Ignoramos las cifras reales de supuestos fallecidos por COVID o con sospecha de COVID pues morir con diagnóstico de «Posible COVID» es sumamente probable en el año donde la gripe desapareció y los ancianos dejaron de fallecer por neumonías y patologías similares, el año donde incluso enfermos crónicos y críticos -con un PCR positivo- pasaron a morir sólo de COVID.

La escasa fiabilidad de los test de detección PCR, se hace evidente observando el entorno: personas diagnosticadas con PCR positivo conviven a diario con otras personas que, pese a a la subida de ciclos PCR, dan negativo una y otra vez, algo aparentemente inexplicable tratándose de un virus extremadamente contagioso como nos hacen creer.

A falta de conocer el número oficial de defunciones en el año 2020, los últimos datos provisionales publicados por el Instituto Nacional de Estadística, sorprendentemente, no muestran cifras alarmantes en comparación a años precedentes. Pendientes del decalaje temporal a 22 de enero del 2021 se han contabilizado 401.359 fallecidos en España, frente los 418.556 del 2019. También, según el INE, los fallecidos en 2020 para edades inferiores a 54 años, incluso en pico de pandemia (marzo, abril) no aumentaron respecto a otros años. De lo anterior se desprende que la ciudadanía carece de fuentes oficiales que esclarezcan la supuesta mortalidad del virus, siendo los principales medios de comunicación quienes han ofrecido durante meses un baile de cifras capcioso, sugestivo y a menudo contradictorio. El diario El PAÍS estima en 44.868 los fallecidos «por COVID o con sospecha de COVID». GOOGLE, que elabora su data base con fuentes como Wikipedia y JHU CSSE COVID-19 Data calcula en 51.874 los fallecidos confirmados o probables por COVID durante 2020.

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Uno de los puntos donde sí parece existir consenso es en la tasa de mortalidad global por COVID admitida por la OMS, la cual se establece entre el 0,5% y el 1%. Contrastando estas cifras con las de la mortalidad por gripe en España, que estaba estimada en el 1,2%, este nuevo virus no parece una amenaza tan mortal.

Curioso también el dato sobre la reducción a cero de la epidemia de la gripe a partir del mes de marzo, tanto en sus cifras relativas al contagio como en las de mortalidad. Sin embargo, la vacunación masiva contra la gripe se ha seguido promocionando a la población de riesgo y ancianos, aunque numerosos estudios evidencien que es una trampa mortal. Todas las gráficas apuntan a los vacunados de la gripe falleciendo por COVID en una proporción muy superior a la de los no vacunados.

En cuanto a la edad de fallecimiento, encontramos que el 80% de los fallecidos por COVID en España eran mayores de 75 años y que prácticamente el 100% padecían otras patologías previas descartadas como causa de la muerte. Cabe añadir que el 67% de los muertos por COVID han fallecido en residencias de ancianos, la mayoría en el más absoluto abandono y aislamiento, cuando no a través de prácticas cuasi pro-eugenésicas como denunció Cinta Pascual en el Congreso de los diputados. Miles de denuncias contra residencias empiezan a archivarse en los juzgados, aquí nadie se moja.

Veamos qué nos dicen los documentos oficiales y contrastemos la información desde una óptica realista. ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?

Fuente: periodistasporlaverdad.com

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