Por Camilo Bello

Desde que la administración de Donald Trump comenzó la ola de sanciones a empresas chinas y funcionarios del Partido Comunista chino (PCCH) por las denuncias de las víctimas pertenecientes a minorías religiosas en Xinjiang que están siendo objeto de genocidio, trabajo forzado, persecución y adoctrinamiento en campos de concentración en la región de Xinjiang, algunas empresas occidentales se vieron obligadas a cambiar suministros y emitir comunicados rechazando los abusos del gigante chino.

La región de Xinjiang es reconocida por su extracción de minerales como el carbón, materias primas como algodón y alimentos como el tomate. Además, allí se encuentran algunas de las sedes que manufacturan carga pesada, automóviles y textiles.

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Investigadores independientes, como Adrian Zenz, junto con algunas víctimas que luego han sido reconocidas por el Gobierno americano al sancionar a China, expusieron a algunas marcas importantes que se benefician de los bajos costos de producir en Xinjiang.

Los gigantes occidentales Apple, Coca-Cola, Nike, Hennes & Mauritz (H&M), Adidas, Volkswagen y Muji, entre otras, tienen una sede propiamente dicha, o en su cadena de suministros, figuran empresas ubicadas en Xinjiang que han sido objeto de denuncia por trabajo forzado.

En consecuencia, Estados Unidos durante el año 2020 prohibió la importación de algunas materias primas como algodón y tomates y tomó la decisión de sancionar a empresas que suministran bienes con trabajo forzado.

Beijing, por su parte, ha negado categóricamente estas acusaciones y ha devuelto a Estados Unidos sanciones y restricciones a empresas y políticos que han denunciado las violaciones a derechos humanos.

Con la puesta en marcha del plan quinquenal en febrero de 2021, el PCCh no está dispuesto a tolerar denuncias en su territorio. Constantemente asegura que lo que sucede en Xinjiang es parte de su política interna y rechaza la interferencia de otros estados.

La administración de Joe Biden continúa con la política americana donde se denuncia el genocidio a las minorías religiosas especialmente Uigures, y ha logrado sumar el apoyo de Europa, Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda para hacer eco a las denuncias y emitir más sanciones a China.

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China, por su parte, encontró en Rusia un aliado estratégico para hacer frente a lo que Beijing denomina “interferencia extranjera en asuntos internos”, y comenzó un boicot a empresas que, con anterioridad, habían mostrado su preocupación por la situación que atraviesan las minorías en Xinjiang.

Made in China, genocidio y trabajo forzado

Estados Unidos verificó hechos y denuncias de víctimas y determinó que “La República Popular China, bajo la dirección y el control del PCCh, ha cometido un genocidio contra los uigures predominantemente musulmanes y otros grupos minoritarios étnicos y religiosos en Xinjiang”.

Por otra parte, investigadores reconocidos como Adrian Zenz, encontraron que al menos 500 mil personas son víctimas de trabajo forzado y otro millón 600 mil están en peligro de ser recluidos en campos de concentración y sometidos a esclavitud.

Estados Unidos exigió a China respetar el ordenamiento jurídico internacional y liberar a las personas detenidas en los campos ubicados en Xinjiang y otras regiones del gigante asiático.

El informe del Departamento de Estado pidió además a China “cesar las medidas coercitivas de control de la población, incluidas las esterilizaciones forzadas, el aborto forzado, el control de la natalidad forzado y la separación de los niños de sus familias; poner fin a toda tortura y abuso en los lugares de detención; poner fin a la persecución de los uigures y otros miembros de minorías religiosas”.

Boicot chino a la defensa de los derechos humanos

Las juventudes del Partido Comunista de China, comenzaron una serie de amenazas y actos contra las marcas de ropa H&M y Nike principalmente por haberse expresado en contra de las violaciones a derechos humanos en China.

Reconocidos artistas chinos rompieron lazos comerciales con las marcas y algunos empresarios han comenzado a vender sus acciones de estas empresas, reportando bajas en la bolsa de valores, incluso, la marca H&M dejó de aparecer en los mapas digitales y canales de búsqueda chinos.

Anteriormente, algunas empresas surcoreanas, europeas y americanas sufrieron daños similares en el mercado chino. La cercanía de Seúl con Washington o el reconocimiento de Hong Kong y sus protestas o de Taiwán como países independiente, han desatado la furia comunista.

El mercado chino, un mercado capitalista con un régimen dictatorial

El auge de China con políticas capitalistas de la mano de un régimen dictatorial ha dado sus frutos en el gigante asiático. Es claro que el plagio de propiedad intelectual, la coerción diplomática y las estrategias alejadas de las leyes internacionales le han dado a China una ventaja sólida.

La sociedad china crece gracias a que los inversionistas extranjeros trasladaron sus sedes atraídos por la mano de obra barata, los minerales baratos y entre otras ventajas que el PCCh ofrece.

En consecuencia, China se convirtió en la segunda potencia del mundo pero también en uno de los países más contaminados, lo que ha envuelto a su población en un verdadero infierno, con emisiones que afectan la salud humana.

Sin embargo, la realidad está lejos de cambiar, ya que China representa un mercado emergente que los gobiernos y empresarios no están dispuestos a abandonar.

El boicot de China a las empresas que alzan su voz en contra de las violaciones a derechos humanos, puede encontrar su par en Occidente, por movimientos que boicoteen a empresas que usan algodón o suministros de mano de obra esclava.

La esclavitud en Xinjiang pudo pasar desapercibida como lo sucedido en el Tíbet, sin embargo, el trabajo realizado por la anterior administración americana y, hasta el momento, continuado por la de Biden, han traído algunas consecuencias a los miembros del PCCh y han puesto la mirada de Occidente en los campos de concentración del siglo XXI en China.

Fuente: elamerican.com

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