Por Mamella Fiallo Flor – Panampost
Ecuador elige a su próximo presidente en la segunda vuelta electoral de este domingo 11 de abril. Ambos candidatos optaron por estilos diferentes para cerrar su campaña, evidenciando así de dónde vienen y hacia dónde van.
Ambos hicieron grandes cierres en las ciudades principales del país: Quito y Guayaquil.
Por un lado, Guillermo Lasso apareció en la capital en una «chiva» (un transporte al aire libre) portando un poncho, para conectar con el votante andino, mientras en la costa cerró su campaña rodeado de pescadores en el Río Guayas, apuntando así al pequeño productor y el microempresario.
Por el otro lado, Andrés Arauz, cuya consigna de campaña ha sido «Arauz es Correa» apareció con una pantalla gigante detrás suyo con el rostro de su mentor: Rafael Correa.
El parecido de esta escena con 1984, de George Orwell, generó reacciones en las redes. Pues así como en la obra habían los dos minutos de odio, donde el régimen socialista decía a los ciudadanos a quien odiar, cada sábado bajo el gobierno de Rafael Correa había las sabatinas con el mismo fin, además de la propaganda.
La imagen de su líder en pantalla evidenció cómo votar por él no significa respaldar su gestión ni propuestas sino el inevitable regreso del exmandatario que ahora está prófugo de la justicia.
No puede volver al Ecuador, de lo contrario irá a la cárcel. Pesan en su contra juicios por sobornos, secuestro (contra un diputado opositor) y el uso de fondos públicos para llevarlo a cabo.
Arauz ha garantizado que en caso de ganar, Correa no irá preso. Similar a lo que sucedió en Bolivia con la llegada al poder de Luis Arce, quien garantizó el regreso de Evo Morales al país. Justo una semana después de ganar las elecciones, un juez anuló los procesos contra Morales.
Desde el otro lado de la pantalla, Correa apareció con personas vinculadas a una de las épocas más oscuras del país: el feriado bancario, cuando quebraron incontables familias ecuatorianas.
Parte de la campaña sucia contra Lasso ha sido intentar vincularlo con ese periodo. No obstante, ninguna prueba lo ha demostrado. Al contrario, el socialismo del siglo XXI estuvo 14 años en el poder y su principal rival político gozó de plena libertad al ser inocente.
Lo contrario al vicepresidente Jorge Glas, preso por corrupción, una veintena de integrantes del gabinete de Correa procesados y él mismo exiliado.
«Del totalitarismo no hay retorno»
Por eso y más, ante la campaña en internet «El País o la Banca», intentando menospreciar al candidato Lasso, superó en tendencia el hashtag #ElPaísOLaMafia, aludiendo a Correa y sus aliados.
En consecuencia, Lasso ha logrado el apoyo de la juventud progresista, ambientalista, feminista, etc., causas comúnmente de la izquierda política. Respaldan al candidato no por sus valores sino como alternativa a la tiranía que vivió el Ecuador bajo Rafael Correa y consigo la persecución política que se vivía.
Mientras Correa y sus aliados cantaban el «Comandante Che Guevara» en el parlamento, perseguían a jóvenes comunistas universitarios (como los 10 de Luluncoto).
Como es usual bajo las tiranías de izquierda (como Stalin que persiguió a Trotsky), persiguen a propios y ajenos.
Entonces los activistas llaman a rechazar el voto nulo y animan a votar por Lasso para que tanto el diálogo como la oposición sean posibles sin persecución.
De hecho, Arauz tuvo la oportunidad de renegar del régimen de Nicolás Maduro y denunciarlo públicamente pero, se rehusó. Menos de una semana antes de las elecciones dijo en una entrevista: «Yo no tengo por qué respaldar o rechazar el gobierno de Maduro».
Aún cuando en el debate presidencial se preguntó a los candidatos cómo accionar frente al éxodo de 5,5 millones de venezolanos escapando del hambre y la persecución en Venezuela, Arauz fue incapaz de señalar a Maduro; mientras que Guillermo Lasso se refirió al régimen venezolano como una narcodictadura y lo señaló como el causante de la llegada de alrededor de medio millón de venezolanos al Ecuador.
Si bien nunca ha llegado el Ecuador al nivel de hambre de Venezuela, en el debate presidencial quedó en evidencia cómo en más de una década la desnutrición infantil no se ha remediado: uno de cada cuatro menores de edad la sufre.
En buena medida, gracias a la dolarización, pese a haber vivido más de una década bajo el socialismo del siglo XXI, la economía ecuatoriana nunca padeció como la venezolana.
Por ello, preocupa a muchos ecuatorianos el discurso ambiguo de Arauz, que ahora dice defender el dólar pero, en más de una ocasión ha llamado a desdolarizar la economía.
Este domingo se verá en las urnas cuál camino elige Ecuador, el regreso al socialismo del siglo XXI y consigo la venezolanización de la economía o el cambio.