Por Rodrigo Saldarriaga – gaceta.es

Luego de conocerse la noticia que una columna terrorista del Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP) asesinó a 16 personas en un bar del Vraem, zona de cultivo de hoja de coca, la izquierda peruana ha intentado camuflar la ideología detrás del grupo maoísta responsable del crimen, asegurando en un primer momento que se trataba de un psicosocial montado por la derecha para ganar las elecciones, así como a insinuar que detrás de la masacre se encontraba la propia Keiko Fujimori.

La izquierda, sobre todo de tendencia “progre”-género, aborto y LGTB-, insiste furibunda que los 16 muertos del Vraem están siendo utilizados políticamente por la derecha, contradiciéndose con la actitud que tuvieron en noviembre de 2020, en medio de las protestas contra el gobierno del entonces presidente Manuel Merino, cuando aprovecharon la muerte de dos jóvenes que fueron alcanzados por perdigones durante los enfrentamientos con la policía, convirtiéndolos en los rostros de la “indignación” de los vándalos y despistados que demandaban la renuncia de quien había sucedido constitucionalmente a Martín Vizcarra, y no resultaba del agrado de la gran prensa, las oenegés y todo el aparato globalista que encumbraron a Francisco Sagasti del Partido Morado (centroizquierda).

Así, la vocera y excandidata al parlamento de Juntos por el Perú (JP) -partido aliado del ultraizquierdista Pedro Castillo-, Lucía Alvites, escribió en Twitter que al fujimorismo “no les importa matar peruanos para hacerse del gobierno”, calificando que lo que había ocurrido en el Vraem era “evidentemente un psicosocial”.

Alvites respondió de esta manera tan insensata a lo que en un primer momento era la denuncia, también en Twitter, hecha por Fernando Rospigliosi, exministro del Interior e integrante del equipo técnico de Keiko Fujimori -por lo tanto, rival político de la izquierda-, quien advirtió que en el Vraem habían sido asesinados 18 personas -luego se confirmó la cifra oficial en 16 fallecidos, incluyendo dos niños- por una columna terrorista de los remanentes del Partido Comunista del Perú- Sendero Luminoso (PCP-SL).

Rospigliosi también publicó una fotografía donde se aprecia un panfleto dejado por los terroristas donde exigen a la población boicotear las “elecciones burguesas”, invitando a no ir a votar ese día, votar en blanco, nulo o viciado. Además, advirtieron que quienes votaran a favor de la derechista Keiko Fujimori, sería considerado “traidor” y “asesino” del Vraem y el Perú.

“Quien vote a favor de Keiko Fujimori es traidor, es asesino del Vraem, es asesino del Perú. ¡Pueblo peruano! ¡Nunca más fujimorato! ¡Nunca más Fujimori! ¡Nunca más Keiko Fujimori! (…) ¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo! ¡Poner al Maoísmo como mando y guía de la revolución proletaria socialista mundial!”, se aprecia en el documento.

Luego que el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CC.FF.AA) y la policía confirmaran el atentado y a los remanentes del PCP-SL como los autores inmediatos, Alvites y otros personajes ligados a la izquierda y a la candidatura de Pedro Castillo, como el secretario general del partido Perú Libre, Vladimir Cerrón, tuvieron que borrar sus tuits donde ponían en duda que el crimen había sido cometido por los terroristas marxistas-leninistas-maoístas, y aseguraban que “es la derecha que necesita de Sendero para querer ganar”.

Keiko Fujimori rechazó las acusaciones infundadas de sus rivales que intentan vincularla con el atentado cometido por los terroristas de izquierda, indicando que son “insinuaciones afiebradas” de personas que están aprovechando políticamente este trágico hecho, apuntando especialmente a las declaraciones de su rival.

“El señor Pedro Castillo ha señalado una serie de comentarios incongruentes, él parece que no conoce de historia y ha insinuado que el fujimorismo tendría algo que ver con estos sucesos. El fujimorismo derrotó al terrorismo (…) Creo que lo que tiene que hacer es mirarse en un espejo porque el señor Pedro Castillo es a quien, a él, y a su equipo, quienes los señalan de estar cercanos y vinculados al terrorismo. Es él quien tiene miembros del Movadef, es él quien tiene congresistas con procesos con vinculación a Sendero Luminoso, entonces, por favor, un poquito más de respeto”, dijo Fujimori.

Castillo, que ganó notoriedad en 2017 por liderar la violenta huelga magisterial que hizo tambalear al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, fue señalado entonces por el exministro del Interior, Carlos Basombrío, como un activista radical y peligroso, advirtiendo que la dirigencia del Comité Nacional de Reorientación (Conare) del Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación del Perú (Sutep), liderada por el ahora candidato presidencial, “tenía una historia larga de vinculación con grupos fuera de la ley”.

“La gente que conoce un poco a ese gremio sabe que su origen y actuación están vinculados con Sendero Luminoso y, además, tiene propuestas radicales para el país. Castillo se presenta como un lobo disfrazado de cordero y nadie lo ha desenmascarado. Como exministro, puedo dar fe de que Castillo estaba vinculado con Sendero Luminoso”, dijo Basombrío.

La izquierda niega que el atentado haya sido cometido por terroristas

Medios de comunicación de izquierda, tanto periódicos como portales de noticias, buscan desviar la información oficial de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional -quienes aseguran que los autores de la masacre en el Vraem han sido integrantes del MPCP-, señalando que el atentado habría sido cometido por narcotraficantes, en lo que sería solo un ajuste de cuentas, a pesar de que los panfletos encontrados demuestran que se trató de una operación de “limpieza social”, pues los terroristas buscan “moralizar” la región que controlan persiguiendo y asesinando homosexuales, beodos y mujeres que ejercen la prostitución.

