Por Ángel Manuel Garcia Carmona – elamerican.com
Una vez más, cabe hablar de otro caso de censura en la red de redes (siempre con el mismo sesgo, en líneas generales, si no es demasiado aventurado). En esta ocasión no se trata de las grandes corporaciones, pero sí de esos aliados que son los Estados modernos, contra algunas soluciones de AltTech, un social media alternativo.
Tampoco viene a guardar relación con la supuesta “nueva potencia político-económica”, de la cual, Europa quiere ser “satélite soviético”. Eso sí, parece que su ban list (relación de servidores DNS y portales web bloqueados), como idea, como concepto, quiere ser copiada por algunas instituciones europeas.
El Estado danés quiere censurar la plataforma BitChute
En 2017, uno de los años de mayor esplendor de relevancia para el movimiento de la alt-right, se lanzó un servicio de publicación de vídeos en Reino Unido que se denomina BitChute y funciona mediante peer-to-peer (P2P), que es un concepto de red donde no hay un servidor para varios clientes, sino nodos que se intercambian datos entre sí.
No muy tarde, algunos empezaron a ponerle la misma etiqueta que al “Twitter alternativo”, Gab, muy relevante al día de hoy, entre otras razones, por su aportación a la “batalla espiritual”. Sí, empezaron a hablar de “ultraderechismo”, siendo este su término favorito para intimidar a cualquiera que cuestione la “verdad oficial” progre.
Ahora bien, lo que nos motiva a redactar más que nada, es que, en Dinamarca, se está ordenando a los proveedores de servicios de Internet (ISPs, por sus siglas en inglés) que bloqueen el acceso a este servicio. En teoría, por “desinformar” en lo relacionado con el coronavirus codificado como COVID-19 o SARS-CoV-2.
No sería el único intento de censura absoluta sobre BitChute
Continuando con lo que reporta el bloguero y divulgador Paul Joseph Watson, no solo se ha restringido ese arreglo de términos de búsquedas relacionados con el tema, ni se eliminan vídeos relacionados (como sí hace YouTube). Directamente, no puedes acceder, aunque sea para consultar tutoriales sobre álgebra matricial o gastronomía china.
En otros países occidentales habría ocurrido lo mismo. En Australia, algunos ISPs intentaron hacer lo mismo que en este país nórdico mientras que las autoridades estatales británicas y la eurocracia bruselense estudian cómo “tumbar” la provisión de este servicio en la punta del iceberg de la red de redes.
A estos respectos, BitChute señala, en su web, una serie de litigios del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) que estarían relacionados con los llamados “delitos de odios”. Al mismo tiempo, reconocen que tienen que establecer reglas de comportamiento, y recuerdan que una plataforma web no puede violar la presunción de inocencia.
Añaden también que, en 2018, la eurocracia impuso la llamada AVMSD sobre todos sus Estados miembro, incluyendo al Reino Unido a pesar del proceso de desvinculación de la Unión Europea (conforme a lo que la mayoría de ciudadanos votó en junio del año 2016). Esta normativa pedía “censurar los discursos de odio”.
Ahora bien, al mismo tiempo, ¿recuerdan que en 2017, en el caso Matal v. Tam, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió no establecer excepciones a la Primera Enmienda constitucional, que garantiza la libertad de expresión de manera absoluta y escrupulosa, siempre y cuando no se dañe físicamente a otra persona?
Curiosamente, algunas Big Tech ya permiten que se cuestione la “verdad oficial” sobre el “virus chino”
Esta semana, el “médico de cabecera” de la Casa Blanca, Anthony Fauci, conocido por sus simpatías hacia el tándem OMS-PCCh y sus criterios estrictamente cientifistas, perdió una argumentada batalla verbal, en sede parlamentaria, contra el también médico y senador Rand Paul.
Una de las razones de “derrota” fue que dejó caer que igual el COVID-19 (“virus chino”, como dijo Donald Trump) pudo haberse originado en un laboratorio, que podría ser el Instituto de Virología de Wuhan, al que el NIH de USA concedió más de medio millón de dólares para investigar con “coronavirus de murciélagos”.
De todos modos, cabe destacar que, aparte de eso, resulta que los servicios de Zuckerberg y Dorsey (Facebook y Twitter) ya no aplican ninguna clase de filtro sobre teorías del COVID-19 que pongan en duda la “versión oficial” o cuestionen el estatismo policial (antes había avisos y amenazas de que el contenido sería eliminado).
Valoremos las vías de escape que favorece la descentralización de Internet
Insisto con convencimiento en que la esencia de Internet está en su carácter de dispersión y descentralización. Al mismo tiempo, hay que aprovechar la evolución y la innovación para ver asegurada la libertad y el secreto de las comunicaciones, sin depender del arbitrio de la entente estatalista con las Big Tech.
No digo que no haya que criticar (¡faltaría más!). Tirar la toalla, aunque sea solo verbalmente, es legitimar inconsciente e indirectamente al enemigo. Pero hemos de tener en cuenta de que, por suerte, Internet puede asegurar nuestra libertad, teniendo ventajas como la Deep Web, el “Internet privado” o las llamadas VPNs.