Fuente: La Derecha Diario
Un ex oficial de inteligencia que actualmente se desempeña como investigador privado reveló esta semana que el Fiscal General de los Estados Unidos (Ministro de Justicia) bajo el mandato del ex presidente Donald Trump, William Barr, lo llamó personalmente para pedirle que no investigue el fraude ocurrido en las últimas elecciones presidenciales en diciembre del año pasado.
Se trata de Tony Shaffer, un reservista del ejército y actual presidente del London Policy Center que adquirió notoriedad en el año 2001 cuando reveló errores de la inteligencia estadounidense previo al ataque terrorista a las Torres Gemelas, que indirectamente ayudaron a que el ataque se consumara, ya que Al Qaeda explotó estas fallas.
Shaffer, invitado al podcast One American, detalló la conversación que tuvo con el entonces Fiscal General, que lo llamó personalmente y le pidió expresamente que dejara de investigar cualquier asunto relacionado con el fraude electoral denunciado por Trump y que en cambio todos sus hallazgos se los entregara al FBI en formato confidencial.
La llamada sorprendió a Shaffer ya que es altamente inusual y poco ético que un Fiscal General presione a un ciudadano privado de esta forma.
Si bien Shaffer entregó sus hallazgos al FBI tal como se lo pidió Barr, el ex oficial y su equipo de inteligencia igualmente publicaron un informe en diciembre que afirma que la elección fue fundamentalmente fraudulenta, y que hubo errores tanto en los votos por correo como en las máquinas de la empresa Dominion encargadas de contar los votos.
Las alegaciones de Shaffer se condicen con las que en su momento realizó Robert Barnes, un reconocido abogado que fue parte del equipo legal de Trump. Barnes había afirmado que Barr había recibido evidencias de fraude en el Estado de Michigan pero que éste había decidido encubrirlas y luego desecharlas, debido a una enemistad personal con el ex presidente. A las declaraciones de Shaffer y Barnes se le suman las de Peter Navarro, uno de los asesores más cercanos a Trump durante su presidencia, quien contó en una reciente entrevista al medio The Epoch Times que Barr no sólo que se negó a investigar el fraude electoral e hizo todo para ocultar las pruebas que aparecían, sino que también operó en las sombras para perjudicar a Trump y favorecer a Biden en la transición presidencial.
Biden pudo en sus primeros días en la Casa Blanca lanzar y firmar más de 30 decretos presidenciales gracias a que, durante la transición, el Departamento de Justicia de Barr preparaba los asuntos legales de los decretos que se iban a firmar mientras bloqueaba los decretos que Trump quería firmar en sus últimos días en el cargo.
Finalmente, por diferencias irreconciliables con Trump y por su negativa a investigar el fraude electoral, Barr anunció su resignación el 11 de diciembre del año pasado y dejó el cargo antes de Navidad.
Un problema llamado William Barr.
Barr fue elegido por Trump para ocupar el cargo de Fiscal General a fines de 2018 ya que era una figura con buena reputación en el Partido Republicano y que ya conocía el cargo, puesto que lo había ocupado bajo la presidencia de Bush padre.
En sus primeros meses en el cargo, el comienzo de Barr fue esperanzador. Designó a un fiscal especial para investigar el ObamaGate y la corrupción de la ex candidata Hillary Clinton, como había prometido Trump en campaña y no había podido lograr con el ex Fiscal General Jeff Sessions.
Además, había comenzado con una limpieza total del Departamento de Justicia, que había sido infestado de militantes demócratas durante los 8 años de Obama y Sessions no había tenido la espalda política para echar.
Sin embargo y con el paso del tiempo, el hecho que Barr pertenecía al establishment del Partido Republicano mientras que Trump era un outsider que quería “limpiar el pantano“, no solo de la corrupción demócrata si no que republicana (que afectaba al mismo Barr), las diferencias y rispideces con Trump fueron aumentando.
En los últimos meses del gobierno de Trump, tal como lo indican los testimonios, Barr directamente operó en contra de su propia administración sólo para impedir que Trump obtuviera un segundo mandato.
Pero no sólo operó en contra de Trump en el cargo, si no que luego de su renuncia, Barr concedió entrevistas y filtró información crucial de las acciones que había estado tomando Trump para revertir los resultados fraudulentos del 2020, particularmente al medio demócrata Axios.
En concreto, el quiebre de la relación con Trump se produjo en julio del año pasado, cuando el ex Fiscal bloqueó una iniciativa presidencial que invocaba la Ley de Insurrección y enviaba a la Guardia Nacional a los Estados demócratas que estaban siendo destruidos por la violencia de Black Lives Matters y Antifa, para así contener la violencia y aplastar a estas organizaciones terroristas.
Para Barr, la destrucción de estas agrupaciones terroristas no eran “justificación suficiente” para hablar de una insurrección y desplegar las tropas del Ejército local. Una contradicción enorme, ya que luego apoyó que se desplegara la Guardia Nacional en Washington D.C. siguiendo las protestas pacíficas de los simpatizantes de Trump en el Capitolio.
En octubre, Barr amenazó con renunciar cuando Trump le pidió que apuntara un fiscal especial para investigar los delitos que Hunter Biden había cometido mientras su padre era vicepresidente de Obama.
El entonces Fiscal General tenía conocimiento que el FBI ya estaba investigando a Hunter por corrupción internacional y tráfico de influencias y ordenó que esa información sea mantenida en secreto durante la elección y recién fuera revelada en los últimos días de Trump en la Casa Blanca, cuando Biden estaba asumiendo.
Por todas estas acciones, Navarro reconoció que Trump tendría que haber despedido a Barr meses antes de diciembre, y calificó su conducta en los últimos días como Fiscal como un “ministro de Joe Biden antes que uno propio de Trump”.