Por Mamela Fiallo y Felipe León – gaceta.es
Ecuador se ha destacado en la región por –en teoría– derrotar al socialismo del siglo XXI. En la práctica, el presidente Guillermo Lasso está incorporando a cada vez más izquierdistas en el equipo de gobierno.
El mandatario dijo que no pactaría con el correísmo, sin embargo, rompió la alianza que tenía con el partido junto al cual llegó al poder. La polémica decisión ganó el aplauso de muchos y el abucheo de otro pocos que se sintieron traicionados después de apoyar su campaña, pues se desvinculó a nivel parlamentario del Partido Social Cristiano (PSC), acusando que este haría un pacto legislativo con el bloque mayoritario, UNES, partido que representa la continuidad del correísmo.
No obstante, en su gabinete hay correístas acérrimos. Bajo la consigna “Ecuador del encuentro”, el Gobierno de Guillermo Lasso da la bienvenida a actores políticos de todos los colores.
¿Qué se jugó con esta estrategia política? Entregar la presidencia de la Asamblea Nacional al partido indigenista Pachakutik y, aún más grave, perder la comisión legislativa más importante para este gobierno: la comisión económica, que quedaría en manos del partido indigenista y del ahora opositor Partido Social Cristiano.
La última incorporación del gobierno fue poner a cargo de la dirección del sistema de compras públicas a María Sara Jijón, quien fue la candidata a la vice presidencia del Ecuador por el partido Izquierda Democrática, quien se declara eco-feminista.
Además, su Ministro del Deporte, Sebastián Palacios, es activista de la ideología de género, pro-aborto y colectivos LGBTI; su Secretaria de Derechos Humanos, Bernarda Ordóñez, es activista de la ideología de género, feminista, pro aborto y colectivos LGBTI; su Ministro de Finanzas, Simón Cueva, keynesiano que tuvo un cargo alto dentro del FMI en Bolivia y es promotor de una economía muy similar al nefasto plan económico del gobierno de Lenín Moreno. El jerarca ya declaró que cualquier persona que gane más de 550 dólares al mes es parte del 50% más rico del Ecuador, palabras que sin duda recuerdan al discurso del Socialismo del Siglo XXI.
El vuelco ideológico de Lasso no sucedió una vez en el poder sino que fue progresivo. En el 2019, cuando el legislativo votó en contra de despenalizar el aborto, el asambleísta de CREO Roberto Gómez se independizó para votar a favor de la vida. Lasso declaró que aquellos que defendían de manera radical la vida eran la «cruzada del siglo XXI».
Sin duda, el peligro más grande para el Ecuador sería que el gobierno entrante sea un reflejo y copia de los gobiernos que para el relato popular eran centro derecha pero que en la práctica gobernaron como centro izquierda, como Mauricio Macri en Argentina y Sebastián Piñera en Chile, que terminaron siendo la puerta abierta al retorno del Socialismo del siglo XXI de la mano de políticas públicas empobrecedoras con enfoques “progresistas” y sucumbiendo al discurso de las corporaciones a cargo de las redes sociales y la prensa promotora de la agenda globalista. Terminan siendo lo que el partido español Vox llama una “derechita cobarde”.
Lasso tiene la difícil misión y a la vez oportunidad histórica del girar el timón político 180 grados para enfrentar la pobreza y las políticas globalistas. Con mano firme debe sacar adelante un país destruido por 10 años de socialismo bolivariano –a lo que hay que agregar 4 años de un experimento socialdemócrata completamente inepto–.
En octubre del 2019 los movimientos indigenistas que Nicolás Maduro llamó las “brisas bolivarianas” demostraron con violencia el rechazo al aumento del combustible, mediante la remoción del subsidio estatal.
Ahora la tendencia está al alza y es posible que en octubre de este año Lasso tenga que tomar la difícil decisión de aumentar el precio, con lo que se activa el riesgo de desatar una nueva turba en respuesta.
La amenaza del movimiento indigenista ya se ha hecho escuchar. Anunciaron que este 11 de junio empezarán las primeras movilizaciones, que si las predicciones no son erróneas, continuarán a lo largo de todo este año buscando la desestabilización de lo que su líder, Leónidas Iza, ha llamado «el asedio a la derecha fascista». Han declarado «que no se van a detener hasta destruir a la derecha del Ecuador y la región».
De hecho, su obra “rebelión” concluye diciendo “comunismo indoamericano o barbarie”.
Frente a tanta oposición política e ideológica, el Gobierno tiene dos alternativas: la primera –y más compleja– es gobernar con decretos presidenciales y consultas populares (plebiscitos), omitiendo al poder legislativo. O bien, llamar a una constituyente, caso complejo considerando que en la votación de primera vuelta el 70% de los ecuatorianos votaron por partidos de izquierda y ahora Lasso no cuenta con su aliado, el PSC, que le superó en número de legisladores.
La segunda opción: tener un gabinete potente, con experiencia e ideas que comulguen con el presidente, para sostener su gobierno y negociar proyectos de ley sobre la mesa con las bancadas legislativas de izquierdas.
Esta segunda opción se ve cada día más lejos, dado que el presidente Guillermo Lasso ha tomado la opción de entregar también el gabinete en su gran mayoría a las izquierdas. No obstante, como se mencionó anteriormente, mediante decreto Lasso ha logrado posicionar a personas acorde a la ética que prometió en campaña.
Por ejemplo, renovó el plan Toda una Vida –inaugurado por su predecesor– y puso a cargo nada menos que a un referente provida, Erwin Ronquillo, miembro del Frente Nacional por la Familia.
También por decreto designó a Fabián Lenin Chang Wong, economista con mención en gestión empresarial, como delegado del Presidente de la República ante el Directorio de la Empresa Pública del Agua EPA EP.
De modo que en el Ecuador del encuentro existe un abanico ideológico en la esfera del poder.
La pregunta es si será viable sin alianzas.