigar sobre el origen de la Covid-19 descubrió que el virus formaba parte de una investigación desarrollada en Estados Unidos en 2015, concretamente, en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, publicada en la revista Nature. Estas son sus palabras: ‘Vi que era, de hecho, una ‘versión quimérica’. Se estaba investigando sobre ello, a pesar de que existía una moratoria del gobierno para evitar investigaciones de este tipo. Lo que descubrí es que habían tomado la secuencia SHC010 del coronavirus, el componente antígeno superficial y tomado el núcleo del SARS, los habían mezclado, y luego añadido partes del VIH [lo mismo que declaró Montagnier] para crear un virus más virulento y perjudicial’. El texto es mucho más largo y aporta datos muy interesantes sobre los intereses que se mueven en torno a la corrupción sobre la salud. La clave está en la vacuna para controlar a la humanidad”. Por cierto, según Buttar, los vacunados contra la gripe dan positivo en el test.

“En cuanto a la financiación del virus, aunque la moratoria había entrado en vigor, fueron transferidos a China 3,7 millones de dólares del National Institute of Health, para poder continuar esta investigación”. Es decir, las investigaciones fueron subcontratadas a China. Entra aquí otro de los personajes de esta trama, el inmunólogo Anthony Fauci, a quien Buttar acusa de ser uno de los pilares de la falsa pandemia anunciada por Bill Gates en la Universidad de Georgetown. Fauci habría desviado dinero de los contribuyentes para investigar lo que ha llegado a ser la COVID-19.

Decía el doctor Buttar en esta ocasión que le preocupaba que hubiese miles de doctores y científicos que sabían que esto es un fraude y que no dijesen nada, bien porque temen el ostracismo social o a ser señalados y difamados socialmente o tienen miedo a perder su licencia. Insistía en que todo médico o científico que supiese que esto es una tapadera debería abrir la boca y hablar. En efecto, en varias ocasiones hemos denunciado que se trata de una cortina de humo para esconder algo mucho más grave que cualquier virus.

«Posteriormente, el ministro de Sanidad de Estados Unidos, Gerome Adams, y la Administración Trump le dieron la razón al doctor Buttar al anunciar que Estados Unidos se desmarcaba de las consignas de la OMS, de Gates, de Fauci y del modelo del CDC. La Casa Blanca lo hizo constar en un documento público pidiendo a la OMS que rindiese cuentas sobre todos sus asuntos turbios, al tiempo que se comprometía a investigar la respuesta dada, las falsas declaraciones y el encubrimiento».

El resto ya lo sabemos. Tras unas elecciones robadas a la vista de todos, las relaciones con la corrupta OMS continúan, aunque hay que reconocer que Biden parece que quiere indagar y profundizar en el asunto del virus quimera de China. Pero de Biden y de los que le rodean no podemos fiarnos. La mentira habita ahora en la Casa Blanca

Recordaba en este artículo de hace un año la personalidad psicopática de Bill Gates, un cáncer en forma humana, un ser maléfico y sin alma, integrante del team diabólico que tiene en su agenda reducir la humanidad a 500 millones de personas. Es ambicioso incluso en vicios. Ahora, acaba de salir a la luz una información que lo relaciona con Jeffrey Epstein y su avión e isla de las Lolitas, lugar frecuentado por personalidades de las altísimas esferas. Por eso a Epstein lo suicidaron en la cárcel, extremo que habíamos predicho cuando nos enteramos de su ingreso en prisión. ¿Quién está detrás de la filtración de las supuestas aficiones rijosas de Gates? ¿Cui prodest? Habrá que buscar entre los aspirantes al trono del mundo. Creo que hay varios; por eso no logran ponerse de acuerdo para ejecutar el plan como lo tenían previsto.

Asimismo, daba una pincelada sobre el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades, y decía que …a pesar de su respetable nombre, está muy en entredicho por la corrupción de sus directivos durante años en favor de los laboratorios farmacéuticos, por silenciar y falsear varios estudios a lo largo del tiempo, entre ellos, el que demuestra la relación entre la triple vírica y el autismo. Eso lo admitió y declaró públicamente el doctor William Thomson, uno de los investigadores del CDC.

También le daba su merecido al inefable presidente de la OMS con este piropo a su medida:

«… aparte de ser un genocida comunista y haber contribuido con dinero público de Etiopía al proyecto “sostenible” de Gates sobre vacunas, Tedros Adhanom Ghebreyesus debe su puesto en la OMS a los votos de China. Sí, ha leído bien: a los votos de China. Estas conexiones son importantes por lo que acabamos de decir sobre las relaciones de Trump, China, Gates y la OMS, con el fin de ir encajando las piezas. El “Estado profundo”, conocido como “Deep State” es un grupo dentro del Estado, formado por personajes de diferentes poderes, incluido el militar, auténtico dolor de cabeza para Donald Trump».

El tema en estos momentos, más que tema “temazo”, es descubrir qué contienen las vacunas, si tienen grafeno y magnetita y, en ese caso, para qué. Otro punto vital es desvincular los enfermos de COVID y el virus. No me refiero a los “contagiados” de resfriados que han dado positivo, sino a los enfermos con neumonía, trombos y muerte. Es urgente incorporar otros factores, como los campos electromagnéticos, algunos adyuvantes de las vacunas de la gripe, de los últimos años, y las actuales vacunas COVID. Se esperan miles de muertos dentro de meses. Lo achacarán a una cuarta, quinta o sexta ola, o a la cepa de Guinea o de Pernambuco. Falso. Mentirán. Según los profesionales independientes será por un síndrome de ADE –síndrome  de mejora inmunológica dependiente de anticuerpos—, al entrar el organismo del vacunado en contacto con nuevos virus y, ¡ojo con esto!, la exposición a los campos electromagnéticos (CEM). En unas semanas se activará masivamente la red 5G, aunque ya íbamos listos con la 3G y la 4G. Vamos a ver cómo tapan las nefastas consecuencias para la salud. Este es el tema más censurado. Muy importante también seguir profundizando en el magnetismo que afecta a miles de personas en todo el mundo. Esto no es un jiji jaja de las redes, es un problema real. Urge una explicación. Tanto si es magnetita como si es óxido de grafeno, ¿qué pinta esto en una vacuna? Si conseguimos que esto salga a la luz y que la sociedad lo integre, o que un buen número de profesionales de la salud recuerde el Juramento Hipocrático y vuelva al camino recto, estamos salvados. A estos megalómanos se les caerá el chiringuito y los sentaremos en el banquillo. Pero los locos soñadores aún somos pocos. Ánimo, pues, a sumarse al negacionismo, a decir NO a la mentira.

NOTA. Si algún youtuber desea reproducir este texto o parte de él para la locución de su vídeo, debe pedir autorización y citar la fuente al principio de la narración.

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