Para Diana Seminario, periodista y analista política, a la izquierda peruana le cuesta mencionar que el atentado ha sido cometido por facciones terroristas, ligadas históricamente al marxismo-leninismo-maoísmo, porque no quieren perjudicar la candidatura de Pedro Castillo, cuestionado por sus vínculos con el Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), brazo político de Sendero Luminoso que busca la liberación de los presos condenados por terrorismo.

“La izquierda peruana no pronuncia dos palabras, ni terrorismo ni Sendero Luminoso. Están haciendo un cálculo político, típico de su doble rasero. Exigen que no se utilice la muerte lamentable de estos peruanos asesinados, que nos llena de tristeza e indignación, pero ellos son los primeros que le sacan provecho político. ¿Por qué no usan las palabras Sendero Luminoso y terrorismo para denunciar este atentado? Porque ellos creen que haciéndolo podrían perjudicar a su candidato Pedro Castillo. Todos sabemos que el señor Castillo, y su jefe Vladimir Cerrón, llevan en su partido, por ejemplo, al congresista electo Guillermo Bermejo, actualmente con un proceso abierto al estar acusado por pertenecer, justamente, a la facción de los Quispe Palomino, quienes han perpetrado esta masacre. Y también tienen a otro congresista electo, Guido Bellido, a quien el Ministerio Público abrió investigación preliminar por el presunto delito de apología al terrorismo. En la escena del crimen se han encontrado panfletos de los terroristas que amenazan a la población local de no votar por Keiko Fujimori, sino serían considerados traidores. Minutos después de conocerse la noticia de la masacre, el señor Cerrón escribió que se trataba de un psicosocial. La señora Lucia Alvites de Juntos por el Perú llegó a decir que detrás del acto criminal estaba la derecha y Keiko Fujimori. Es asqueroso que políticos usen estas armas contra su contendor, que sean capaces de no reconocer que un grupo terrorista nos ha atacado, que ha matado a dieciséis personas, incluidos dos niños. No condenar este crimen, decir que no son terroristas, que son solo narcotraficantes, con el fin de no perjudicar a su candidato, es asqueroso. Faltando tan pocos días para la segunda vuelta, esperemos que los peruanos decidan de una vez que aquí no hay dos opciones sino una sola opción democrática, que es Keiko Fujimori”, señala.

De acuerdo a Seminario, más de dos décadas de adoctrinamiento desde las aulas escolares y universitarias por parte de profesores ideologizados y oenegés de izquierda, han contribuido a que los peruanos más jóvenes no solo ignoren de los personajes y hechos más resaltantes de la guerra contra el terrorismo, también a que el fujimorismo sea incluso más odiado que los terroristas que declararon una guerra sanguinaria y demente contra los peruanos.

“Por veinte años se ha repetido que lo que ocurrió en el Perú entre 1980 y el 2000 fue una guerra interna, y no fue así. El Perú fue atacado por pandillas de delincuentes, que fueron Sendero Luminoso y el MRTA [Movimiento Revolucionario Túpac Amaru]. Si bien se ganó la guerra de las armas, se perdió la guerra ideológica, y hay una intensión de querer reescribir la historia por parte de ciertos grupos insertados en el Estado, la academia y los medios de comunicación. ¿Por qué se ha llegado a odiar más al fujimorismo que al terrorismo? Por años de adoctrinamiento en escuelas y universidades. A esto han contribuido la Comisión de la Verdad y Reconciliación [que documentó los hechos y testimonios durante la guerra contra el terrorismo], una comisión sumamente ideologizada, y las oenegés de izquierda financiadas con dinero del extranjero que son incapaces de llamar las cosas por su nombre”, asegura.

Otro nombre, otro tiempo, el mismo terror

El PCP-SL, conocido generalmente como Sendero Luminoso, fue descabezado por el Grupo Especial de Inteligencia (Gein) de la Policía Nacional del Perú (PNP) en setiembre de 1992, cuando capturaron al genocida Abimael Guzmán, líder de la organización terrorista, y a su comité central.

Luego que Guzmán llegara a un “acuerdo de paz” con el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori y pusiera fin a la “lucha armada”, hubo facciones que no reconocieron esta rendición y continuaron con los atentados y emboscadas a las fuerzas del orden.

Fue justamente la facción disidente liderada por Óscar Ramírez Durand, alias “camarada Feliciano”, denominada en su momento como Proseguir y también Sendero Rojo, la que aun opera en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), bajo el control de los lugartenientes de “Feliciano”, los hermanos Quispe Palomino, quienes asumieron el mando tras la captura de su líder en 1999.

Aliados con el narcotráfico, en una zona dominada por el cultivo ilegal de hoja de coca, y rebautizados bajo el nombre de Militarizado Partido Comunista del Perú, los Quispe Palomino acumulan más de cuatro décadas de experiencia subversiva, sobreviven a las redadas de la policía y las fuerzas armadas gracias al conocimiento de la espesa y accidentada selva que dominan -lo que hace muy difícil capturarlos-, y son el recordatorio de que el terrorismo marxista-leninista-maoísta no ha sido derrotado, solo contenido en un área geográfica donde sus habitantes son presa del miedo y la muerte.

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