Por Nahem Reyes – elamerican.com
A la luz de la reciente publicación del “Índice de miseria”, denominado así por su creador el profesor Steve H. Hanke de la Universidad de Johns Hopkins, ubicada en la ciudad de Baltimore en la costa este de estados unidos. Dicho índice es calculado sobre la base de la conjugación de parámetros cuantitativos como tasa de desempleo, inflación, costo de los préstamos bancarias, tasa cambiaria y el PIB real per cápita.
El país que acumule mayor puntaje se ubica en el grupo de países cuya población vive en condiciones de miseria. Contrariamente, un menor puntaje indica que está en una situación diametralmente opuesta a la miseria, es decir, son países con una población “feliz”.
El estudio de 2020 publicado hace una semana, abarcó un total de 156 países en todo el mundo, arrojando datos como el país más miserable Venezuela con 3,827.6, seguido por Zimbabue con 547 y Sudán con 193 puntos. En tanto, en la última posición –el más feliz- sorprendentemente se ubica Guyana en el puesto 156 con -3.3, acompañado por Taiwán en el 155 con 3.8; en el 154 Qatar con 5.3 y Japón en el 155 con 8 puntos.
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Índice de miseria en Iberoamérica
Ahora dentro de este marco de países ¿cómo se sitúan las sociedades iberoamericanas? Una manera para facilitar la comprensión del Índice de Miseria de Henke es segmentar su muestra en 3 grandes bloques: los países elevadas condiciones de miseria, los países en estado de medianía y los países en bajas condiciones de miseria.
De conformidad a la distribución anterior, encontramos que los dos países Ibéricos se encuentran en el grupo del medio, España en el puesto 63 con 28.2 puntos y Portugal bordeando el tercer grupo en el puesto 103 con 18 puntos. En tanto, el grupo de los países con índices de miseria más elevados, básicamente lo comparten la gran mayoría de países de Iberoamérica, una amplia mayoría de África, Medio Oriente, Sudeste asiático y los países denominados exURSS.
Entre los Iberoamericanos del grupo con alto índice de miseria se ubican: además de Venezuela que posee el ignominioso primer lugar ya por sexto año consecutivo, se encuentran: Argentina, Brasil, Perú, Uruguay, Honduras, República Dominicana, Panamá, Colombia, Costa Rica y Paraguay. En el grupo intermedio se ubican jerárquicamente Bolivia, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, México, Chile y Ecuador. Finalmente, en el último grupo Cuba en el 117 con apenas 15.8 puntos.
Aunque es muy importante acotar que el caso cubano evidentemente constituye una gran distorsión, pues, no es una sociedad libre ni transparente, debido a que está regida por un régimen socialista, por tanto, copada por un aparato burocrático hipertrofiado donde trabajan el grueso de la población devengando salarios muy por debajo de los estándares internacionales, a la vez, con un estrecho margen para la iniciativa privada.
Lo interesante de este estudio es que revela datos muy significativos como la escandalosa cifra alcanzada por Venezuela (6 veces más alta que históricamente deprimida Zimbabue), lo que poderosamente devela es el abismal y acelerado proceso autodestructivo tanto de la economía como de la sociedad venezolana como consecuencia de la implementación del neocomunismo, sin duda, tal vez único país en la historia reciente mundial en experimentar semejante situación sin sufrir una guerra.
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Finalmente, otra notable desmejora la encontramos en España, recordemos sufrió una severa crisis económica entre los años que corren de 2008 a 2014 durante el gobierno del socialista José Luís Rodríguez Zapatero y los tres primeros años de recuperación que le tocó gestionar a Mariano Rajoy del centro-derechista Partido Popular, pero, para pesar de los españoles los esfuerzos de Rajoy se fueron al hoyo con la legislatura en coalición izquierdista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, éste último recientemente abandonó Moncloa.
Pero más allá de ese sutil y débil movimiento gubernativo, lo cierto es que España se encuentra agobiada por el resurgimiento de la crisis económica consecuencia de los desaciertos del economista Pedro Sánchez, agudizada hoy por la pandemia, por lo que en crudo Sánchez no termina de encontrar rumbo.